Juan Vicente Gómez envió al primo Eustoquio al Táchira, como Presidente del Estado, en el año 1914. Eustoquio sembró el terror en su tierra natal. Más de 20 mil tachirenses se vieron obligados a irse al exilio
El 17 de diciembre de 1935 se conoce la noticia: murió Juan Vicente Gómez. El general Eleazar López Contreras asume el mando y le lleva la delantera a Eustoquio, quien todavía era presidente del estado Lara. Desde el 16 de diciembre corría el rumor de que Eustoquio Gómez sería el próximo Presidente y se temía por el regreso de este a Barquisimeto.
La ciudad es una olla de presión ante los comentarios. Se hacen reuniones en el Centro Social con el fin de solicitarle al general López Contreras que no permitiera el regreso de Eustoquio a Barquisimeto y además sugerir nombres para nombrar al nuevo presidente del estado Lara, entre ellos al doctor Honorio Sígala.
Habían comenzado las misas de aguinaldo en Altagracia, San Francisco, San José y La Concepción. Con la gente trasnochada, se efectúa una gran reunión pública en el Parque Ayacucho el 19 de diciembre en la tarde y desde la mañana todo el mundo estaba en la plaza Germán Roscio (hoy Alberto Ravell) para esperar la liberación de los presos políticos de Las Tres Torres, lo que se efectuaría al día siguiente, 20 de diciembre.
Los rumores crecen en cuanto a que Eustoquio había decidido regresar a Barquisimeto. El jefe de la guarnición militar se pone al lado del pueblo y se propone impedir que Eustoquio entre a la ciudad. En las carreteras se aposta gente armada para impedirle el paso. Sale para Caracas el general Eloy Montenegro, jefe civil de Barquisimeto, para avisarle a Eustoquio que no se venga, pues lo esperan para matarlo.
No regresó
Llega el 21 de diciembre y Eustoquio no regresó. Se había quedado en Caracas luego de las exequias de Juan Vicente y para tratar de adueñarse de la Presidencia. Lo que sigue es lo que más tarde relataría el propio López Contreras en palabras de Lameda Acosta un tiempo después: Ese día 21 de diciembre llega Eustoquio a la Gobernación del Distrito Federal con su hermano Fernando Gómez, con su yerno Leopoldo Briceño Torres, esposo de su hija Josefita, y algunos oficiales que lo acompañaban. Como un loco, Eustoquio entra al despacho del general Félix Galavís, nombrado por López Contreras como gobernador del Distrito Federal, a exigirle que le entregue el mando de la guardia “para barrer al pueblo a balazos”. Galavís le dice que se vaya y esto enfurece aún más a Eustoquio. Hay agitación entre los presentes y va llegando más gente. El pueblo está alzado. Quieren muerto a Eustoquio o que se vaya del país.
Suena el teléfono. “Llaman de Miraflores”, dice alguien. Galavís atiende la llamada. Era López Contreras, que le ordenaba detener a Eustoquio y lo trasladara a Maracay. Galavis le comunica a Eustoquio que es conveniente que se vaya o lo pone preso. Eustoquio se enfurece y, como hiena herida, trata de sacar su revólver, pero Galavís lo impide al saltar sobre él. En el tumulto que se formó suenan dos disparos y Eustoquio sale herido de gravedad. Intentan llevarlo a una clínica, pero la multitud llena de venganza lo impide. No había nada qué hacer. Ya estaba muerto.
Devoto de la Virgen del Carmen, expresó una última invocación, antes de morir a las 3:30 de la tarde del 21 de diciembre de 1935.
Fue enterrado en la madrugada del 22 en el Cementerio General del Sur en Caracas.
Ningún cortejo fúnebre, sólo su amigo Eloy Tarazona y unas patrullas de la policía lo acompañaron. Así como en su infancia en La Mulera buscaba al diablo, ese día de diciembre el diablo se lo llevó.
¡Mataron a Eustoquio Gómez!
Acercándose el mes final de aquel año de 1935, con la incertidumbre del próximo fallecimiento del hombre que había conducido con manos férreas las riendas del país: Juan Vicente Gómez, desde aquellos días del año 1908, múltiples rumores se escuchaban en las calles de Maracay y en cada uno de los rincones de Venezuela para un posible sucesor.
Hombres de la talla de Rafael María Velasco, Vicencio Pérez Soto, Eleazar López Contreras, ministro de Guerra y Marina, y el primo del hombre de La Mulera, Eustoquio Gómez, eran los candidatos a la sucesión.
Eustoquio era la persona que todos los lugartenientes de Juan Vicente ven con temor. Para ellos es un peligroso rival que cuenta con figuras del gomecismo como Félix Galavis, el Coronel Alfredo Gámez en Maracay¸ Eloy Tarazona. En Barquisimeto tiene la guarnición comandada por un coronel Romero.
Tarazona como ordenanza del dictador tiene informado al primo, sobre su estado de salud. Eustoquio desde Barquisimeto mueve las piezas a finales de noviembre; para él, Venezuela es una hacienda obtenida por los Gómez y no piensa permitir que nadie le dispute su derecho sucesoral.
Ya para principios de diciembre Tarazona le recomienda a Eustoquio que abandone el estado Lara y el primo se sitúa en Maracay, pero pareciese que todos apoyan al Ministro de Juan Vicente, cuenta con apoyo de sectores del Ejército, la Banca, sectores gubernamentales y el comercio.
López Contreras cuenta también con el apoyo de las compañías petroleras y solo falta que el de La Mulera falleciese.
Eustoquio se sentía amenazado es sus dominios larenses, ya había expulsado al coronel Pedro Luis Duno Heres acusándolo de ser un espía de Pérez Soto, aunque el militar solamente había ido a Lara a vigilar unas propiedades que allí tenía.
Cuando el dictador cae en cama, López Contreras pone en alerta las guarniciones del país. Sus lugartenientes se acercan ante la gravedad de su jefe a Maracay. Pérez Soto, Félix Galavis, Rafael María Velasco, José María García y el mismo Eustoquio esperan la mala noticia.
Mientras a Eustoquio lo informa, sobre la salud del primo, Tarazona, a López Contreras le lleva noticias Regina Gómez, hermana del sátrapa.
López Contreras tiene el control de la plaza de Maracay, pero el primo y Tarazona están en la nueva capital del poder político en Venezuela.
Eustoquio conspira, pero el Ministro de Guerra y Marina toma las riendas del poder gradualmente, los jefes de las guarniciones deben obrar en consonancia con los presidentes de Estado.
López Contreras sabe que Juan Vicente no pasará la crisis y se encuentra con Eustoquio en la casa de Regina. El Ministro asegura que él se atiene a lo que dice la Constitución y su cargo en el Ejército.
Expone que si el Gabinete lo escoge como Presidente transitorio lo aceptará, hasta que el Congreso lo prevea, como lo decía en ese tiempo la Constitución, y le pidió a Eustoquio su colaboración. Regina interviene y trata de reconciliar a los dos hombres aduciendo que le deben tener confianza al Ministro.
Supuestamente se logra la concordia entre los rivales, pero ambos hombres saben que no es así.
Pérez Soto propone matar al primo y se prepara una emboscada, pero se suspende a los días.
Félix Galavis se une a López Contreras y el 16 de diciembre el Ministro intercepta un mensaje de Eustoquio para Eloy Montenegro en Barquisimeto. No puede detener al primo por su cercanía con Gómez, pero mete preso a Tarazona.
Se comunica con los cuarteles, el batallón de Caballería, el Regimiento de Artillería, la Brigada N° 3, la Escuela Militar y Naval, no tienen novedad, Mérida, San Cristóbal y Maracaibo están tranquilos.
El 17, Eustoquio ya se encuentra solo, ya compraron al jefe de la guarnición de Barquisimeto con dos millones.
A las 11:30 p.m. muere Gómez. López Contreras recibe la noticia en su oficina de Ministro, hay acuartelamiento absoluto. Convoca una reunión al Gabinete una hora después.
El Gabinete delibera, debe escoger al Presidente Provisional. Se escoge entre un civil, Efraín González, ministro de Hacienda, y un militar, López Contreras. Gana el soldado por siete votos al civil.
Asume el mando y ordena destituir al primo, no dejándolo regresar a Barquisimeto y en su nombre se sugiere el nombre al doctor Honorio Sígala para nuevo Presidente del estado Lara.
Después de los funerales de Juan Vicente, el nuevo presidente provisional se traslada a Caracas y desde la Casa Amarilla se dirige al país.
Indica que gobernará a la nación en el más estricto orden legal, respetando los derechos ciudadanos. Al llegar a Caracas no encuentra divisiones en las guarniciones del país.
Pero existe una pregunta que ensombrece el horizonte del nuevo Presidente: ¿Aceptará la investidura de López Contreras, Eustoquio Gómez?
Eustoquio era brutal, no perdonaba. Siempre se dejaba llevar por la violencia. Por eso se vio metido en un gran problema en el año de 1903, cuando en una taberna de Puente Hierro le metió dos tiros al gobernador Mata Illias.
Gómez envió al primo al Táchira, como Presidente del Estado, en el año 1914, y Eustoquio sembró el terror en su tierra natal. Más de 20 mil tachirenses se vieron obligados a irse al exilio.
Los rumores van y vienen, el jefe de la guarnición de Barquisimeto se propone evitar la llegada de Eustoquio a la región larense y se sitúan hombres armados en los caminos para impedirlo. Eloy Montenegro le avisa que en Lara lo esperan para matarlo, su prima Regina le recomienda no ir a Caracas.
El 21 de diciembre llega acompañado de su hermano, de su yerno Leopoldo Briceño Torres y algunos de sus oficiales a la Gobernación del Distrito Federal y entra violentamente a las oficinas del gobernador general, Félix Galavís, nombrado por López Contreras, para exigirle que entregue el mando de la guardia.
Galavis le indica que es mejor que se vaya, a las afueras se está reuniendo una multitud en su contra que grita “¡Mueran los Gómez! ¡Abajo los Gómez!”.
López Contreras lo manda a detener y llevarlo a Maracay, Galavis le indica que es mejor que se vaya o lo hará preso. Eustoquio furioso trata de sacar su arma, pero Galavis es más rápido abalanzándose contra él, escuchándose dos disparos.
Cae Eustoquio herido de gravedad, lo intentan llevar a una clínica, pero ya está muerto.
¡Mataron a Eustoquio Gómez! Se oye en el lugar. Eran las 3:30 de la tarde. (Compilación de Daniel Useche)