PEDRO VÁSQUEZ
50-50-50
Quienes me conocen saben que esas no son mis medidas. Para los demás, mido 1.90, talla 38/XL y peso 104 kilogramos. Estas cifras, que dan título a la columna, son unas dimensiones humanas poco frecuentes tanto en el sistema métrico decimal como en el sistema de medida inglés.
Por otra parte, al referirnos al tiempo, está el Calendario Gregoriano que es oficial tanto en el sistema internacional como en el sistema anglosajón, por lo tanto, estos dígitos indicados están referidos a años vividos, compartidos y agradecidos con tres grandes instituciones tachirenses.
Rebobinemos la memoria para apreciar anécdotas significativas que vinculan las decisiones de mi vida…
Era el primer trimestre del año 1976, estudiaba en el Seminario Santo Tomás de Aquino jugaba fútbol y baloncesto. Sam Shepherd, entrenador del Seminario, me invitó a que fuera al Gimnasio Arminio Gutiérrez Castro y me presentara con la selección juvenil. Al llegar me atendió Fernando “Babalú” Osorio, me preguntó la fecha de nacimiento y, como no calificaba como juvenil, me envió a donde Ramón Osorio.
En esa fecha empezó mi lento, exigente, valioso aprendizaje y mi pasión por el baloncesto que me llevó a participar, esporádicamente, en la Liga Especial que fue constituida el 22 de febrero de 1974.
Si Panteras del Táchira existieran aún estarían cumpliendo 49 años. Y aunque la originaria Panteras se mudó de ciudad, en estos casi cinco lustros han ocurrido apariciones del baloncesto profesional en las cuales hemos estado vinculados como staff del equipo y como comunicadores.
En la década del 90 se participó en la Liga Occidental con los nombres de Panteras, Transportistas y Nacional Táchira obteniendo el título en 1991. En el 2008, con la expansión de la Liga Profesional, el Deportivo Táchira se sumó al baloncesto durante un año hasta mudarse a La Guaira.
En los últimos años el baloncesto Máster ha dado pasos importantes para ser referente nacional con interesantes aportes en lo organizativo y en lo deportivo. Se anuncia para este 2024 una nueva aventura del baloncesto profesional en la región. Le auguramos el mayor de los éxitos y estaremos atentos a su desarrollo.
Otra institución que está vinculada con mis sentimientos nace el 13 de enero de 1974 como Deportivo San Cristóbal que luego se afianza como el Deportivo Táchira. Mi experiencia con el carrusel aurinegro fue en varios escenarios.
En el tercer trimestre de 1976, me invitaron al Estadio Táchira a un juego de práctica contra el equipo profesional. Al llegar me prestaron una casaca azul, que me quedaba como un babero, con elásticas anchas ya amarillentas y deshilachadas por el cloro absorbido.
Entré en el segundo tiempo faltando 25 minutos, toqué tres veces el balón, rematé suavemente una vez al arco y el portero no era César Semidey, quien fungió como cancerbero en la primera parte.
La práctica finalizó con tres series de 10 abdominales poniendo la espalda a la tierra y la cara al sol que ya se escondía. Mientras los hacíamos, algunos comentaron: ¿Pedro, de aquí se va a entrenar al Arminio? Era así, ya me conocían y me enviaban un mensaje: mejor entrene baloncesto. En ese momento germinó mi sentimiento aurinegro.
Luego he tenido la dicha de acompañar al Deportivo Táchira como productor ejecutivo, como locutor en jornadas nacionales e internacionales y hace 15 años, después de varios meses de investigación en Diario La Nación y la hemeroteca Pedro Pablo Paredes presentamos ante la afición tachirense, 7 ejemplares de la revista Pasión Aurinegra que contó algo de la historia desde el génesis del equipo hasta la conquista de su sexta estrella.
En esa ocasión recibimos el apoyo de muchas personas para su edición y comercialización. Tenemos en deuda continuar esa investigación y esa narrativa deportiva.
Otra institución que me marcó y me sigue marcando es la Universidad Nacional Experimental del Táchira. En enero de 1977, gracias a diligencias de mi papá con el periodista Carlos Delgado Dugarte, me presenté en la UNET.
El citado periodista, quien tiene el mérito de ser el primero en dictar una clase en esta universidad, me presentó al Decano de Estudios, Leopoldo Coronel, quien amablemente me entrevistó, me mostró las opciones de estudio, revisó mis notas de bachiller en humanidades en Colombia y el convenio Andrés Bello, que había entrado en vigencia en julio de 1976, que me acreditaba como bachiller en ciencias y dio el visto bueno para mi ingreso en la especialidad de ingeniería industrial.
Mi experiencia en una universidad con clima primaveral, rocío matutino y sol vespertino, fue especial e inolvidable. Como integrantes de la VII promoción, febrero 1983, realizamos algunos actos significativos. Entre ellos, improvisar, muy precariamente, en el estacionamiento de la universidad, la primera cervezada. Sin toldos, sin sillas, sin talento vivo; solo una cava full enfriada desde la noche anterior camuflada dentro de un camión 350.
Desde el punto de vista académico, organizamos el primer Congreso de Pasantías. Una actividad que contaba a estudiantes de todas las carreras las vicisitudes y experiencias vividas en el período de Pasantías.
Además, trajimos al Grupo Unicornio, triunfador del Festival de la OTI en 1982 con el tema “Puedes Contar Conmigo” como parte de nuestra recaudación de fondos con un mínimo éxito por desconocimiento e inexperiencia.
En el plano personal deportivo heredé de Jackson Mariño la capitanía del equipo de basquetbol y tuve el honor de ser el abanderado de la UNET en su primera participación en Juegos Nacionales Universitarios en donde la Universidad Central de Venezuela sirvió de anfitrión de la tercera edición que se celebró en homenaje al Bicentenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar.
En el orden académico la UNET me permitió seguir mi formación profesional y en el año 2004 culminé la maestría en Gerencia de Empresas mención mercadeo. En la actualidad estudio doctorado y comparto aprendizajes como docente invitado.
Es por demás curioso, anecdótico, que estas tres instituciones por el año 1974 estuvieran dando sus primeros pasos. Era una época de insignes emprendedores criollos y extranjeros que aprovecharon las bondades de un país petrolero, convertido en proveedor confiable gracias a acciones bélicas en otros lugares del mundo, para fortalecer su pecunio personal y apoyar las buenas causas.
Gracias a la emigración el sentimiento aurinegro se ha propagado por todo el continente y el talento profesional unetense es reconocido en las principales empresas productoras de bienes y prestadoras de servicios de América y Europa.
Tenemos un compromiso todos quienes hemos parido en Pueblo Nuevo en lo deportivo y en lo académico. Por eso debemos decirle al baloncesto tachirense, al Deportivo Táchira y a La UNET puedes contar conmigo.