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23 de noviembre de 2024
Su cuerpo fue repatriado por Colombia, nacionalidad que también tenía Niño Sandoval gracias a sus padres
Jonathan Maldonado
A la 1:00 p.m. de este sábado 9 de julio, el ataúd con el cuerpo de Ericksson Dahlin Niño Sandoval, ingresó a la casa paterna en la urbanización Libertadores de América, en San Antonio del Táchira, donde familiares y vecinos aguardaban para darle el último adiós.
«Un mes y una se semana de lucha», exclamó el padre del joven de 28 años, Reinaldo Niño, quien, desde el 31 de mayo, cuando se registró el asesinato de su primogénito, no descansó ni un solo día hasta conseguir su repatriación.
El retorno fue por Colombia, ya que Ericksson, nacido en Venezuela, también contaba con la nacionalidad neogranadina, gracias a sus padres. «Fueron 36 horas de viaje en avión. El vuelo arrancó en Atlanta, hizo varias escalas hasta llegar a Bogotá, donde yo lo esperaba», contó.
Aunque hubo una serie de percances para conseguir la repatriación, Niño manifestó su agradecidcimiento por el espaldarazo, en primer lugar, a la comunidad, pues sus aportes sirvieron para reunir el dinero que se requería. También hizo su reconocimiento a la Cancillería colombiana y a la Embajada de Estado Unidos.
Una vez arribó el cuerpo del joven a Bogotá, y se hizo el papeleo de rutina, la carroza fúnebre emprendió camino desde la capital colombiana hasta Bucaramanga, donde lo esperaban un grupo de amigos que terminaron de acompañarlo hasta la ciudad de Cúcuta.
«Fue muy bonito el recibimiento que le hicieron a mi hijo en Bucaramanga. Llagamos a las 2:00 a.m. y ahí estaban, esperándolo. En esa ciudad se hizo el trasbordo hacia otra carroza fúnebre que lo llevó hasta Norte de Santander», explicó el progenitor.
En algunos momentos, durante la narración de los acontecimientos, la voz de Reinaldo se quebrantaba. El dolor seguía intacto, pero con el sosiego de que, al fin, le van a dar cristiana sepultura a su hijo. Transcurrieron 38 días para que se concretara.
Ya en Cúcuta, el féretro fue trasladado por otro carro fúnebre hasta San Antonio del Táchira. A Venezuela, llegaron a las 9:30 a.m. Hermanos, tíos y allegados lo esperaban, en primera instancia, en la casa de la abuela.
«Nunca dejó de sonreír»
En medio del dolor, Niño pronunció un pequeño discurso en honor a su hijo. «Él siempre sonría, no había problema que le quitara del rostro esa sonrisa», recalcaba, al tiempo que pasaba la mano por el ataúd de color azul oscuro.
Dos fotos, donde Ericksson aparece de niño, junto a su padre, fueron propicias para seguir con sus palabras. «Eso fue en un laboratorio, donde yo trabajaba. Miren sus zapatos de colores, siempre les gustaron así», subrayó al señalar las imágenes que se encontraban en la sala, en el respaldo de unos diplomas.
Niño Sandoval migró a Estados Unidos hace nueve meses. Lo hizo, como muchos otros jóvenes venezolanos, atravesando la selva del Darién, para entrar a Panamá y así seguir su ruta hasta México, anclado a la idea de construir un mejor futuro.
Ya en EE UU, inició su nueva vida. Recientemente, estaba laborando en una fábrica de repuestos para carros. «Le iba muy bien», remarcó el padre, mientras recordaba la fatídica noche del 31 de mayo, cuando le segaron la vida para robarlo.
Este domingo, a las 2:00 p.m., en compañía de sus padres: Neyra Sandoval y Reinaldo Niño, y de sus hermanos Reyner, Reina y Naileth, será trasladado al Cementerio Municipal, en la ciudad de San Antonio del Táchira, para la cristiana sepultura.
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