Regional

Los tres gritos de Estupiñán

12 de septiembre de 2023

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Por Omaira Labrador

-I-

—Me levantaré y aprovecharé que hay luz — la palabra electricidad le parece muy larga — para hacer café, desayuno y algo de almuerzo. A correr — se dice así mismo Juan Estupiñán a las 6 y 30 am.

Estupiñán, profesor de profesión, vive en el estado Táchira, municipio Bolívar.

El profesor toma su taza de café espeso como le gusta, pone sus dos tradicionales arepas en el budare y el arroz para adelantar el almuerzo, en la cocina eléctrica. Ya cuenta varias semanas sin gas.

De repente gritó: ¡Ay, se fue la luz!

Primer corte del día en la parroquia El Palotal. Ya está acostumbrado. Son tres cortes fijos.

Transcurrió una hora y la experiencia le dice que un apagón puede ser de tres horas. Sale a la panadería. Resolverá el desayuno con pan.

Llega al local. Allí tienen planta eléctrica. Pide, sonriendo, la compra y se dispone a pagar con tarjeta. Tres veces intenta la empleada pasar el documento del banco Bicentenario de Estupiñán y nada. El que le sigue en el turno, con pesos en manos, dice: cuando se va la luz tampoco sirve internet.

Regresa a su casa y se dice: ya debe estar por llegar. Efectivamente a las 9: 45 hubo de nuevo el servicio. Termina las arepas. Y sigue con el arroz en cocción.

-II-

A las 10 y 20 otro grito de Estupiñán: ¡Otra vez…se fue la luz!

Piensa Estupiñán: bueno ahora cuando llegue, termino almuerzo.

Las 12 y nada. A las 3 de la tarde comenta:

¿Será que pasa algo?  ¿Será un problema mayor? Recuerda el apagón nacional del año 2019.  Intenta prender la radio  y no funciona. Mira el teléfono y ningún mensaje entraba por su WhatsApp, ni siquiera de texto.

Sale a la calle y solo siente calor. Soledad. No puede dar un recorrido en la moto, porque la poca gasolina que tiene la guarda para una gran emergencia.

La electricidad fue restablecida a las 3 y 45 de la tarde. Se dispone a hacer almuerzo y cena “por si acaso”. Piensa en lavar, pero sonriendo piensa que ese día no tenía servicio de agua; otro servicio no constante en su comunidad.

Por redes sociales se entera que no hubo nada anormal con la electricidad. Solo era dos de los tres cortes que afectan su cotidianidad a diario.

-III-

Termina de almorzar. Adelanta en la cocinilla eléctrica la cena. A las 6 y 30 de la tarde el tercer grito de Estupiñan: ¡otra vez, otra vez sin electricidad, maldición!

Calor soledad y el ruido de algunas plantas eléctricas interrumpen el silencio de El Palotal.

—Mañana será otro día—exclama Estupiñán a sabiendas que el día siguiente sería igual al que estaba feneciendo. (OLM)

 

#NoFicción #Microcuento

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