Sector comercio e industrial altamente afectados en la zona
Jonathan Maldonado
Lo que empezó este martes como un corte en varias zonas de la frontera, se convirtió, en minutos, en un apagón que afectó en su totalidad tanto al municipio Bolívar como a su vecino Pedro María Ureña.
El ruido de las plantas eléctricas comenzó a escucharse en las fachadas de algunos negocios. En la actualidad, solo el 10 % está activo y con una actividad a media máquina, como consecuencia de las fallas que persisten en diversos servicios.
Este lunes 1° de mayo, el comercio solicitó el cese de las suspensiones durante la marcha pacífica que partió de la Plaza Miranda, en San Antonio, y culminó en la Redoma del Cementerio, luego de hacer seis estaciones.
«No hay un horario fijo ni cantidad específica en torno a las horas que duramos sin luz», dijo Nora Montiel, comerciante que manifestó su malestar ante una frontera que languidece pese a la reapertura progresiva que se viene dando desde el 26 de septiembre de 2022.
Montiel ve con suma preocupación el hecho de que no haya respuestas a las peticiones que se han realizado: «Pareciera que a nadie le duele lo que estamos atravesando. No se vende nada y uno resiste atado a la esperanza de que puede darse un cambio».
En ciertos sectores, como el Sánchez Osorio, el apagón no pasó de las dos horas, mientras que hacia el llamado «circuito de seguridad» se extendió por más de cuatro horas, avivando las insatisfacciones de la ciudadanía.
De inmediato, los habitantes de las localidades de San Antonio del Táchira y de Ureña instan a que se dé un cronograma para saber a qué atenerse con los cortes, pues en estos momentos quitan la luz a cualquier hora y dejan de manos cruzadas a los pocos productores que hay.
A las fallas, se suman los altos costos de los servicios, escenarios que para la mayoría son inconcebibles, ya que la deficiencia resalta tanto con la electricidad como con el agua potable, está última solo llega por la tubería dos veces al mes y las facturas para los comerciantes han aumentado en más de un 3.000 %.
La frontera sigue estancada, aseguran los residentes, quienes han manifestado su temor frente a la ola migratoria que se registra en las últimas semanas: se están yendo al menos 30 sanantonienses por semana, sin contar a los de Ureña.