Para el experto, los problemas se vienen gestando desde 2020 con los programas de estímulos masivos.
Diego Mendoza
El sector financiero global vuelve a estar en tensión. El colapso de varias entidades bancarias enciende las alarmas y trae consigo el recuerdo de 2008, cuando el mercado se precipitó a una crisis que contagió a todos.
Esta vez, pese a que los problemas -hasta el momento- parecen reducidos a pequeñas entidades bancarias, la incertidumbre es inevitable, pues como sostiene el reconocido economista español Juan Ramón Rallo, solo el tiempo dirá cuántos muertos más habrá en el armario del sistema financiero.
La situación inició cuando el Silicon Valley Bank, el décimo sexto banco más grande de los Estados Unidos, con sede en California, no pudo hacer frente a los retiros que exigían sus clientes, debiendo ser intervenido por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC).
Para analizar este tema que empieza a hacer ruido en el sistema financiero mundial, Diario La Nación conversó con el analista e investigador de mercados financieros y monetarios, el español Joh Aldekoa, quien además es miembro y editor en el Instituto Juan de Mariana y en la Universidad Francisco Marroquín.
El desplome
Dos bancos han caído en los Estado Unidos: el mencionado Silicon Valley Bank (SVB) y el Signature Bank de Nueva York. Del otro lado del Pacífico, una entidad con más de 150 años de historia debió ser rescatada por el Banco Nacional Suizo: el Credit Suisse. Y todo ello en apenas 11 días.
Aldekoa explica que, por una parte, los problemas en los bancos estadounidenses se venían gestando desde 2020, cuando los programas de estímulos masivos adoptados para sostener la economía tras los cierres decretados para hacer frente a la pandemia, “crearon un montón de depósitos que fueron a los bancos, y que posteriormente, se utilizaron para comprar diferentes activos a tipos de interés muy bajo”.
Pero la inversión que en su momento parecía la más sensata y segura, comenzó luego a lucir poco conveniente cuando el Sistema de Reserva Federal (Fed) decidió subir los tipos de interés, haciendo que los activos adquiridos perdieran valor.
De manera que cuando estos bancos vendieron parte de sus activos para hacer frente a los retiros de sus depositantes, “llegaron al punto de que, si vendía todos los activos que quedaban al precio que estaban en el mercado, habrían entrado en quiebra”.
Fue justamente esta situación la que “retroalimentó las salidas de depósitos, haciendo que se tuvieran que vender todavía más activos a una mayor pérdida”, explica.
Días antes de su caída, el SVB informaba que había tenido que vender parte de su cartera de bonos obteniendo pérdidas superiores a los 2.000 millones de dólares.
Por su parte, en el caso de Credit Suisse, el segundo banco más grande de Suiza, con presencia de 50 países, “llevaba más de un año cayendo en bolsa de manera considerable. Habiendo tenido de vieja data unos cuantos escándalos, por lo que aquí el miedo jugó un papel importante”, sugiere Aldekoa.
“Su pésima reputación y lo que venía ocurriendo en Estados Unidos, creo que provocó un mayor nerviosismo sobre la entidad, al punto que tuvo que intervenir el Banco Nacional de Suiza, que podríamos decir, le obligó a fusionarse con otro gran banco de inversión que es UBS”, para evitar que se extendiera el pánico.
Tensión en el sistema
Previo a estos colapsos, Jon Aldekoa había escrito un artículo el pasado febrero, en el cual advertía una tensión en el sector bancario estadounidense, a raíz de ciertas medidas que venía tomando la Fed para disminuir la inflación y el consecuente aumento de precios. ¿A qué medidas exactamente se refería y por qué puso el foco sobre estas?:
“Me puse a investigar por qué desde junio de 2022 la FED ha implementado su política de contracción cuantitativa (QT), con la intención de reducir la liquidez a través del vencimiento de los activos que estuvo comprando. Esto produce que las reservas del sistema bancario disminuyan”.
“Así, varios datos que me hicieron sospechar de eso fue que el volumen de préstamos entre bancos de este tipo de reservas estaba aumentando”.
Jon, además, hace referencia a las solicitudes que desde meses atrás realizaban los bancos en la venta de descuento de la Reserva Federal, que es “el sitio donde se recurre en caso de no conseguir las reservas que se necesitan, esto indica que cada vez se requería más del prestamista de última instancia”. En otras palabras, los bancos estaban pidiendo salvavidas.
Sería justamente esta condición la que llevaría a que varias entidades estuvieran dispuestas a pagar cada vez más tipos de interés para acceder a reservas que les permita cumplir con sus obligaciones, sostiene Aldekoa.
Al ser consultado acerca de si la Fed hubiese podido tomar otras medidas distintas que evitaran la incertidumbre que se ha gestado, éste admite que la complicación deriva del hecho de que la institución debe sopesar entre “atacar la elevada inflación que tiene el país o desahogar al sector financiero, aunque al momento son bancos regionales los que enfrentan problemas”.
La respuesta de la Fed
Recién al cierre de la semana pasada, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, comunicaba que las medidas tomadas por los reguladores del sector bancario aseguraban el dinero de los depositantes, pero, agregaba que “estaríamos preparados para tomar medidas adicionales si fuera necesario”.
En este sentido, entre las medidas tomadas por la Reserva Federal está el Programa de Financiación a Plazo Bancario, el cual “permite a estos bancos, que han visto depreciar sus activos, pedir prestado a la Fed, pero en lugar de dar ese préstamo respaldado por el valor de mercado que tienen estos activos, lo concede por el valor nominal, es decir, al precio al que estaban emitidos”, explica Aldekoa.
Con esto se estaría buscando dar un alivio a los bancos, “por lo menos en el plazo de un año, que es hasta momento lo que se supone que dura este programa”.
En cuanto a si esta medida podría ir en dirección contraria a la política de contracción cuantitativa, puesto que aporta un diferencial entre el valor de mercado y el nominal de los activos, el especialista consideró que no, al ser “simplemente una expansión temporal del balance de la Reserva Federal. Por lo que, cuando estos préstamos se cancelen, la expansión vuelve a su nivel normal”.
Impacto en Europa
Ante un eventual efecto contagio en el sector bancario europeo, que conduzca a tener problemas en las reservas para cumplir con las demandas de los depositantes, Jon Aldekoa lo considera poco probable por el momento:
“Básicamente porque el Banco Central Europeo (BCE) ha comenzado su programa de contracción cuantitativa, apenas este mes, además, otro dato que me da esa pista, es que los bancos han venido pagando los préstamos adquiridos a través del programa TLTRO (préstamos condicionados a largo plazo), sin mayores dificultades, esto indicaría que no existe hasta ahora un problema de reservas”.
«Por supuesto, nunca se sabe si la liebre puede saltar por cualquier otro activo”.
El panorama a futuro
Los inversores se han mantenido expectantes del desarrollo de las políticas de la Fed, que el pasado miércoles anunció el aumento de los tipos de interés en 25 puntos básicos, quedando estos en el rango de 4,75 a 5 %.
La medida muestra que, pese a que el aumento va desacelerando, sigue firme en dirección a cumplir con las metas de rebajar la inflación.
En tal sentido, Aldekoa explica que “esto conduce a correr el riesgo de pasarte de frenada, y en vez de tener una desaceleración menor, llegar a una crisis”.
“De todas maneras, estos casos de colapsos bancarios que hemos visto en Estados Unidos son de entidades regionales, que son entre comillas pequeños, por lo tanto, mientras solo esté localizado el problema en este sector, no debería haber demasiada preocupación de una crisis estilo 2008”, aunque habrá que mantenerse atento puesto que estas complicaciones en bancos como JPMorgan o Chase, sí pueden generar consecuencias en el resto del mundo.