Carlos Orozco Carrero

Lo que surgió como una manera de contar las aventuras y tragedias de mis tíos en Pregonero resultó toda una novela con capítulos alternos entre los buenos vecinos y algún personaje de otros pueblos que se introducen en estos relatos donde las charlonerías son las más entre todos nosotros. Mi tía Pulquería y Melquiades, con sus compadres Sósimo y Cosme, le ponen aliños a todos los aconteceres aquí descritos. El flaco Elpidio, la señora Marucha, Arbonio y los asiduos visitantes de La Casa del Estanco nos arrancan ciertas muecas de incredulidad cuando escuchamos sobre tantos episodios experimentados por esta gente amable y cariñosa. Amigos de La Ermita y de la plaza Jáuregui de La Grita. Los panas de Seboruco y del Alto llano en Tovar. Los músicos de Guaraque y los mamadores de gallo de Carache son protagonistas en esta suerte de viaje por carretera destapada a media noche para sacudir espantos y seres extraterrestres en espera a una visita por estos senderos preciosos de nuestros pueblos. ¡¡Y que nos trague la tierra a todos si lo que aquí se dice es mentira!!

Son más de quinientas semanas, cariños.  Revisamos durante estos años de cita sabatina la conversa entre Umberto Eco y Juan Félix Sánchez en El Tisure.  Las canciones de Miguelito, llenas de bohemia profunda para desenamorarse y empezar de nuevo. Los nonatos y el currunchete montañero aderezados con un raspacanilla alegrón para sacudir melancolías lloronas. Un poco más o tal vez menos en estos menesteres para arrancar sonrisas en unos amigos, quienes se atreven a leer estas insípidas repelencias cada ocho días. De todo tenemos aquí, como en botica. Por cierto, amigos.  En una venta de remedios que había en Pregonero pusieron un enorme aviso con el nombre del establecimiento en cuestión. Una tarea realizada en horas de la noche para sorprender a los habitantes del poblado cuando pasaran frente al local al otro día. –¡¡Le pusieron nombre a la botica…!! -Le pusieron nombre a la botica!! Los que vivían lejos y no habían pasado cerca del negocio preguntaban por el detalle nuevo en el aviso. -¿Qué nombre le pusieron? – ¡¡Farmacia Turno!!  

La pecosa Dulfa se va a casar el sábado, comentaban los vecinos de cada cuadra en San Gerónimo. Era una chica con una belleza extraña. Su timidez no le permitía mostrarse en su exacta perfección como mujer bonita. Las pecas la habían apartado del grupo de muchachas del Colegio. Y era casi una sentencia sobre su eterna soltería asegurada por sus amigas malintencionadas. Por eso la noticia sobre su matrimonio levantó chispas de curiosidad en el poblado. Todos fuimos a la iglesia de San Lázaro. El silencio más calladito del mundo inundó el templo cuando llegó Dulfa en su precioso vestido de color blanco gloria. Todos nos quedamos petrificados al ver a la novia con una sonrisa radiante de felicidad. Parecía una estrella de cine moderno.  –¡¡Qué mujer tan hermosa!!

Todo lo que les cuento lo hemos recorrido durante más de 9 años en estas 500 Repelencias para que ustedes se enteren de tantas cosas bonitas que ocurren en esta tierra inmensa y plena de relatos sorprendentes.