Reportajes y Especiales

Reportajes | Bomberos, en incendio declarado

4 de marzo de 2018

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Precisan desde unidades de combate hasta insumos de limpieza para el cuartel. El cuerpo de servidores del municipio San Cristóbal -insuficiente en número, de cara a estándares internacionales- mantiene el espíritu de lucha empleando hasta sus propios vehículos para socorrer a otros e intercambiándose los pocos equipos de seguridad con los cuales se revisten desde hace 16 años, aunque tengan vida útil de uno. La alcaldía adelanta gestiones

En lenguaje bomberil se habla de incendios declarados. Cada uno se desarrolla en tres fases: una incipiente, una intermedia y una latente. Si se permite la metáfora, así dicen estar en el Cuerpo de Bomberos del municipio San Cristóbal a la hora de ilustrar una crisis operativa que se ha venido agravando.

La institución fue declarada en emergencia el 1° de febrero y en cierre técnico el 19 del mismo mes.

La declaratoria de emergencia la anunció el alcalde horas después de que en un incendio generado en un apartamento de La Machirí resultaran asfixiados tres funcionarios que tuvieron que ingresar “a pulmón” por no poseer protección respiratoria. Gustavo Delgado lamentó que la administración de Patricia de Ceballos la dejase “arruinada”.

El cierre técnico lo acordaron los bomberos cinco días después del incendio de una casa en el barrio El Río. Ese miércoles, un vecino avisó a la estación de La Ermita y un oficial que fue trasladado en carro particular trató de ingresar con lo único que encontró: una manguera de jardín. El cierre técnico traduce que la institución no tiene ni los equipos ni las herramientas necesarias para trabajar, define el teniente Fraiban Roldán, jefe del área de informática.

En cuatro puntos de San Cristóbal se concentran los bomberos: el Cuartel Central de la 19 de Abril y las estaciones de La Ermita, a la salida del Terminal de Pasajeros y frente a la UNET. “De una u otra manera, cumplimos con la labor, así no haya unidades”, dice el teniente Klender Morales, jefe de la estación 3, la misma que no tiene vehículo operativo desde hace más de un año, aunque sea clave por su cercanía a zonas industriales y universitarias.

La falta de vehículos, por citar uno de los aspectos que configuran la emergencia, ha ocasionado que los bomberos dispongan sus vehículos personales -sin ningún tipo de compensación económica- con tal de seguir cumpliendo su misión.

El teniente Antonio Briceño suele utilizar su camioneta cada vez que está de guardia para poder llegar a incendios de vegetación, accidentes de tránsito, árboles caídos y escapes de gas, así como para servicios de prevención. “Esto sale del corazón”, dice el tachirense con casi 19 años en funciones. “Ser bombero se lleva en la sangre, es una pasión”.

El cabo segundo Daniel Romero igualmente emplea su motocicleta particular para poder atender emergencias, aunque alguna vez él mismo fue quien requirió ayuda: durante las protestas o “guarimbas” de 2017 fue víctima de una guaya que le hirió el cuello.

“En tiempos de cierre técnico es cuando más tenemos que aportar y asumir la responsabilidad y el compromiso”, afirma el capitán Rafael Vivas, recientemente investido como primer comandante del Cuerpo de Bomberos del municipio San Cristóbal, luego de 29 años de servicio.

El anteriormente inspector general de los servicios pide la comprensión de la comunidad y la colaboración de la empresa privada por medio de donaciones, repuestos e insumos para una institución que se quedó hasta sin coleto para limpiar el piso. “Deberíamos contar nosotros con ellos y ellos contar con nosotros, que no lo vean como un gasto o una ayuda, sino como una inversión”, emplaza, al también confiar en las “buenas expectativas” que mantienen con esta administración municipal.

Ser bombero significa estar acostumbrado a crecerse mientras más adversidad se enfrente. Pero, como indica el funcionario Jorge Ramírez, además de un espíritu invicto necesitan colaboración, no para ellos -aclara- sino para prestar un servicio social que es de primer orden. Los siguientes seis aspectos delinean la emergencia de la institución.

Vehículos: dos activos contra 18 inoperativos

Flota paralizada por reparaciones . (Foto: Omar Hernández)

El Cuerpo de Bomberos tiene, a la fecha, dos vehículos en funcionamiento, de una plantilla de 20. Los 18 restantes se encuentran fuera de servicio por variadas reparaciones. Se trata de un parque automotor envejecido: muchos datan de los años setenta y los más nuevos fueron adquiridos en la década pasada.

Los dos carros operativos son: en la estación de La Ermita, una unidad de supresión de incendios (o unidad de combate), con algunos problemas de cauchos e inyección, pero también con motobomba para sofocar incendios; es un carro con capacidad de 2.000 litros. En el cuartel central, una unidad cisterna con capacidad de 12.000 litros que, en la práctica, puede funcionar tanto para rescate como para sofocación de conatos.

Además de unidades de supresión de incendios, un cuerpo de bomberos necesita vehículos cisterna que les sirvan de apoyo, ambulancias de distintos tipos, vehículos de soporte avanzado de vida -para traslado de pacientes con condiciones especiales- y ambulancias para traslado de recién nacidos en circunstancias especiales, ilustra el teniente Fraiban Roldán.

Equipos de seguridad:escasos y para todos

Equipos de protección sobreusados. (Foto: Omar Hernández)

Los bomberos llaman equipos de seguridad o de protección personal a la indumentaria con la cual se revisten antes de enfrentar un incendio. Los funcionarios cuentan 16 años que no reciben nueva dotación, con la excepción de los cuatro que consiguieron el año pasado.

Estos equipos tienen una vida útil de un año; después, así se vean en buenas condiciones, no confieren la misma protección al usarlos, apuntan los conocedores.

“El que yo uso es el mismo desde el año 2000”, evoca uno de los servidores. El equipo debería ser personal, pero en San Cristóbal todos se ponen los de todos, por escasos. El del nuevo primer comandante, por ejemplo, lo cedió -en vista de la crisis- para el uso general, pues desde antes ejercía funciones administrativas. El chaquetón ya está totalmente desgastado.

Cada incendio los expone a riesgos indeterminados: desconocen cuáles materiales se queman, qué químicos desprenden y cuál afectación pueden ocasionar en el organismo. “Si entramos tipo Superman a un siniestro, salimos directo a un hospital”, comenta Óscar Morillo, jefe de relaciones interinstitucionales.

Personal: faltan 187 o más, según normas

Requieren colaboración de todos. (Foto: Omar Hernández)

En la oficina de la comandancia del Cuerpo de Bomberos una pizarra prácticamente llena da cuenta de los funcionarios con permisos no remunerados y las renuncias. Ahora, son 100 en nómina (siete son mujeres, en un oficio tradicionalmente dominado por hombres). Pero en cada guardia el municipio San Cristóbal cuenta con alrededor de 35, repartidos entre las tres estaciones y el cuartel central.

Los estándares internacionales indican que debe existir un bombero por cada 1.000 habitantes. San Cristóbal incumple con este indicador. Con base en las proyecciones de población del INE, se puede concluir que en el municipio el déficit es de 187 bomberos, si se toma como referencia la nómina total de la institución, pero asciende a 252 bomberos, si se considera únicamente el grupo de guardia en un mismo momento.

Una ordenanza municipal, sin embargo, establece que en cualquier caso de emergencia todo el personal de los bomberos está en la obligación de hacerse a órdenes de su comandancia, apunta el funcionario Jorge Ramírez.

En este déficit incide la remuneración económica: un bombero raso devengaba 468 mil bolívares mensuales de salario antes del aumento salarial anunciado el jueves. Las nuevas generaciones, además, deben cursar primero un año de formación universitaria.

Pero los de San Cristóbal no cubren solo su municipio. En un estado con apenas nueve cuerpos bomberiles (los otros ocho son los de Junín, García de Hevia, Ayacucho, Panamericano, Jáuregui, Bolívar, Ureña y Fernández Feo), a los capitalinos también les corresponde atender otras jurisdicciones del área metropolitana. Si se toma en cuenta esta realidad, seguramente el déficit numérico aumente.

Operatividad: menos servicios en un año

La clínica móvil, inoperativa. (Foto: Omar Hernández)

El 2017 cerró con 4.000 servicios atendidos y el 2016, con 6.000. En años anteriores, la estadística oscilaba entre 8.000 y 10.000 servicios anuales, precisa el capitán Rafael Vivas, primer comandante encargado del Cuerpo de Bomberos.

Existen dos áreas clave en el organigrama: la de medicina prehospitalaria y la de seguridad y prevención contra incendios. Una atiende las emergencias médicas de la comunidad; otra supervisa industrias, comercios y residencias para determinar condiciones de habitabilidad y sistemas de seguridad, al tiempo que informa a la sociedad sobre medidas preventivas.

Los bomberos también se abocan a servicios especiales gratuitos (que comprenden suministro de agua, riegos y podas en las avenidas, tala de árboles en peligro y eliminación de enjambres de abejas o avispas), servicios de prevención, operaciones de rescate y contra incendios. “En esta última parte, mientras menos incidencias de incendios se tengan, mejor es nuestro trabajo de gestión de riesgos”, aclara Vivas.

La misma palabra incendio también encierra varios servicios, además de los siniestros de estructura: existen cortocircuitos, quemas de vegetación, de basureros o escapes de gas. Un departamento de capacitación igualmente instruye a las comunidades, mientras que en las escuelas municipales desarrollan el programa didáctico “Juego y aprendo con los bomberos”.

En resumen, queda claro que los bomberos no solo apagan incendios; son un equipo de múltiples disciplinas y profesiones capacitado para servir de muchas formas.

Alimentación: menguada en cantidad y calidad

La lacena se queda sin provisiones. (Foto: Omar Hernández)

Es lunes 26 de febrero, son las 10:30 de la mañana y las dos mujeres que laboran en la cocina del cuartel central apenas hierven agua. Confiesan que hasta entonces no han resuelto nada para el almuerzo de ese día, aunque escucharon que podrían llegar algunas verduras. Demuestran que la alacena está vacía. Y recuerdan que el viernes anterior apenas cocinaron carne y yuca.

La calidad y cantidad de alimentación han disminuido, coinciden funcionarios consultados. “El comedor está, pero no hay los alimentos para preparar, no hay que hacer”, corrobora Jorge Ramírez. Otras fuentes de la alcaldía indican que los “ferieros” de la montaña han colaborado con sus productos.

La alimentación de un bombero es más fundamental de lo que alguien podría suponer: entre el calor que se genera, el estrés, el peso del equipo de seguridad y la actividad física, están sometidos a la pérdida de calorías e incluso de kilos durante la prestación de un servicio.

Administración: gestiones nacionales y locales

Capitán Rafael Vivas asumió la comandancia del Cuerpo de Bomberos de San Cristóbal, designado por el alcalde Gustavo Delgado.

Durante el más reciente cambio de mando del Cuerpo de Bomberos, el 24 de febrero, el alcalde Gustavo Delgado recordó que entregó proyectos en Caracas y expuso ante la Vicepresidencia de la República esta “grave situación”. La idea es conseguir recursos del Gobierno nacional para la recuperación del parque automotor, dotación de uniformes y equipos, así como ambulancias, a través de un proyecto trazado desde la alcaldía.

Aunado a esta solicitud, el ente municipal se ha encargado de la recuperación de la unidad de combate 39, del camión cisterna y se espera pronto tener operativa la ambulancia, así como la recuperación de otras unidades en las próximas semanas.

“Sé que lo que hoy se gana no cubre las necesidades, ni siquiera para la alimentación, pero hemos tratado de mejorar a través de las solicitudes a nivel nacional de un auxilio financiero para mejorar notoriamente los sueldos y salarios”, expresó Delgado.

Próximamente organizarán un bingo bailable profondos del Cuerpo de Bomberos.

Daniel Pabón

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