Francisco Corsica
Nos encontramos a poco más de un mes del inicio de la campaña electoral. ¡Caramba! ¡Cómo vuela el tiempo! Apenas se despidió el 2023 y ya este año se ha ido volando. Es increíble pensar que en unas pocas semanas se escucharán las primeras cuñas electorales. Venezuela ha sido testigo de campañas icónicas, con candidatos que se venden como productos y no como líderes genuinos. ¿Será que este año depara alguna sorpresa como la icónica “Ese hombre sí camina”?
La respuesta a esta interrogante está a la vuelta de la esquina. Mantenerse al tanto del acontecer político nacional puede ser complicado, especialmente en un país donde las circunstancias cambian a cada momento. Sin embargo, mientras esperamos a que se revelen las piezas musicales que acompañarán al país hasta el 28 de julio, las personas siguen enfrentando las dificultades cotidianas de este golpeado territorio. La resiliencia de los venezolanos es admirable; siguen adelante a pesar de todo y encuentran momentos para disfrutar, incluso en medio de la adversidad.
Hablando de cuñas electorales, la música en general ofrece una válvula de escape y una fuente de inspiración en medio de la crisis. Por un lado, están los conciertos en los teatros más reconocidos de las ciudades más pobladas del país, eventos que a menudo representan un lujo inaccesible para la mayoría. Para muchas personas, una sola entrada a estos conciertos equivale a varios meses de trabajo, sin gastar un solo céntimo en otras necesidades. Es triste, pero es una realidad que no puede dejar de mencionarse.
Sin embargo, no todos están excluidos de estas experiencias. Hay quienes, afortunadamente, pueden permitirse asistir a estos conciertos sin que les afecte significativamente en su economía. Para ellos, disfrutar de una noche de música en vivo sigue siendo una posibilidad. ¡Bien por ellos! Claro, esta Venezuela desigual ofrece alternativas que intentan cerrar la brecha socioeconómica.
Recientemente, en la capital del país, se han organizado conciertos gratuitos en la plaza Altamira de Chacao, brindando una oportunidad única para que todos los ciudadanos puedan disfrutar de la música sin costo alguno. El 16 de febrero, el legendario Yordano Di Marzo ofreció un concierto gratuito que reunió a miles de personas. Fue un evento cargado de emoción y nostalgia, donde el público le brindó una cálida bienvenida, mostrando su cariño y admiración.
Poco después, el 25 de mayo, fue el turno de Karina, quien también logró conmover a la multitud con su actuación y su extraordinaria voz. Ambos artistas, con trayectorias emblemáticas en la música venezolana, demostraron que el arte puede trascender las barreras económicas y unir a la gente en momentos de alegría y esperanza. Estos conciertos no solo proporcionan entretenimiento, sino que reafirman el poder de la música como herramienta de cohesión social.
Los dos eventos fueron parte de una loable iniciativa organizada por la alcaldía municipal, demostrando un compromiso genuino con el bienestar y el disfrute de la comunidad. ¿Por qué se califica esta iniciativa como loable? Simplemente porque la gente necesita oportunidades de recreación a precios accesibles y, en estos casos, fue totalmente gratis. En un país donde el acceso a la cultura y el entretenimiento puede ser limitado por las dificultades económicas, ofrecer conciertos gratuitos es un gesto de solidaridad y apoyo invaluable.
Ciertamente, algunos de los presentes expresaron sus quejas sobre ciertos problemas logísticos y técnicos. Por ejemplo, en ambos conciertos era complicado ver a los artistas en el escenario debido a la obstrucción de las pantallas por toldos y árboles. Estos inconvenientes dificultaron la visibilidad y la experiencia general para muchos asistentes. Sin embargo, estas críticas no deben opacar el esfuerzo y la intención detrás de la iniciativa. La vida en este país ya es lo suficientemente dura y estas oportunidades para disfrutar de música en vivo y de los espacios públicos son un respiro necesario.
Este escrito no se propone criticar o generar polémicas innecesarias. En cambio, busca resaltar el valor del esparcimiento en un territorio donde las dificultades son el pan de cada día. La música, como forma de arte y expresión, tiene el poder de unir a las personas, de ofrecer consuelo y alegría y de proporcionar un escape momentáneo de los desafíos cotidianos. En tiempos difíciles, la música y el arte siguen siendo faros de esperanza y resiliencia.
Dentro de todo, es una excelente noticia que la esta sociedad tenga la idiosincrasia que tiene. La capacidad de aplicar el dicho “al mal tiempo, buena cara” en medio de las diversas situaciones adversas que cada uno de los presentes en estos conciertos esté viviendo merece una oda de pie por varios minutos. Esta actitud refleja una fortaleza cultural admirable, que permite a los venezolanos disfrutar y encontrar alegría a pesar de las dificultades.
Definitivamente, mientras el país se prepara para una nueva campaña electoral, marcada por una crisis pendiente por superar, los venezolanos siguen demostrando entereza y gallardía. La política y la música, aunque parezcan temas dispares, convergen en este contexto de crisis. Mientras los habitantes esperan ansiosos si esta campaña electoral traerá algún cambio significativo, encuentran en la música un escape momentáneo a sus propios problemas.
Ojalá que las venideras cuñas no solo sean un rayito de esperanza, sino que en efecto sean el preludio de las mejoras que esta sociedad necesita. La diferencia entre estas pegajosas piezas y la música convencional es que las primeras promocionan a las personas que sí podrían marcar la diferencia al llegar o conservar el poder. Las otras, como auténticas obras de arte, ayudan a reflejar y somatizar emociones. En fin, ya habrá tiempo para volver con mayor detenimiento sobre el tema electoral.