Francisco Pérez Alviárez
La idea romántica de la libertad que había cultivado Francisco de Miranda desde que abandonó el uniforme español lo llevó a recorrer el mundo entero, siempre reconocido por sus pares como una fusión entre librepensador y filósofo con genio militar.
Su extensa biblioteca rescatada y estudiada por el célebre diplomático venezolano Caracciolo Parra Pérez da cuenta de la evolución del pensamiento del joven y viejo Miranda y los estrellones que se dio contra la política en la realidad, siendo uno de los más notables su amor y odio contra la Revolución Francesa, la que casi le cuesta la vida y por la que estuvo 18 terribles meses en prisión con la amenaza de ser pasado por la guillotina en al menos 2 ocasiones.
El 10 de marzo de 1792 llegó Miranda con 42 años a la París revolucionaria con más de 20 años de viajes por el mundo en su equipaje y las experiencias políticas del sistema inglés, ruso y norteamericano, quedando enamorado de los postulados revolucionarios franceses a los cuales se entrega sin medidas, como él mismo diría después “sintiéndose cada vez más francés y menos español”. ¿Por qué años después aborrecería la revolución a la que llegó a defender con su propia espada?
A pesar que los líderes revolucionarios concedieron a Miranda altos grados militares, las pugnas internas y la corrupción hicieron que como las pirañas los Jacobinos y Girondinos (Partidos políticos franceses en el poder) se hicieran matar unos a otros, los amigos girondinos de Miranda como Brissot y Petion fueron asesinados o se suicidaron, mientras que los radicales revolucionarios que habían hecho de Miranda su enemigo tomaron el poder, eran nada más y nada menos que Jean Paul Marat, el célebre Danton y el temible Maximilien Robespierre.
La ineficacia de la revolución la hacía insostenible, el poner en máximos cargos a militares o políticos sin méritos para ello hizo que las potencias lograran mellar el ejército francés en las fronteras acusando a los Generales tras las batallas, entre esos Miranda quien fue detenido una primera vez por traición, pudiendo salir absuelto de su juicio y retirándose del servicio militar francés.
Inició entonces contra él una terrible persecución, acusándolo de extranjero, espía inglés, espía español y contrarevolucionario defensor del imperialismo. Empezaba entonces en Francia el período conocido como “La Terreur” o el terror, donde quienes fueran acusados arbitrariamente de estar contra la revolución eran apresados y casi siempre guillotinados, siendo esto más oscuro que los mismos períodos monárquicos que juraban destruir.
El 5 de julio de 1793 la casa de Miranda fue allanada por comisarios franceses sin orden para entrar y se lo llevaron preso a la cárcel de La Force donde permaneció en terribles condiciones por más de un año.
Durante ese tiempo Miranda denunció y escribió en sus diarios que todos sentían un horror profundo por quienes gobernaban entonces Francia. Cuando hablaba del tema su lenguaje era de cólera y de indignación, pues no veía en ellos la esperanza de solución.
Según reseña la biografía mirandina de T. Polanco Alcantara, cada día sufrían los presos nuevas formas de vejación. Fueron privados del derecho de hacerse llevar comida desde fuera de la prisión y se ordenó que todos tomaran los mismos alimentos. Las autoridades crearon una empresa dedicada a alimentar a los presos que obtuvo grandes ganancias especulando con sus necesidades.
Miranda llegó a describir la Revolución Francesa de Robespierre como una “mezcla de culto al ser supremo y a la eliminación de los enemigos de la revolución con la aspiración de implantar su dictadura” según decía en su diario personal. Robespierre creó un sistema político y económico insostenible que no podía terminar de otra forma que con la muerte de su autor.
Francia había llegado a una miseria histórica, los precios de los alimentos estaban fuera del alcance de la mayoría. Surgió una nueva clase social formada por personas enriquecidas como efecto de la revolución. En París se formó un ambiente de lujo al lado de la miseria, una situación social tan o más precaria que con la monarquía, un grupo numeroso de ricos y un grupo más numeroso de pobres, con la diferencia que ahora los ricos carecían de título nobiliario.
El 27 de julio de 1794 Robespierre sucumbió ante la rebelión de sus seguidores, fue apresado y guillotinado. De no haber sucedido esto el destino de Miranda hubiese pasado por las afiladas hojas de la guillotina, hecho que acabara con la vida del precursor de la libertad americana.
El prócer venezolano vivió allí hasta 1798, embarcó luego a Inglaterra donde el sistema imperial inglés inspiró el sistema político que querría él para Colombia, un parlamento bicameral con un soberano imperial hereditario llamado “Inca” que podría ser frenado por su parlamento. A pesar de esto, Napoleón Bonaparte mandó a inmortalizar el nombre del venezolano en el Arco del Triunfo de París, siendo el único americano en tener el honor de aparecer dentro de la historia francesa como héroe y villano.
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