A sol y lluvia, pobladores reparan el «paso malo» que amenaza con dejar incomunicados a los conductores entre El Mirador y los municipios Capacho Nuevo y Junín. Es urgente que haya reparaciones en la carretera
Freddy Omar Durán
Desde que ocurrió la devastación más radical de la vía que pasa por Santa Elena, un poco allá de la alcabala de El Mirador, sobre el Kilómetro Uno, en avance hacia Rubio, por allá en 2017, apenas algo se hizo para que no se perdiera la transitabilidad por un tramo de gran importancia.
Si pasar por ahí ocasionalmente, ya es un riesgo, el transitar diario para un vehículo, significa el sacrificio del mismo
En un punto más crítico,en uno de los extremos de alrededor de 150 metros destapados, las llantas patinan peligrosamente si se va de subida; y de bajada, es necesario disminuir la velocidad, y por eso se hacen frecuentes las colas, pues nos es bueno los afanes pagando el precio en la integridad material y física, del chófer y su vehículo
En ocasiones, obreros espontáneos se han apostado con herramientas y algo de brea para poner pañitos de agua tibia, mientras piden a los «pasantes» alguna colaboración. Ahora a la cuadrilla se han incorporado más hombres, de más allá y más acá de Santa Elena, en tanto la situación no se soporta más; y con las lluvias que se avizoran, las complicaciones están a la vuelta de la esquina.
— Queremos que las autoridades de los poderes nacional, regional y municipal se aboquen a las soluciones, muchos de los cuales se han hecho acá presentes. Pero ni siquiera nos han dado el material asfáltico y relleno para nosotros mismos extenderlo. Hasta sin tomar café hemos venido aquí desde las 5 de la mañana— afirmó Cándido López, que pese a cruzar los setenta años, era uno de los que más ganas le ponía al trabajo.
Ese problema incide negativamente por igual para los residentes de Lagunillas, Tononó, Berlín y La Popa, algunos participes de la faena. Alrededor de 100 personas se habían concentrado en el «paso malo» más con la intensión de que sus esfuerzos sean un verdadero llamado de atención y no lanzarse a la protesta.
A la jornada se han incorporado conductores de las líneas autobuseras, quienes a duras penas pueden cubrir la ruta completa, y deben dejar a los pasajeros en un lugar para que hagan transbordo.
—Esto está muy feo y se nos dañan las unidades. Muchas veces los pasajeros en plena lluvia los hemos tenido que dejar para que atraviesen este tramo que así se pone resbaloso, y se embarran la ropa. Por eso nosotros nos pusimos de acuerdo y estamos arreglando el paso entre nosotros, y los del gremio también ayudan— explicó Renzo Bello, conductor de la línea Santa Rita y residente del lugar.
En la mañana del martes 12, el sol estaba en su mayor intensidad, y eso no amilanó a los pobladores que a punta de picas iban emparejando la vía.
A medida que ejercían sus labores, los automovilistas y motociclistas pasaban con cuidado; algunos indiferentes, y otros colaboradores, ya sea con una voz de aliento o con un pequeño monto. Un efectivo de la Guardia Nacional vigilaba el orden y el tráfico.