En mi empeño por reivindicar, históricamente, al maestro y maestra tachirenses desde mi cátedra universitaria, por espacio de ocho lustros, esta vez me asomo a un ser muy respetado y apreciado que se nos fue en silencio: NESTOR COLMENARES. No sé por qué los maestros se van silenciosos de este mundo después de manejar tanto la palabra, a lo mejor porque el silencio también educa. Cuando los maestros se van, como este viejo amigo, los ojos del alma despiertan con fuerza para preguntarnos por qué la eternidad no es igual al tiempo. Este gran amigo y colega fue quien nos recibió y valoró para dar clases en el INCE hace más de cuarenta años; desde entonces soy Instructor nacional de esa institución. Cómo recuerdo aquellas tertulias generosas, de enseñanza mutua, que compartíamos con Néstor, Fernando Coronado y Carlos López García.
NESTOR COLMENARES será recordado en la Historia de la Educación del Táchira como uno de los forjadores de una “casa de la educación práctica” tan digna, respetada y útil excelente como el INCE Táchira. Hombre de talante democrático, de humor gratificante, contador excelente de cuentos y leyendas de San Cristóbal, cumplidor sereno de su deber, compañero de la disciplina que forma almas nobles, padre ejemplar, formador de habilidades, prudencia y moralidad como fines indispensables de todo buen educador.
Te fuiste viejo amigo, por donde se van las almas buenas, por el río que no duerme para encontrar nuevos amigos y continuar las tertulias con Dios. Entonces los ojos del alma dejarán de llorar por tu partida. Adiós viejo amigo y colega, allá nos veremos cuando nos toque navegar el mismo río. Adiós.
Temistocles Salazar