John Magdaleno en Perspectiva País 2024: “Es la primera vez en 25 años que la oposición provoca una crisis de legitimidad”
24 de septiembre de 2024
Carlos Orozco Carrero
Ahora todo el mundo carga la hora exacta en sus celulares y es fácil consultar al teléfono con una mirada de soslayo. Antes era difícil para los que nunca aprendieron a calcular la hora con las sombras que proyectan los árboles de guama en cualquier sitio de la comarca. En el billar del pueblo siempre encontrábamos a un amigo que lucía su reloj de mica dorada con números romanos en cada punto de 0, 15, 30 y completo para designar la hora exacta en cada país del mundo. También se podía leer en el redoldel que tenía este amigo en su muñeca el estado del tiempo en cuanto a lluvia a punto de caer en la poblada comunidad uribantina. –¿Cómo sabe cuándo va a llover en ese reloj tan pepeado? –Siempre que la mica está empañada es porque va a caer un palo de agua por aquí cerquita. Por supuesto que todos los amigos del dueño de aquel reloj maravilloso nos sentíamos orgullosos de tan hermoso objeto para marcar las horas, minutos y segundos. Lo malo es que cuando este caballero perdía una partida de billar se enfurecía tanto que no se le podía hablar siquiera. –¿Qué horas tienes, Arcadio? El personaje tapaba con su enorme mano el reloj para que nadie se atreviera a mirar las agujas, -Salga a la mitad de la calle y mire la torre de la iglesia, gritaba. -Ahí hay un reloj para los pobres, carajo. Salía puerta afuera del local y aprovechaba para no pagar algunas maltas que había perdido en apuestas al billar. Lo de la mica empañada era porque se le había metido el agua al lavarse las manos para quitarse la tiza azul del billar, señores.
Viene La Copa América, La Eurocopa y El Tour de Francia para acomodar el mueble de tablita y disfrutar del deporte mundial, señores. También esperamos que vengan los cazafantasmas con sus sorprendentes trajes a soltar chorros de humo blanco para combatir este traicionero dengue que nos trae a monte. Ya lo saben, cariños.
La marrana era la perfecta hembra para sacarle cría junto al puerco que habían traído desde el Ministerio de Agricultura y Cría que tenía sus oficinas en Seboruco. El barbecho donde tenían a la preciosa puerca quedaba lejitos de la entrada a la carretera y había que bajarla en una carretilla reforzada que habían preparado para trasladarla entre todos los amigos de la familia. El marrano la esperaba con una sonrisita picara en la cochinera del vecino. Allí los juntaban y esperaban el acto natural entre animales de la misma especie. En las noches se armaba un escándalo que no dejaban dormir en la comarca. Esa puerca rehusaba a dejarse encaramar por su consorte de turno. –No está en celo, repetía Facundo. -Es mejor llevarla a su cochinera y esperar unos días. Lo cierto es que era un ir y venir con la cochina en su carretilla especial y nada de quedar preñada. –Esa condenada puerca lo que quiere es que la estemos paseando por la vía y nada que se deja. –Mejor la componemos el sábado y la vendemos kiliada entre los vecinos. Y así termino el romance entre el enamorado puerco del ministerio y nuestra hermosa cerdita, engañadora de un amor furtivo.
Rebajar un caucho de gandola a punta de porra era el pasatiempo favorito de los muérganos que tenían el taller donde Emiro Moncada en Pregonero. Cualquier inocente amigo que se acercara por esos rumbos a escuchar cuentos sabrosos de sancocho cruzado y nonatos domingueros en el terreno que tenían los miembros de la banda Bolívar de Pregonero, era el convidado a intentar achicar el enorme caucho a golpe y porrazo con la suerte de ganarse una moneda de cinco bolívares -un fuerte- pagadero al final de la tardecita. Échele agua para que suelte ese caucho. Gritaba cualquier apoyador al ver el sudor y desespero de tanto amigo esperanzado a guardar la moneda ofrecida para ir a cine, comprar un mercadito y hasta medio litro de mistela para pasar la nochecita en el pueblo más lindo. En cada calle, una historia…
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