Carlos Orozco Carrero
El evento que se llevó a cabo en Pregonero con motivo de la conmemoración y celebración del Día de la Uribantineidad estuvo cargado de emociones y sentimientos encontrados. José de la Cruz García Mora, cronista del municipio Uribante, nos llevó a recrear las situaciones más adversas sufridas por la población debido a la perversidad del generalato gomecista allá por los años 20 del siglo pasado. Esa orden malvada de ir hasta el pueblo rebelde, acompañados de Candelario, Mateo y Roberto no tenía otra connotación sino la de llegar a Pregonero y áreas vecinas a meter candela, matar y robar al que osara responder en defensa de su terruño amado. Nunca imaginaron lo que les esperaba. Se encontraron con los campesinos que llevaban unos bolsos tejidos donde guardaban pertrechos y chimú, llamados chácaras. De allí eso de gritar: -Ahí vienen los chácaros arrechos. No pudieron contra los habitantes de esta tierra única. Después les cuento otra insoria de historia grande, cariños.
A mí no me gusta que me pongan apodos, señores. Es más, soy capaz de puñalear al que me falte el respeto con un sobrenombre. -Ya están advertidos, caballeros. –Pues, sepa que aquí a todos nos pusieron apodos y vamos llevando esa pernicia para todos lados. –Y quiero repetirles: No me gusta jugar con esas pingadas de remoquetes. -Mucho cuidado conmigo. –Entonces será usted el único por aquí. Y lo que es la vida, amigos. El hombre tan delicado quedó bautizado como “el único” dentro del grupo de camioneros.
Eso le pasa a Cosme por hacerle caso al gordo Sósimo. Esos apoyos y consejos solo sirven para la maldad contra vecinos y amigos. Cuando Cosme llegó donde su compadre Melquiades, todos se preocuparon al verle el brazo derecho enyesado. –Que te pasó, compadrito. El gurapo agarró fuerza y germinó para dar vida a un árbol enorme. El curo cargadito detrás de la reja invitaba a meter la mano para atrapar esos aguacates preciosos. El gordo recomendó esperar a que la noche ocultara la calle y la acera desde donde se podía tomar la preciada y apetitosa fruta. Así lo hizo Cosme. A Golpe de 12 de la noche se acercó a la reja sigilosamente y procedió a tomar el tesoro alimenticio. Cuando estaba a punto de sostener con fuerza la cura más cercana, unos ladridos infernales en la pata del árbol frondoso lo obligaron a salir corriendo con los pelos de punta. Con la huida no reparó en el golpe que se llevó al arrancar el brazo de entre la reja. Durante varios minutos jadeó a media cuadra del sitio. Una fisura lo obligó a buscar ayuda médica y por eso el yeso que cargaba. Nunca olvidara la cara del dueño del solar en la ventana y sus carcajadas. Parece que el tipo había puesto una corneta enorme entre unos matorrales cerca del árbol y tenía una grabación de ladridos de perros bravos activada desde su dormitorio.
Un reencuentro maravilloso en la casa más bella de todas las de mi pueblo. Una señora bondadosa, Doña Aurora Roa de Molina, atrajo a sus hijos y amigos a una tertulia musical de amplia calidad fraternal. Sus pegotes, Yulio Virgilio, Williams Antonio y Ender, desde la distancia, prepararon la hermosa fiesta. Los vecinos más cercanos llegaron con alegría a saludar a la cumpleañera y el profesor Vargas, José Ramírez –farito- Guzmán Mora y este servidor acompañamos con unos acordes de música venezolana este acontecimiento maravilloso para todos los que tenemos el privilegio de contar con la amistad noble de esta bella dama, representante genuina del gentilicio uribantino. Wilbert, Tito, Ana, José Vargas, José de la cruz, también participaron de la celebración tan bonita. Un abrazo a todos, cariños.