Dos cañonazos le asestó el batallón de Los Casanovas a Los Chicharras, con los que coronó el primer lugar en la onceava edición del campeonato cultural, que se celebra durante cada época decembrina en el corazón tachirense.

Los primeros 26 minutos del partido fueron reñidos hasta que apareció el casanova número 11, Alejandro Guerra, y superó al guardameta para asestar el primer disparo.

Ante la ofensiva, Los Morocotos brillaron, ofreciendo resistencia; sin embargo, en el minuto 31, de la segunda mano, un cañonazo del número 18 de Los Casanovas, Juan Ramírez, desde la posición de saque de costado y a más de la mitad del terreno, voló directo y traspasó el portal del conjunto rival, lo que sumó el segundo golpe para la oncena; zapatazo que fue victoriado por los más de mil espectadores concurrentes a la contienda.

Cuarto lugar para Los Tornillos

Minutos antes, otra batalla definió la tercera y cuarta posición, en el paredón de los penales, donde Los Chicharras atornillaron a sus contrincantes al grado inferior, con tres chicharrazos contra dos tornillazos.

El Campeonato Interfamilias, además que brinda la particularidad de conformarse por equipos de ambos géneros (masculino y femenino), se proyecta como una actividad cultural que algunos visitantes han catalogado como única en su clase y ha encarnado por más de una década la unidad decembrina entre el pueblo michelenense.

—Este tipo de eventos sociales son espectaculares; una experiencia diferente y, más allá de todo esto, ver este ambiente espectacular (…) (además que) tiene un toque especial: ver la participación de familias; es algo diferente. Nunca había visto algo igual —, expresa Jorge rivera, árbitro internacional, quien con más de 25 años de trabajo en los céspedes balompédicos, reafirma así la autenticidad de este símbolo cultural.

Y aunque durante su desarrollo pudieron presentarse rencillas que emergen con la adrenalina, propia una batalla futbolística, siempre las mismas se vencen en el campo, pues ese es el espíritu deportivo: la integración de la comunidad que mora en el corazón tachirense.

Texto e imágenes: Gabriel Vivas