Eduardo Marapacuto
Si abril anduvo al galope, el mes de mayo navega en sus propias aguas, donde las corrientes van definiendo sus propios cauces y sus propios vientos. Precisamente, una de las cuestiones clave en esta etapa decisiva es que logre un clima de convivencia política y paz social, y la racionalidad se imponga sobre el odio visceral de algunos sectores y actores de la extrema derecha que andan por allí con un candidato que no es candidato, porque la candidata que no es candidata se cree la candida. Es decir, un ataja perro con pulgas.
Por ello, es de vital importancia que cada sector desempeñe el papel que realmente le corresponde. Los partidos políticos, los grupos económicos, los gremios profesionales, las organizaciones sindicales y los medios de comunicación social, inclusive las instituciones religiosas, deben retomar sus espacios y funciones naturales, las cuales deben estar orientadas a reforzar el sistema de valores de la sociedad, a fortalecer nuestra identidad e integridad como nación, a respetar la voluntad del pueblo soberano y las reglas del juego democrático. Nada de medias tintas, ni mucho menos el juego de la doble moral.
Triste decirlo, pero casi todos los sectores nombrados, en una especie de cofradía, se siguen agrupando de manera perversa para destruir el sistema democrático y atentar contra la tranquilidad y seguridad de todo el pueblo venezolano. Los hechos del pasado reciente son claros y hablan por si solos: un Golpe de Estado, que permitió la instalación de una atroz dictadura que eliminó la Constitución Nacional, disolvió los poderes públicos y persiguió y violentó los derechos humanos; y un sabotaje, desde adentro y desde afuera, contra la industria petrolera, que causó graves daños a la economía nacional, con consecuencias graves para la tranquilidad y el bienestar del pueblo venezolano. Las guarimbas y sanciones, con consecuencias de dolor y sufrimiento para nuestro Pueblo.
Lamentablemente esas fuerzas están allí, dispuestas a cumplir su objetivo, que no es otro que destruir las instituciones democráticas. No es exagerado afirmar que en el país existen corrientes políticas y económicas poderosas, que insisten en forzar salidas violentas para adueñarse del poder, e instalar un gobierno que responda sólo a los intereses de las elites y a los intereses del imperio norteamericano. Y ello es así, porque a pesar de las derrotas sufridas, estos sectores opositores siguen sembrando el odio y el caos, jugando a lo imprevisible y apostando a la ruptura del orden constitucional. Innegablemente, todo esto se convierte en un cóctel peligroso que amenaza la estabilidad política, que puede conducir a situaciones más peligrosas.
De allí insistimos, debe haber una reorientación en cada unos de estos sectores, para que no continúen causando más daño a la Patria. Lo que está en juego no son sus intereses, sino el de toda la nación. Entonces que se depongan actitudes, por ejemplo la de la inhabilitada, que entienda de una vez que ella es un ser dañino para la democracia y para la salud del pueblo venezolano.
Mientras las aguas de mayo siguen su curso, con una corriente revolucionaria impetuosa y fortalecida en la experiencia de la lucha y la victoria, la oposición sabe que significa desconcierto, pues a parte de no atinar ni en la claridad ni en la oscuridad, irónicamente sucumbe en su propia precariedad. ¡Qué así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira