Néstor Melani-Orozco
A doscientos años. Hoy 13 de diciembre de un idealista de la Gran Colombia en La Circasia de los Andes. Existió una mesa de tablas en el salón del monasterio franciscano de La Ciudad antigua del Espíritu Santo, llamada La Grita, y allí entre libros y una biblia escrita en latín, Antonio Mariño amasó de las harinas junto a los viejos frailes, con agua bendita, rezó los hechos de la «Multiplicación de los panes» y escribió las proclamas de las fuentes de la independencia. Perseguido por las órdenes del virrey y hecho de conciencias en aquella comarca; camino desde Pamplona hasta Mérida. Bajo la protección de los monjes de la orden de Asís. Y en cada recuerdo perdido en los silencios ignorantes, se guardaron los testimonios… Porque con los tiempos, aún existió en los tapiales de la pared del convento de Santa Clara en La Grita, una inscripción: «Ave María Grazie Plena» con fecha 1793. Entre lo que fue lindero muy de tres siglos después de la casona del maestro Antolin Parra y los secretos marchitos de la iglesia del convento. Donde afirmaron los ancianos que allí había estado exiliado un «vicepresidente de la Gran Colombia» relatos de mi abuelo Dionisos de los Orozco, quién conservaba un sello de la audiencia donde se afirmaba de poseer el nombramiento de «Capital del gran estado de los Andes». Muy de amarillas tierras con los dinteles por donde existieron ventanas y celdas. Lugar de oraciones y el viejo retablo de la Virgen de Chiquinquirá del reino. Vino entonces la luna y la anciana maestra María de los Duque, heredera del patriarca Tobías, enseñó a los alumnos sobre aquel interesante lugar de los frailes de 1580. Donde aún se permitía saber de un convento-monasterio. Era 1967, cuando la educadora enseñó con relatos. Y de los encantos de Fray Luis de Angarita hablando en latín frente a un Crucifijo muy viejo venido del Cuzco. Como de hablarles a los jóvenes residentes sobre «Samuel de Belhibet». Quizás de los pasajes de la Biblia. O del «Mártir del Golgota » de Pérez Scritp. Más desde las letras de Emilio Constantino Guerrero, como se hizo el milagro de Tadea. Con tanto lo hermoso de un Cristo del arte del manierismo. La mentora describió los aposentos y en uno de los lugares estaba el secreto de haber habitado entre persecuciones; el coronel Antonio Nariño, padre de la independencia de la Nueva Granada, más allá de la Gloriosa Policarpa Salavarrieta, y del ideario de Miranda con sus leyes heroicas en «Colombia». Hasta Fermín de Vargas, José Cortés de Madariaga y Eugenio Espejo. Porque La Grita, ciudad del Espíritu Santo, la heroica capital política de la colonia, desde los puntos de Tunja, Pamplona, Villa del Rosario, La Grita y Mérida. Poseía la hermandad de las secretas logias, como de pertenencia francesa de los maestros constructores. Y sobre descripciones asentadas en el convento, «hoy archivo de Mérida» sigue leyéndose que el prócer Antonio Nariño i Álvarez del Cadals, habitó oculto en el monasterio franciscano de Santa Clara de La Grita. Perseguido por el virreinato español. Y entre las meditaciones, oculto e idealista, logró traducir del francés al castellano: «Los Derechos del Hombre» designado en los horarios y en las simbologías de la orden de la Trinidad. Dicho en el libro «El Libertador en la Frontera» de Rafael María Rosales. Entre las afirmaciones del cronista de Pamplona: Augusto Ramírez Villamizar. Y el discurso académico del Dr. José Pascual Mora. Y desde las fuentes del secreto de la iglesia, como la fuerza de haber protegido al líder Antonio Nariño, entre los mantos y el oficio religioso cómplice de la libertad contra el imperio de Aranjuez. Antonio Nariño había nacido en Santa Fe de Bogotá, un 9 de abril de 1765. Habló el tiempo y la casa la vendieron frente a la iglesia neogótica de los ángeles. Y un día uno del obrero, esclavos de demoler los tapiales antiguos del patrimonio, encontró un ánfora de plata enterrada y dentro un libro con anotaciones desde 1793. Donde se afirmaba los secretos del padre de la Independencia de Colombia de haber vivido allí protegido por los misioneros. Y traído a esta comarca de casas blancas con cal por el notable lugarteniente: Juan Miguel de Quiroga, compañero de Nariño en la Sociedad Patriótica. El ánfora, la guardó en su coroteca el poeta Ramón Elías, nos la enseñó muchas veces. «Hoy bienes del valor histórico de nuestra ciudad». Y el libro fue adquirido por un profesor de apandillarse: Rojo Olivares. ¡Nadie dijo nada! En el libro de la iglesia guardaron muchos hechos, allí en la sacristía de la parroquia de los Ángeles, y hace cuarenta años, un sacerdote botó, sin reparar los contenidos, hasta la pila de bautizos del padre Fernando José García. El sacerdote que cobijó el sueño de Bolívar de los cuatro viajes del Libertador por los caminos de La Grita. Doblaron las campanas y entre aquellos alumnos de Doña María, estaban los que se cubrieron de historias hermosas. Desde: Carlos Galue, que después fue un gran geólogo y muy antes otros condiscípulos. Desde ellos, con gran voluntad de alumno: hoy, el Dr. Leonardo Salcedo. Y desde tantos misterios el profesor Fidel Orozco conservó las memorias. Escribió capítulos en sus menesteres de educador en Bucaramanga, Cúcuta y hasta Cartagena. Fue cuando detrás de los telones, de la iglesia en trescientos años después, el reverendo José Teodosio Sandoval regaló una Virgen, patrona de Zipaquirá a la capilla «Vega» de la Quebrada de San José, lienzo de los orígenes del convento; con firma de un fraile de apellido: Pernía, continuador de la escuela de Fco. De Orellana. Esto más de vocación, como para que el río olvidara las huellas del predicador de la libertad de lo que se señaló: como: «La Grande Colombia». Venido Nariño de ser Alcalde de Santa Fe. Y prisionero de la real audiencia, más periodista y prócer de Suramérica. Y desde las pertenecías. Los García hicieron en nombre de la emancipación con su bandera «Roja y Negra» la misma convertida en símbolo de honor de Juan José García de Hevia, padre de los Comuneros de La Grita en 1779. Desde su acta de proclamación en la casona de sus bienes en el plan de Aguadáis hasta las edades con los siglos. Antonio Nariño falleció en Villa de Leiva un día de Santa Lucia, de un 13 de diciembre de 1823. Y Magdalena Ortega elevó su espada de fiel mujer, por el hombre precursor de la independencia de Colombia. La misma e inmensa nación que adoró el General Simón Bolívar. ¿De saber que un idealista de la libertad se asentó en los secretos de un convento en el Espíritu Santo de La Grita? Para un día, con los venideros años; reclamarlo en un cabildo, que en dos siglos no entendió el significado del «Prócer de la emancipación, viviéndole oculto en La Grita» Y saber un mundo de un hombre dueño de todas las verdades.
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*Artista Nacional. *El Dr. José Pascual Mora lo hizo miembro de la Sociedad Bolivariana del Táchira. Y miembro Cronista de la Academia de la Historia. *Maestro Honorario. *Miembro Honorario de la Sociedad Bolivariana de New York. *Cronista de La Grita. *Miembro de Academia del Norte de Santander. *Doctor en Arte. *Premio Nacional del Libro 2021. *Honrado con un Salón en su honor en la Gobernación del Táchira. 2022. *Premio Internacional de Dibujo Joan Miró 1987. Barcelona. España. *La Feria Internacional del Libro 2023.se rindió en su nombre a su labor de escritor y dramaturgo.
______________ Fuentes: Archivo de Mérida desde Julio Villamizar. «El Libertador en la Frontera». Rafael María Rosales. El Último Libro de Don Fidel Orozco. «Las Fuentes de Nariño en La Grita»