Eduardo Fernández
Así como se habló del milagro alemán para referirse al inmenso esfuerzo que hizo la nación alemana para resurgir después de la catástrofe de la Segunda Guerra Mundial, así se hablará del milagro de la resurrección de Venezuela después de estos años tormentosos que han caracterizado el comienzo del siglo XXI.
Venezuela ha sido examinada en muchas universidades del mundo como un caso de estudio. De cómo un país con todo lo necesario para tener éxito, condenado a tener éxito, ha podido atravesar la terrible crisis humanitaria que hemos sufrido en los últimos años.
Venezuela volverá a ser un caso de estudio en las universidades del mundo como el ejemplo de un país que fue capaz de rectificar el rumbo. De dejar atrás la política de la confrontación inútil y asumir una política de unión alrededor de un programa de recuperación nacional.
Lo primero que tenemos que hacer es recuperar la dignidad y la majestad de las instituciones llamadas a dirigir la vida nacional. El respeto al estado de derecho, la vigencia del orden constitucional, el acatamiento al principio de la independencia y autonomía de las ramas del poder público. Un gobierno sin presos políticos, sin lideres inhabilitados arbitrariamente para el ejercicio de sus derechos políticos, sin exilados y sin partidos políticos intervenidos judicialmente. Es lo que hemos llamado “más y mejor democracia”. Un país con más descentralización, regionalización y municipalización del poder público. Con una Fuerza Armada profesional, no deliberante, al margen de la diatriba política. Una Venezuela con relaciones cordiales y armoniosas con todas las naciones del mundo. Especialmente con aquellos países que han sido tradicionalmente nuestros amigos. Todo eso podemos hacerlo y mucho más. Al análisis de todos los aspectos del Milagro Venezolano dedicaremos nuestros próximos artículos. Ese milagro depende de la inteligencia y el patriotismo del liderazgo nacional.
Seguiremos conversando.