Humberto González Briceño
Con un discurso que podría calificarse de muy optimista, el candidato a las primarias de la oposición venezolana por la Causa R, Andrés Velásquez, asegura que en las elecciones presidenciales de 2024 se impondrá la necesidad de cambio en Venezuela, más allá de los obstáculos que existan. No obstante, en ese mismo discurso, un toque de lucidez nos devuelve a la más cruda realidad; y es que también señala que el chavismo va a hacer todo lo que esté a su alcance para evitar que lo desplacen del poder.
Para Velázquez, después de las primarias viene una lucha por evitar los obstáculos electorales. Pero desde ya advierte que de seguro el Gobierno saboteará también las primarias.
¿Qué evidencia esto? Lo que hemos dicho una y mil veces: El chavismo controla los mecanismos para generar resultados electorales a su medida. Lamentablemente Andrés Velázquez pone en evidencia una contradicción que luego él mismo es incapaz de resolver.
No solamente se trata de las graves irregularidades en el registro electoral, o del abuso de los dineros públicos para financiar candidaturas. Además, está el conocido diseño de fraude electrónico, que ha permitido al chavismo guardar siempre las apariencias de una victoria.
Andrés Velásquez asegura que “el Gobierno va a imponer cuanta condición le dé la gana de imponer por delante”, y pronostica una “pelea por condiciones electorales”. Sin embargo, no precisa cuáles ¿Por qué? Porque mencionar detalladamente las condiciones necesarias para tener unas elecciones presidenciales limpias en Venezuela puede poner en evidencia la odisea que significa escuchar los cantos de sirena de una falsa oposición que nunca ha logrado condiciones electorales idóneas para sacar al chavismo del poder.
De esta forma, seguramente aceptarán el voto electrónico, por el cual todos —técnicos del Gobierno y la falsa oposición— han abogado, dada su supuesta transparencia, utilidad y rapidez.
El voto electrónico no es más que la herramienta que le da la apariencia democrática y de gran avance tecnológico a un proceso que, en la práctica, termina siendo usado para atornillar al chavismo en el poder.
Así que, hablar de una “pelea por condiciones electorales” sin plantear rigurosas auditorías, o sin mencionar la necesidad de un Consejo Electoral totalmente despartidizado, significa más irse por las ramas que debatir con seriedad sobre un tema que requiere profundidad y certezas.
Velásquez insiste en la esperanza de que “vamos a salir de esto”, y agrega: “El país fue borrado… no tenemos instituciones”. Entonces, sin instituciones que procuren resultados electorales legítimos, ¿cómo saldremos de esto? Eso Velázquez no lo responde.
Se podría creer en el optimista —¿ingenuo? ¿calculado?— discurso de Velásquez. Pero los venezolanos no podemos seguir viviendo de este tipo de fantasías o ilusiones, para luego aceptar minúsculas concesiones, y contribuir en el mantenimiento y la reproducción de un sistema electoral fraudulento. Uno que fabrica resultados y proclama ganadores según la conveniencia del chavismo. @humbertotweets