Opinión

Opinión, análisis y realidad

15 de julio de 2024

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Humberto González Briceño

          La grave crisis política que sacude a Venezuela desde 1999 no admite la neutralidad a la hora de hacer una valoración.

          Se está a favor o en contra del proceso de desgajamiento que emprendió Hugo Chávez en 1999. Imposible estar en la mitad o no tener una posición.

          Las formas para superar esta descomposición son diversas, y allí el bloque descontento se diversifica en múltiples opciones.

          Cualquiera sea la alternativa que se seleccione debe tener un punto común, y este es una correcta caracterización de los bloques enfrentados y de la realidad en que se mueven.

          De no ser así se corre el riesgo de trazar estrategias sobre premisas falsas que a su vez pueden llevar a resultados tan inesperados como indeseables.

          En este contexto hay que admitir que para un periodista, analista e investigador en Venezuela no es fácil mantenerse en el terreno de la objetividad científica a la hora de calibrar la realidad en que nos movemos.

          No es fácil porque ese contexto condiciona y hasta aliena la percepción de la realidad.

          Quizás muchos periodistas, analistas e investigadores a la hora de analizar la situación de Venezuela terminan construyendo una opinión, como la que podemos tener todos, pero no un análisis en el sentido de desagregar un todo en sus partes para tener una mejor comprensión.

          Y eso está bien para el común de la gente porque todos podemos tener una opinión de lo que pasa y cómo resolverlo.

          Pero no todos tenemos las herramientas para analizar la coyuntura, o aun teniéndolas estamos dispuestos a usarlas.  

          Quienes hacen el papel de analistas de la política deben honrar su compromiso con el análisis para entender las contradicciones en lugar de ofrecernos sus opiniones personales sobre lo que ellos creen que debería ocurrir. 

          Por eso creemos más en la utilidad de analizar eventos concretos en coyunturas específicas que “analizar escenarios”, lo cual termina siendo no más que un entretenido ejercicio de fábula e imaginación.

          Un pobre servicio se le hace a la causa del cambio político en Venezuela si en lugar de una valoración crítica de la coyuntura lo que se ofrecen son opiniones personales disfrazadas de “análisis”, pero que en realidad terminan siendo no más que piezas de propaganda.

          Y lo peor es cuando estas construcciones falaces son usadas como un fiel levantamiento topográfico de la realidad para tomar decisiones o formular planes y programas.

          Más allá de la dicotomía psicologista entre ánimo y desánimo, lo que importa en la política es partir de la realidad material concreta y no de los deseos y la metafísica.

          Es irrelevante cuán agradable o desagradable sea esa realidad y menos aún importa la opinión personal que podamos tener sobre ella.- @humbertotweets

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