Eduardo Marapacuto*
Sin duda alguna, cuando un pueblo adquiere verdadera conciencia revolucionaria puede confiar en su porvenir, porque precisamente, esa conciencia en latencia-tendencia es la más poderosa fuerza y energía que conduce hacia el equilibrio, la armonía y la victoria. Justamente, es la lucha permanente y con sentido racional lo que forja el carácter de los pueblos.
Venezuela tiene un destino histórico que cumplir, de allí que debemos adentrarnos en el pensamiento y la acción desplegada en los terrenos de la verdad y la realidad; y cada vez que se dupliquen los obstáculos y las fuerzas contradictorias que nos impiden avanzar, también el pueblo debe quintuplicar los esfuerzos para dar el combate y lograr la victoria. Por eso es que nuestra resistencia es y siempre será activa, de renovación constante, porque somos un pueblo cada vez más maduro. Las revoluciones triunfan y se mantienen cuando el pueblo es su aliado y eso es lo que está ocurriendo en estos tiempos de junio, cuando vamos rumbo a ver el sol de Carabobo en la elección presidencial del 28 de julio de 2024.
Por ello, no solamente debemos ser militantes de la revolución, sino también patriotas conscientes que vivimos momentos de grandes desafíos y de extremo peligro para la República, pues la lucha que plantea el fascismo y el imperio tiene rostro de extrema gravedad. Ante estos retos desafiantes, respiremos por los poros de la madurez, conscientes que somos un pueblo digno de seguir hacia los gloriosos caminos del porvenir y con el esfuerzo de todas y todos los revolucionarios avanzaremos hacia los tiempos futuros y de las grandes transformaciones.
Con el propósito de recuperar el poder y sus privilegios de dominación arrogante, el fascismo y toda la extrema derecha, violenta y asesina, viene con todo, dispuesta a desmantelar la República y saquear todos sus recursos. No fue suficiente con pedir sanciones y bloqueos contra nuestra Patria; no fue suficiente con impedir la compra de alimentos y medicinas para el pueblo, sino que actuaron como los peores criminales de la tierra. Gracias a sus caprichos perversos, hicieron mucho daño y causaron dolor y sufrimiento a nuestro pueblo, liderados por esa mujer malvada que anda recorriendo el país y que más temprano que tarde debe pagar por cada dolor y lagrima derramada por la familia venezolana.
El compromiso de los revolucionarios no tiene horas, ni depende de los entusiasmos o las tristezas o de las circunstancias; sino que va más allá y apunta a defender nuestra soberanía e independencia. En ese sentido, si ardua ha sido la tarea en todos estos tiempos, más ardua debe ser en este mes y medio que queda hasta las elecciones presidenciales. Estamos en la ruta correcta de los fines y en el lado correcto de la historia.
Decimos que ni hoy, ni mañana ni mas nunca seremos colonia de nadie ni de ningún imperio, porque estamos dispuestos a defender nuestra dignidad y nuestra soberanía. Somos un pueblo cada vez más maduro, por ello es que nos aferramos con la conciencia a los planes de la revolución. Aquí nadie baja la guardia y vamos con todo a defender la Vitoria del 28 de julio. Ningún imperio tiene derecho aquí de imponer gobiernos fascistas. Nosotros mismos somos quienes decidimos el futuro de la Patria.
Gracias Hugo Chávez por habernos soltado las amarras de la ignorancia política y haberle devuelto la esperanza a tu pueblo, invitándolo a seguir firmes por los caminos de la victoria. Tenemos que dedicar todas nuestras energías a motivar y organizar los argumentos, a convencer sobre la necesidad histórica de votar por Nicolás Maduro, el candidato de la revolución. Estamos obligados a reescribir la historia desde el compromiso y desde la perspectiva del optimismo y la verdad. ¡Que así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira