El incendio se registró cerca de las 8:30 a.m. del jueves, en el barrio San Isidro de Ureña. Acababa de llegar la electricidad
El DATO
El camión supresor de bomberos y cuatro carros cisterna lograron extinguir las llamas
Jonathan Maldonado
Cuando Eugenio Pérez, de 60 años, llegó a su casa el pasado jueves 31 de agosto, quedó en shock, no podía hablar, pues el escenario que veía era una estructura devorada por las llamas. «Es como cuando se le muere un familiar a uno. Uno queda petrificado», aseguró.
Pérez había salido desde muy temprano al ambulatorio de Ureña, para acompañar a su hija menor que presentaba un quebranto de salud. Estando en las instalaciones sanitarias, recibió la llamada. Al llegar al sector fronterizo El Canal, en el barrio San Isidro, cerca de las 9:00 a.m., el fuego había consumido la estructura en su totalidad. Los bomberos trabajaban para evitar que la conflagración se extendiera a otras viviendas.
Un corto circuito, cuenta el sexagenario, fue el causante del voraz incendio. «La casa de la vecina también se quemó, perdieron todo», dijo, mientras agradecía a la Providencia, ya que dos de sus tres hijos, que aún dormían en la casa, consiguieron salir a tiempo.
Pérez indicó que, en anteriores oportunidades, se había presentado dos conatos de incendio por escenarios parecidos. Esta vez fue tan agresivo que abarcó cada espacio de las casas improvisadas, a base de zinc y madera, sin darle chance de recuperar algunas de sus pertenencias.
El hogar de Pérez está conformado por cinco personas. «Mi esposa trabaja limpiando casas. En ese momento estaba ocupada en sus labores. Ella tampoco permanecía en casa», recordó con la tristeza tatuada en su rostro. Se quedaron, literalmente, en la calle. «Llevábamos 18 años acá», acotó.
«A mí me avisaron en mi negocio»
Yuri González, de 34 años, es integrante del otro núcleo familiar. Junto a su esposo y dos hijos vivía en la otra casa afectada por el fuego. Tenían 15 años en la zona. Ella se hallaba laborando en un local que arrendó para arreglar zapatos, cuando fue alertada por sus vecinos.
Del local, ubicado en el sector Puente Amarillo, hasta su casa, la distancia es corta. Pudo acudir rápido. «Cuando abrí la puerta de mi ranchito, las llamas tenían todo cubierto, no podía hacer nada. Lo que hice fue llorar», rememoró con la imagen aún fresca en su memoria.
González hizo un inventario de lo que perdió: Nevera, cocina, lavadora, licuadora, televisores, ropa, ventiladores y camas. «Nos quedamos solo con la ropa que teníamos puesta», indicó desde el local donde trabaja y que han reacondicionado para dormir mientras deciden qué van a hacer.
La familia tenía un loro de mascota. No se salvó de las llamas. Fue la única víctima de un incendio que pudo ser extinguido por 10 funcionarios del Cuerpo de Bomberos, a mando del comandante Elio Salazar, y con la colaboración de cuatro camiones cisterna, además del camión supresor de la institución.
Manos solidarias
A Pérez y a su familia, una vecina les cedió el garaje de su casa para que no pasen las noches a la intemperie. «Los vecinos nos han donado mucha ropa, zapatos y utensilios para la cocina», agradeció desde el terreno donde el incendio devoró su casa.
Otros residentes del barrio se han acercado con mercados para las dos familias. El espaldarazo, por parte de los habitantes, ha sido grande, una muestra de la humanidad que hay en cada núcleo en un momento tan difícil para los afectados por el incendio.
Este viernes 1° de septiembre, la comunidad continuaba acercándose para ver en qué podía colaborar con los damnificados.
Esperan ayuda gubernamental
Las autoridades no han arribado al lugar. Solo tuvieron la presencia de los organismos de seguridad ciudadana, quienes, junto a los bomberos, realizaron su trabajo frente a la emergencia que se vivió ese jueves, en horas de la mañana.
Tanto González como Pérez instaron al alcalde Jhon Carrillo y al gobernador Freddy Bernal a dirigir su mirada hacia dos familias que lo perdieron todo, y requieren de la colaboración para ir erigiendo nuevamente sus viviendas.
«Necesitamos muchas cosas. Desde un ventilador, camas y hasta una cocina, nevera o lavadora. En estos momentos, no tenemos nada», subrayaron.