Tan sólo cinco días de carencia de sueño bastan para dejar «huellas» en el cerebro, en la forma de daños estructurales en las fibras nerviosas, según una investigación publicada en la revista Sleep.
Un estudio realizado en ratones y encabezado por Chiara Cirelli, de la Universidad de Wisconsin-Madison, y Michele Bellesi, de la Universidad Politécnica de Le Marche (Italia), mostró que la mielina -el mecanismo protector que aísla los nervios- disminuye en solo cinco días de carencia de sueño.
En el experimento, explicó Bellesi en diálogo con la agencia ANSA, «hemos mantenido a ratones despiertos por cuatro días y medio, y la reducción del sueño fue del 70 por ciento (es decir que los ratones solamente dormían un tercio de lo normal)». El especialista continuó: «Si quisiésemos trasladar esta limitación del sueño a un ser humano que duerme, en promedio, siete horas por noche significaría hacerlo descansar únicamente dos horas por noche en cuatro días y medio».
Con esta limitación de sueño los efectos en los animales fueron notables e inmediatos: enseguida luego de la pérdida de sueño se observó una reducción del espesor de la mielina, estructura fundamental para la salud del cerebro.
El mismo daño ocurriría con una privación de sueño menos intensa pero más duradera en el tiempo (por ejemplo durmiendo solo cinco horas por noche por varias semanas), reveló Bellesi.
«No sabemos -aclaró Cirelli- si el déficit de mielina permanece por largo tiempo, pero el estudio, el primero de este tipo, sugiere que pueden tener lugar daños estructurales debidos a la pérdida de sueño en una estructura como la mielina, considerada de por sí muy estable.
Un posible rumbo de esta investigación -concluyó- podría ser justamente la utilización de tomografía a emisión de positrones (PET) con trazadores radiactivos para descubrir si la carencia de sueño determina una reducción del contenido de la mielina también en el hombre, reseñó el Clarín.