Eduardo Fernández
¿Qué habría que reconstruir en Venezuela después de un cuarto de siglo de destrucción? Prácticamente, todo. Todo hay que reconstruirlo, porque todo ha sido destruido.
La semana pasada comentamos acerca de dos de las palabras contenidas en el título del panel que se celebró en el marco del Congreso Ignaciano para conmemorar los cien años de la educación Jesuita en Venezuela. Ellas fueron: Inclusión y Reconciliación. Nos quedó pendiente, Reconstrucción.
¿Qué habría que reconstruir en Venezuela después de un cuarto de siglo de destrucción? Prácticamente, todo. Todo hay que reconstruirlo, porque todo ha sido destruido.
En primer lugar, hay que reconstruir la democracia, el estado de derecho, la primacía de la Constitución Nacional, el respeto a los derechos humanos, la igualdad ante la ley. El principio de la independencia y autonomía de las ramas del Poder Público. El compromiso de descentralización, regionalización y municipalización del Poder Público. También había que reconstruir una Fuerza Armada como institución profesional al servicio de la nación y nunca al servicio de un partido político o de una ideología. También había que reconstruir una política internacional que nos reconciliará con amigos tradicionales de Venezuela como los Estados Unidos, las democracias europeas y todas las naciones del hemisferio occidental.
En segundo lugar, habría que reconstruir la economía venezolana. Acabar con la inflación y con la recesión. Una economía que genere riquezas para todos, bienes y servicios y empleos decentes para todos. Recuperar la industria petrolera y diversificar la actividad productiva en nuestro país.
En tercer lugar, tenemos que construir una democracia sin pobreza en Venezuela. Ese objetivo es alcanzable, y no será con bolsas CLAP, sino con más y mejor educación y con empleos bien remunerados para todos los venezolanos con voluntad de trabajar, de producir y de salir de la pobreza.
En cuarto lugar, hay que garantizarle a Venezuela y a los venezolanos servicios públicos modernos y eficientes: agua, luz eléctrica, salud, educación, seguridad, transporte, gasolina, gasoil, etcétera.
Finalmente, hay que trabajar por construir una Venezuela sin corrupción. Un país con elevados niveles éticos y morales. Para eso hay que combinar tres cosas: educación en valores, sanciones ejemplares y reducción del tamaño del Estado para eliminar la permisología innecesaria y las alcabalas que corrompen.
Seguiremos conversando.