Humberto González Briceño
La única diferencia entre las elecciones del 2024 y las últimas es que hoy hay más incertidumbre en torno al proceso y menos venezolanos en el país, como resultado de la migración. Pero en estas condiciones que conducen a un resultado que se puede fácilmente predecir, la falsa oposición insiste en hacerse parte de ese remedo de acto electoral.
Lo otro que ha cambiado es que ante el fracaso y el descrédito de la MUD, la candidatura de María Corina Machado se perfila como la segura ganadora, contando incluso con el apoyo de las clientelas de los partidos del G4. Pero aun ganando la elección Primaria, como parece será, la candidatura de MCM no podría ser inscrita para competir contra Nicolás Maduro, sumando más incertidumbre a una salida emocionante, pero sin rumbo definido.
Cuando repasamos con los más entusiastas promotores de María Corina lo que ha sido la experiencia electoral de estos 23 años y se demuestra que esas reglas de juego hoy siguen intactas, no pueden ocultar su impotencia y su incomodidad. Impotencia para refutar la evidencia e incomodidad para explicar cómo en base a buenos deseos se pueden cambiar las realidades.
Hay un segmento considerable de la población venezolana que hemos llegado a la conclusión de que mientras lo fundamental del sistema electoral no cambie, el resultado seguirá siendo el mismo. De muy poco vale someter nombres de la calidad y la popularidad de María Corina Machado a una estructura electoral que se mantiene intacta. Menos valor aún tiene el argumento resignado de quienes dicen que se trata de una candidatura simbólica para dejar una vez más en evidencia el carácter tiránico del régimen. Nos han sobrado candidaturas simbólicas a lo largo de estos 23 años y una más no hará la diferencia a la hora de confirmar lo que propios y extraños ya saben. Estamos frente a una tiranía que finge elecciones y se sostiene por la fuerza.
Fue precisamente María Corina Machado quien correctamente acuñó la frase “En tiranía no se vota”. Pero hoy, al igual que la dirección de la MUD se niega a rendir cuentas de su fracasada estrategia desde 1999, María Corina tampoco parece dispuesta a explicar por qué ahora en tiranía sí se vota, sobre todo cuando lo esencial del juego electoral en Venezuela no ha cambiado.
Muchos de quienes ayer atacaron a MCM por “radical” y abstencionista hoy la apoyan y celebran a rabiar su regreso a la fórmula electoral. Como no hay forma de racionalizar esta nueva ilusión que irreversiblemente llevará a otro desengaño, los más entusiastas solo atinan a acusar a los escépticos de pesimistas y aguafiestas. Pero hay que recordarles que después de 23 años de experiencia acumulada ya no queda más espacio para las ilusiones y las fantasías que anuncian salidas milagrosas.
El primer acto de rebeldía consciente frente a la tiranía es poner los pies en la tierra y tratar de entender la realidad en la que estamos para poderla cambiar. Ese es el paso del más brutal realismo político que han dado quienes se han visto obligados a emigrar y quienes se quedan en el país atrincherados en el abstencionismo militante como forma de lucha. No más fantasías ni ilusiones, aunque el precio sea la endeble etiqueta de pesimistas y aguafiestas.- @humbertotweets