Carlos Orozco Carrero
Por un corte de pelo casi se arma las de San Quintín en el kiosko “El Viboral” de barrio Obrero. La culpa no la tuvo el barbero, señores. El profesional de la tijera y el peine intentó acomodar las mechas de nuestro amigo sin lograr un efecto agradable al ojo de sus panas del sitio de reunión de este grupo de desocupados, casi todos jubilados y de buena conversa diaria. Fue tal la mamadera de gallo por el desastre de pelo que le quedó al señor involucrado en esta tragedia desmodada, que pasó desapercibido el estreno de unos zapatos hermosos que estrenó aquella mañana de enero. Hasta un comentario piadoso de una señora que pasaba por el lugar se escuchó para atizar la burla de todos. –Se le ve hasta bonito el pelo encanalado, dijo la vieja sapa.
Se mantiene en el corazón de los tachirenses todo el sentimiento de pertenencia con La Vuelta al Táchira en bicicleta. Hemos sido testigos de la inmensa labor cumplida por nuestros pedalistas y en especial el trabajo realizado por nuestro paisano Luis Mora para imponerse en la etapa que llegó al pie del Cristo milagroso de Capacho. Muchos viejos amigos, con sus hijos y nietos, amontonan siempre el circuito hermoso de las avenidas España y 19 de abril para asegurar la permanencia de este evento deportivo que mueve a miles de aficionados cada año. Esperamos que el próximo año Pregonero reciba la vuelta con los brazos abiertos, cariños.
La gente está enferiada, cariños. Me gusta observar el movimiento de la colectividad en cada evento programado este año. Brindis, invitaciones y pernicia por doquier para no dejar morir esta feria grande. Claro, muchos elementos dejan sus ácidos comentarios sobre sus cuitas por las festividades de antaño para desanimar a la mayoría. –Lo que pasa es que las ´piernas no les aguantan tanto tiempo para observar los eventos, dice Pulqueria con un refajo completo. En vez de buscar acomodo con alguna sillita plegable, se esmachetan a despotricar sobre la fiesta de todos. El gordo Sósimo siempre lleva un frasco grande de plástico que le quedó de una operación de un nuche hace tiempo y ahora orina disimuladamente detrás de algún árbol o camión mal estacionado. Siempre lleva pantalón oscuro para que no le noten lo chispeado de los apuros de la vejiga apretada.
¡Hablaremos de la feria taurina después de las corridas, mataores!