Néstor Melani Orozco
Tiene la Casa la heredad de María Gheralda. De los Guerrero de Librillos y del García heredera de los virtuosos y cristianos y libertadores comuneros. Allí Seboruco celebra la fiesta con una iglesia de tres torres y un árbol de tamarindo desaparecido, más de aromas la beatitud de una mujer santa, hija de La Grita y simiente de amor en el pueblo rojo de rosas de La Santa Peruana de Lima y del san Pedro Apóstol diciéndole a san Marcos evangelista las virtudes de Dios en Roma.
Porque Seboruco se abre de amor al escapulario de la mujer hecha sacrificio y de la dignidad, convertida en la comarca de un pueblo. Desde las verdades y los tatuajes de piedra en Palmarito; como del Alba la ceremonia para las eucaristías. Con el dolor y por la verdad a la lealtad por los pobres. Entre los violetas nazarenos de una carta sagrada donde existe de esperanza, allí el lugar donde habitó, entre los viajeros de la vida y la existencia de cada corazón; entre el dolor de los ancianos y de la partera; cuanto de mujeres pariendo entre colchas y pan, con vino de la última cena, desde el manto blanco de las raíces andinas; está la perpetuidad del amor, como la lluvia y de cada memoria un río de devotos por la santidad, de la beata de los desamparados; del espejo de las estrellas y de las luces de un traje torero, para «La suerte Blanca» de su hija Carmen Piñero con la ventana de los ensueños y del retrato de un poeta, escribiendo el sentido de cada recuerdo… Porque de Dios una iglesia con su reloj de un siglo, para volver a contemplar los secretos de la plaza y saber del libro y de la seda, el rostro de la hermosa samaritana, con su báculo caminando para ser hija del cielo. Medarda Piñero. Santa en su museo, en el corazón de Seboruco, amor de una rosa infinita… Eternidad de la Mujer en la fe y de ternura, siempre el infinito. Y de un mundo «Los Trastes» de ensueños, peltres y barros, alma en lo místico y ejemplo de todas las bondades. En su Museo despertando a las verdades. ¡Con aroma del agua bendita!
En los inviernos sollozos de cada sentimiento. Donde aún el báculo de la beata mujer parece un destino con albas benditas y de tierra roja, hecha encanto desde las raíces Menóricas, hasta los judíos viajeros con los españoles mostrando las eucaristías, en la carta Toscana de los italianos y de los ojos celestes de Andorra muy vieja. Donde allí vive de amor la mujer y con un niño santo de escayola baja en las noches por el camino de la aldea y los testigos hablan desde siempre sobre una luz en el camino. Mientras el reloj centenario en una de las tres blancas torres suena con el amanecer y de oraciones vuelan mil palomas al despertar de las existencias. Para que Seboruco esté más cerca del cielo…
*Artista Nacional. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1987. Barcelona. España. *Cronista de La Grita. *Maestro Honorario. *Doctor en Arte. *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en su Honor en la Gobernación del Táchira. 2022.