Carlos Orozco Carrero
Fiesta y celebración de los 40 años de La Escuela de Comunicación Social en La Universidad de Los Andes, cariños. Después les cuento todo.
Cosme llegó muy molesto a la casa de mi tío Melquiades. Venía hecho una fiera y no traía la bandeja con las empanadas que mi tía Pulqueria le había dado para que las vendiera cerca del mercado de La Ermita. -¿Qué te pasa, Cosme? -El repulgue se perdió en un momentico, tía. Y tanto que me costó hacerlo para que quedaran esas empanadas pepeadas. Ellos estaban en el portón del taller de José Mario. Seguramente se disponían a entrarle a la pernicia sabatina a esa hora de la tarde. Yo estaba en la acera del frente con mi bandeja repleta de empanadas recién hechas. Tenía también un frasco grande de picante aliñado que tanto gusta a todos. Seguramente algo de polen me entró en una fosa nasal y yo intenté sacarlo disimuladamente para evitar molestias posteriores. Soy alérgico. Ahí me llamaron casi en coro y corrí hasta ellos para ofrecerles las empanaditas. El señor alto, que le dicen profesor, me dijo: -Amigo, búsquelo en el otro hueco porque donde está escarbando no lo tiene. Claro, se escucharon las carcajadas de burla hasta en la casa de Omar Pérez Díaz y todos le celebraron la gracia al profesor. No me quedó más remedio que lanzarles la bandeja y gritarles: -¡Tráguense todo y no me paguen, degenerados!
Ahora se romperán todos los records de bases robadas que hay en Las Grandes Ligas. Esas condiciones para que los picherts lancen a las bases para recoger a los corredores, permitirán mayores libertades a los que quieren avanzar a la base más próxima en cada juego. Más tela que cortar tendrá el profesor Roberto Mencías para analizar cada jugada en el mejor béisbol del mundo.
El gordo Sósimo entró en un trance mental para llegar a observar el cielo estrellado cada noche que pasa. Sus familiares están preocupados y ya mandaron a bloquear los canales que hablan de seres alienígenas a toda hora. -Yo sé que no me creen a mí esto de los extraterrestres, dice nuestro amigo. También los he escuchado riéndose de la realidad alienígena. Bueno, revisen por internet lo que le paso al expresidente norteamericano Jimmy Carter y su avistamiento de una nave no identificada. También revisen la experiencia que vivió el Santo Papa Juan XXII en una entrevista con un ser de otro planeta en los jardines del Vaticano. Averiguar no cuenta nada en estos tiempos de fácil consulta. -Después no digan que no se los advertí, sonríe el gordito.
Ya uno ya sabía lo que le podía ocurrir si se montaba en la moto de Ambrosio. Claro, había gasolina barata a cualquier hora. Pasear por la ciudad y saludar a toda la población en frescas noches con la mirada de las muchachas en la plaza y la retreta de La Banda Bolívar, daban un espectáculo extraordinario. Ambrosio salía con su amigo pasajero por la calle Sánchez Carrero hasta el parque infantil y cruzaba por la calle Real para llegar a la plaza Bolívar de nuevo. Enfilaba para la avenida José Ramón Torres y cuando pasaba frente al garaje de Pascualito Luna, aceleraba esa moto que casi le sacaba el tubo de escape. De inmediato, sonaba un tironón y un golpe seco daba contra el portón del estacionamiento. – Carretico, vaya y la trae. Era una bujía que no aguantaba la presión y salía disparada a estrellarse al frente de lo que se atravesara. Uno se bajaba de la moto y buscaba hasta que la veía cerca del portón. Al agarrarla, se escuchaba el quemonazo en los tres dedos de la mano debido al calor del artefacto. Por supuesto que las vejigas duraban hasta el próximo domingo cuando se repetía la dosis de caribería de Ambrosio con sus amigos.