César Pérez Vivas
Definitivamente el estado-PSUV perdió la iniciativa y la creatividad. Su agotamiento político es inocultable. Así lo demuestra su nula gestión de gobierno y con mayor nitidez, lo muestra la campaña electoral de Maduro.
Es importante destacar estos elementos porque durante años se nos ha vendido el mito de la invencibilidad de la revolución bolivariana. Durante años han jugado con tácticas legítimas, y la mayoría de las veces ilegítimas, para dominar el escenario político y electoral. Pero no hay lugar a dudas que se les agotó totalmente el libreto.
Después de 25 años en el poder, la camarilla roja ya no tiene ni gente, ni ideas para gobernar. Están en el gobierno, pero no gobiernan. Solo detentan esos espacios para la concupiscencia y por un mecanismo de defensa de su orgullo. Se trata de un grupúsculo que se creyó la idea de que el poder era para siempre;casi se consideran una monarquía hereditaria destinados por la providencia para estar en los escenarios del poder del estado. Viven en el siglo XXI con los valores del siglo XVII.
La actual campaña nos muestra a la camarilla roja sometida a la agenda que adelantamos desde la alternativa democrática. Sus eventos de campaña se reducen a montar uno paralelo al que se agendadesde el Comando de Campaña Soy Venezuela. En un absurdo y enfermizo marcaje, buscando anular los efectos de la actividad desarrollada. A pesar del despliegue de todo el estado-psuv, del uso abusivo de los recursos del estado, de sus flotas de autobuses, los actos comandados por Diosdado Cabello no logran opacar la campaña victoriosa que lidera María Corina Macado para respaldar la candidatura unitaria de Edmundo González Urrutia.
En su desespero por impedir las multitudinarias manifestaciones populares de adhesión al cambio político, Diosdado Caballo, además de montar su evento paralelo, ha recurrido a la más vergonzosa y brutal represión que tengamos memoria en una campaña electoral, para disuadir a la ciudadanía de cooperar con los esfuerzos adelantados por la oposición democrática.
El saboteo y el hostigamiento a la campaña es total. Se busca impedir la llegada de María Corina y de los ciudadanos a los eventos programados. Para ello se utiliza a la fuerza armada y a las diversas policías, a los fines de montar operativos de cierre de vías, puentes y caminos por los que se desarrolla el desplazamiento. Operativos de hostigamiento a los vehículos identificados con la lucha opositora son sometidos a requisa, en tanto los buses rojos del régimen, transportando empleados públicos al acto paralelo, tienen vía libre. Se detienen, sin fórmula de juicio, de forma absolutamente arbitraria, a las personas que ofrecen sus vehículos, canoas, motos, equipos de diversas clases para transportar personas u ofrecer servicios para los eventos de la campaña. Se cierran programas y/o emisoras de radio que informen o comenten los eventos de la oposición. Se utiliza al SENIAT para cerrar hoteles, posadas, restaurantes que atiendan a María Corina o a cualquiera de los que estamos involucrados en esta campaña. El ejemplo más reciente e impactante, por la indignación generada, fue el cierre de un modesto negocio que unas humildes mujeres tienen en la comunidad de Corozopando, en la carretera que conduce de Calabozo a San Fernando de Apure. El grave delito, según la idea de los hermanos Cabello, resultó ser el haber atendido a la líder democrática María Corina Machado quien se detuvo allí para desayunar unas empanadas a la vera del camino, causa suficiente para que se le aplicase con todo rigor la furia bolivariana. A eso está reducida la campaña oficialista. A cerrar ventas de empanadas, a montar actos paralelos y a encarcelar activistas opositores y prestadores de servicios.
Maduro, entre tanto está ausente. Carece de ideas para crear alguna expectativa. Sus dos colaboradores inmediatos, Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello, solo saben hablar para agredir y ofender. De 34 ministros ninguno habla. De 300 diputados no se tiene noticia. Todos están callados. No ha llegado el 28 de Julio y ya abandonaron a Maduro. Ya ellos se saben derrotados. Por eso ninguno hace campaña. Ninguno se presenta en las comunidades, tampoco en los medios de comunicación. Todos están enconchados, esperando que, en los laboratorios cubanos de asesoría, salte la iniciativa que los salve de la inevitable y aplastante derrota que les espera.
De modo que a los amigos que aún consideran inviable la alternativa democrática, les invito a examinar este cuadro de una campaña oficialista agotada, sin iniciativa, sin voceros, sin agenda, sin contenidos y sin aliento popular. En la otra acera, en cambio, hay una esperanza vigorosa, un liderazgo definido, con Edmundo González como nuestro candidato, bajo la conducción de María Corina Machado en unión con todos los factores de la sociedad democrática, con una propuesta efectiva para la reconstrucción del país, una cosmovisión humanista y democrática compartida y una sociedad decidida a sacar, voto a voto, a Nicolás Maduro y su camarilla del poder.