Frontera
«Botellas de 2 litros»: el negocio de recicladores para cubrir demanda de los vendedores de gasolina
12 de agosto de 2023
El Dato
La gasolina colombiana se sitúa en 8 mil pesos los 2 litros, mientras que la venezolana en 7 mil. «La gente es la que decide»
Jonathan Maldonado
Las botellas de plástico de 2 litros, los vendedores de gasolina en San Antonio del Táchira la pagan en 200 pesos, una opción viable para los que se dedican a diario a reciclar plástico en la frontera.
Los puestos informales de venta de carburante colombiano y venezolano han aumentado en el municipio fronterizo Bolívar. Cada día son más hombres y mujeres que se insertan en un oficio que se ha normalizado en las principales vías.
Desde la entrada al barrio 5 de Julio y hasta la iglesia La Sagrada Familia, un tramo liderado por la avenida Venezuela, se contabilizan 25 puestos. La mayoría exhiben las botellas de plástico de 2 y 1 litro, acomodadas en cestas o amarradas a alguna base que resista las fuertes ventiscas.
«Constantemente, les compramos las botellas a los recicladores. Por la más grande, la de 2 litros, pagamos 200 pesos; y por la de 1 litro, damos 100 pesos», aseguró un vendedor de combustible, ubicado en pleno casco central de la ciudad.
Mientras movía el embudo en sinónimo de que sí hay gasolina disponible, explicaba al equipo reporteril de La Nación que siempre existe la necesidad de comprar los envases, pues algunos se dañan con el tiempo y otros no son devueltos por los clientes que, por alguna u otra razón, se llevan el líquido en las botellas.
«Le estamos ganando a cada pimpina de 40 litros cerca de 10 mil pesos», detalló quien, por seguridad, prefirió no dar su nombre. La gasolina colombiana se sitúa en 8 mil pesos los 2 litros, mientras que la venezolana en 7 mil. «La gente es la que decide».
En su puesto, la que más sale es la gasolina colombiana. Esa preferencia se observa en gran parte de los tarantines improvisados en el área de frontera. «Con lo que gano, llevo la comida a la casa. Algo hay que hacer», manifestó.
Y es que ante la poca oferta de empleos formales, la opción de ofrecer gasolina en la calle cobra fuerza con el transcurrir de los años. «Uno se ajusta a la realidad que estamos viviendo», sentenció el ciudadano, oriundo de Barquisimeto, estado Lara.
En frontera, lleva seis años viviendo con su familia, de los cuales los últimos cuatro años los ha invertido en el oficio informal. «Antes, uno se escondía. Ahora se ha normalizado, nadie nos molesta. Claro, siempre nos piden el famoso aporte», subrayó.