Regional

Imponentes tumbas del cementerio de Santa Ana

8 de julio de 2024

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“La tumba constituye una barrera que separa la vida de la muerte, y que las protege una de la otra. Pero también es el lugar donde la vida y la muerte se encuentran” Hans Belting

La muerte es un proceso tan natural, tan cierto, pero que vemos muy lejano a la vez. Es como si su misma certidumbre borrara de la memoria ese instante que forma parte de la vida misma.

Santa Ana es un pequeño pueblo tachirense, capital del municipio Córdoba. Su fundación por don Timoteo Chacón, según historiadores data de 1869. La arquitectura de algunas casas coloniales que aún se encuentran en pie, se entremezclan con nuevas edificaciones.

Es un lugar, en cuya amalgama sobreviven y se entrelazan cimientos de un pasado tranquilo con las ruidosas construcciones del presente.

En este hermoso pueblo, como en muchas regiones del mundo existen lugares destinados al “reposo eterno” de los seres queridos. El cementerio es un lugar especial lleno de simbolismo, de recuerdos, de añoranzas por aquellos que ya no están.

Según documentación del Concejo Municipal, citada por el cronista J.J. Villamizar Molina, el cementerio es historia desde el año 1888. Narran que los terrenos fueron donados por José María Chacón, hijo del fundador del pueblo, y el maestro de obra Eleuterio Barboza se encargó de su construcción. En la fachada principal está la única puerta de acceso al recinto, que está a la entrada a la población de Santa Ana, al lado izquierdo.

El camposanto figura en el catálogo realizado por el Instituto del Patrimonio Cultural de Venezuela 2004-2007, que lo declara bien nacional de interés cultural. Este reconocimiento, lo protege según el marco jurídico que rige en la materia.

La belleza de estos monumentos persiste aún con los efectos meteorológicos y el paso del tiempo. (Foto: Yenny Rozo)

Monumentos majestuosos

Visitar un cementerio produce diversas emociones. Es la última morada, el último lecho, el lugar donde descansarán eternamente los que atravesaron el umbral de la muerte.

Las tumbas que están distribuidas en los primeros tramos del acceso principal y en algunos espacios cercanos a la entrada del camposanto de Santa Ana causan admiración a sus visitantes. Constituyen parte del acervo histórico y cultural del municipio Córdoba.

Al entrar, a mano derecha, se observa el panteón de Los Rodrigo, uno de los primeros en ser construido. Mide más de dos metros de altura. Se encuentra muy cerca de la puerta principal y se conserva en buen estado.

Está pintado completamente de blanco y en lo alto del techo hay una imagen grande de Jesucristo, de pie, vestido con túnica, con las manos extendidas como símbolo de su resurrección y el triunfo sobre la muerte, según la tradición católica.

Su contemplación evoca eternidad, perennidad y perpetúa la memoria de quienes yacen en esa morada. En su pared anterior se encuentran colocadas varias placas que identifican a sus ocupantes. No tiene puertas de acceso al interior, es una estructura cerrada.

Unos metros más adelante, se observan cuatro monumentos, de distintos tamaños, tres en forma rectangular; algunos muestran los ladrillos utilizados en su construcción debido la pérdida en la capa superior del friso. Uno de ellos tiene forma de arco en cuyo pináculo destaca una cruz metálica, símbolo de la fe en Cristo y de la esperanza en la resurrección.

Rodeados de escombros, de humedad, desdibujados por la lluvia y el sol, con el recubrimiento exterior desgastado, hay otros monumentos paralelos a una de las paredes anteriores. Sobre una columna que todavía muestra su color blanco, destaca un busto de la Virgen María cuya belleza se resiste a ser olvidada, trasmite serenidad y paz ante la realidad inevitable de la muerte.

La necrópolis recoge una historia interesante, sus protagonistas incorpóreos aún sobreviven en cada lápida, en cada tumba, en cada espacio de este suelo habitado por recuerdos de un pasado que se resiste al olvido.

Los mausoleos que se encuentran allí, se erigen como centinelas petrificados por el tiempo, pero que evocan memorias e historias entre sus desgastadas construcciones.

La belleza de estos monumentos persiste aun con los efectos meteorológicos y el paso del tiempo. (Foto: Yenny Rozo).

El aspecto sombrío y lúgubre, se transforma en belleza artística, es la unión entre pasado y presente. Los arquitectos, constructores, escultores y artesanos de la época idearon, moldearon, crearon formas tangibles como recuerdo inmóvil de vidas pasadas.

Estas construcciones, narran el gusto artístico e influencias culturales europeas en cuanto a monumentos funerarios. Ofrecen una visión sobre el contexto económico, social, cultural y religioso de algunos habitantes que ocuparon estas tierras durante la creación del municipio.

Gregorio Navarro, director del Servicio Autónomo de Cementerios del municipio Córdoba, dependiente de la Alcaldía, indica que la disposición de los mausoleos, permitía ubicar varios miembros de una misma familia, en ellos.

 Eran elaborados por las personas más pudientes ya que requería una inversión considerable. El poder adquisitivo de algunos habitantes les permitió realizar estas construcciones que después de un siglo aún se mantienen en pie, despertando fascinación, interés y curiosidad.

Historia de monumentos funerarios

En la antigüedad, muchos gobernantes hacían construir monumentos colosales, como símbolo de poder y prestigio. Era una manera de perpetuar la memoria y que su legado no se perdiera al transcurrir el tiempo. Tal es el caso de las pirámides de Egipto, las tumbas imperiales de la antigua china o el Taj Mahal en la India.

El término “mausoleo” está directamente relacionado con la construcción de la gran tumba de Mausolo, rey del imperio persa en el siglo IV antes de Cristo. En la antigüedad este monumento funerario fue conocido como El Mausoleo de Halicarnaso. Algunos historiadores indican que su altura era de 46 metros de alto y un perímetro de 134 metros. Constituyó una de las siete maravillas del mundo antiguo. Desde entonces se utiliza la palabra mausoleo para hacer referencia a monumentos funerarios suntuosos y llamativos.

La existencia de estos mausoleos es una mirada al pasado. (Foto: Yenny Rozo)

Los primeros habitantes de Santa Ana, siguiendo tradiciones religiosas, pero también influenciados por el arte e historias sobre monumentos funerarios emblemáticos y famosos, construyeron tumbas en forma de mausoleos, aunque de dimensiones menores a los originales, los que se observan en el viejo continente o en otras partes del mundo.

Según información del cronista J.J Villamizar Molina, el primer panteón en ser construido fue el de Aurelio Chacón (hijo del fundador de Santa Ana), seguido del que corresponde a Marcelo Antonio Contreras y el de la familia Vivas. Su arquitecto fue Carlos Julio Sánchez.

El panteón de la familia Rodrigo, es obra de Pedro Moreno.

El aspecto singular, la belleza escondida y la antigüedad de estos monumentos fúnebres no pasan desapercibidas para visitantes propios y foráneos, quienes se acercan curiosos, a observar o escudriñar algún dato que les aporte información relevante de estas peculiares tumbas.

Las construcciones reflejan el estatus económico de los primeros linajes que adquirieron esos espacios en el municipio para la época. Sus dimensiones los hacen destacarse. En cuanto a la ornamentación, los diseños son variados.

Sobre algunas se observan figuras religiosas que parecen proteger el sueño eterno de quienes allí reposan. Su forma es rectangular, en posición vertical con placas que identifican a sus ocupantes, muestran inscripciones con las respectivas fechas de nacimiento y fallecimiento. Hay algunos cuyas inscripciones han sido borradas con el paso de los años, pero su presencia es vestigio de un ayer esplendoroso.

El transcurso del tiempo y las inclemencias de la intemperie parecen sepultar los cimientos de un pasado que se abre paso entre el deterioro y las incrustaciones de moho, que ahora es el principal adorno de estas moradas eternas.

Algunos monumentos muestran majestuosidad, porque fueron elaborados con mucha dedicación y cuidado. Cuenta Navarro que existen tumbas en cuya construcción se exhiben piezas traídas de Europa.

Este es el caso de un Cristo de mármol blanco, que se observa en posición reclinada sobre un crucifijo, en la tumba de la familia Martínez Osorio y que, según el director de cementerios municipales, pesa varias toneladas. Fue traído en barco desde Europa y se encuentra en perfecto estado de conservación, ya que sus propietarios aún residen en el pueblo y hacen el mantenimiento respectivo.

Esto le aporta majestuosidad al cementerio municipal. Allí se encuentran piezas de gran valor artístico y de belleza singular para quienes las observen con interés y detenimiento. Son únicas.

El cementerio municipal en la actualidad

El cementerio tiene extensión de una hectárea. Con el correr de los años, este pequeño espacio se ha hecho insuficiente para el descanso de las almas. “Estamos tratando de organizar muchos aspectos de orden administrativo en el cementerio municipal. Se necesitan recursos para mantenerlo en buen estado”, expresa.

Por medio de la autogestión han logrado solventar muchas cosas, pero reconoce que faltan aspectos por abordar. El lugar está iluminado.

 La oficina que dirige tiene proyectado embellecerlo, colocando terracota en el piso de la entrada y también en la capilla. Otros consideran que se debe tener mucho cuidado a estas intervenciones.

El camposanto figura también como miembro de la Red Iberoamericana de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimoniales, por lo que es de vital importancia su preservación y rescate.

Realizan jornadas de mantenimiento, limpieza de escombros y recuperación de algunas áreas.

Paola Contreras, secretaria del Servicio Autónomo de Cementerios, cuenta que, en sus inicios, las familias más pudientes adquirían “los mejores sitios, los que tenían buena ubicación” para sepultar a sus familiares, sin ningún orden ni control.

Por esta razón, en los libros de registros, no existe un orden consecutivo de las licencias otorgadas para la época en que fueron construidas estas sepulturas.

Escenario para las artes escénicas

Aunque el cementerio no es un lugar de recreación, los habitantes de Santa Ana, en ocasiones lo transforman en un escenario.

Aquí confluyen los ecos y reminiscencias de los moradores invisibles, con las vivencias, tristeza, llantos y hasta risas de quienes acuden a rendir culto a los que han partido de este mundo.

Para conmemorar el Día de los Muertos se escenifican obras teatrales, presentaciones de música sacra y también homilías especiales en horas nocturnas.

Naima Duarte y su grupo de teatro Tiembla tierra, presentan la obra “La lucha por las almas” en las instalaciones del cementerio. (Foto: Cortesía de Gregorio Navarro)

La profesora Naima Duarte, una de las promotoras de estas actividades, dirige el grupo de teatro Tiembla Tierra, que en varias ocasiones ha organizado la puesta en escena de la obra “La lucha por las almas”.

La presentación está inspirada en un fresco que se encuentra en el techo del templo parroquial de la localidad. En los trazos de la pintura, se observa el destino que podrían tener las almas de acuerdo con su actuación en la tierra.

Estas actividades tienen como fin fomentar los valores religiosos, e igualmente resaltar los valores culturales y patrimoniales del municipio, principalmente los que se encuentran en el camposanto.

Es una obra que pone de manifiesto la finitud de la existencia, nos conecta con lo trascendental y honra la memoria de las almas. Es un homenaje de los vivos dirigido a los habitantes eternos de este lugar cargado de simbolismo y misterio.

Patrimonio histórico

Al ser declarado patrimonio cultural e histórico de la nación, constituye un lugar de referencia para visitar y conocer. Es una ventana abierta al pasado, una forma de rememorar tiempos que no volverán. Permite establecer conexión con el estilo artístico funerario de generaciones pasadas.

 En este cementerio se encuentran sepultadas personas que en vida contribuyeron con el desarrollo del municipio y que, por lo tanto, dejan un legado, una huella imborrable en la historia del pueblo.

Tumbas antiguas de menor tamaño, contrastan con la opulencia de los mausoleos construidos en la misma época. (Foto: Yenny Rozo)

El contraste de las tumbas de menor tamaño con la majestuosidad de los mausoleos construidos a principios del siglo XX le da un toque especial a este cementerio. Son narradores inmóviles del contexto histórico en los primeros años del municipio. Reflejan parte de la herencia cultural y patrimonial de Santa Ana. Son un legado para la generación actual y futura. (Yenny Rozo/Pasante ULA)

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