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Inicio/Opinión/Repelencias 520

Opinión
Repelencias 520

sábado 10 agosto, 2024

Carlos Orozco Carrero

Cada día crece más el fervor y el amor por nuestro Santo Cristo Bendito. Los hijos de La Atenas del Táchira y pueblos vecinos no dejan pasar desapercibida esta fecha gloriosa para celebrar sus convicciones católicas. Por eso siempre se realiza una misa en honor a nuestro Patrono para recibir sus bondades y agradecer tantos favores a nuestras familias y amigos. El grupo de gritenses, que por alguna situación no ha podido asistir a su terruño natal, prepara y convoca cada día del Santo Cristo a una misa en su honor.  Es una reunión cargada de manifestaciones de amor profundo por nuestra vida misma como hijos de esta tierra andina, cuna de catolicismo y fervor religioso. Me gusta eso.

El doctor karonte le decían por su inmenso parecido físico con el malvado actor del cine mexicano Miguel Uribe, quien siempre enfrentaba a Santo, el enmascarado de plata.  Nunca hizo caso a los gritos de sus compañeros de escuela y los dejaba tranquilos, mientras se dirigía al cementerio, donde ayudaba a su nono en los arreglos de algunas sepulturas y tumbas dejadas por la ausencia de dolientes. Cada vez que pasaba por la carrera 6, rumbo al puente del callejón de San Francisco, observaba a algunos señores que ingerían licor en alguna bodega vieja por las fechas de agosto. -Tengo que estudiar para no entrar nunca a un sitio de estos, se decía siempre. El muchacho se hizo hombre y arrancó a tierras lejanas en busca de un futuro como ingeniero, que era lo que le gustaba para estudiar. Nadie se acordaba del tal doctor karonte. Tal vez en alguna conversa entre sus compañeros de estudio saldría a relucir su nombre. Por ahí alguien lo reconoció en días pasados  con unas ralas canas en su cabeza y con tremenda camioneta ganada con el fruto de sus estudios y labores en una universidad asiática. –Dónde lo viste, le preguntaron al tungo Nemesio. –Lo vi entrando a echarse un palo de miche en la carrera seis y abrazando a sus viejos amigos de toda la vida. En cada esquina una historia.   

Dicen que uno no debe pasar por la vida murmurando algo de sus amigos y vecinos con alguna mala intención. Lo que ocurre es que un chisme bien aliñado es de consumo inmediato y hasta de alimento por estos días de preocupación colectiva. Por ejemplo, si en la conversa entre algún grupo de desocupados dice alguno de ellos que una muchacha está embarazada y es menor de edad y que el padre de la criatura es casado con cinco hijos, como no indagar un poquito más sobre identidades certeras…Saquen ustedes la cuenta, señores.     

Mi tía Pulqueria sospechaba de algo extraño con la visita de Hortensia, la esposa de Eladio.  Raras veces venía esta señora mal encarada a visitarla. Seguro que viene a buscar algo o a pedir un favor, murmuraba mí tía. Nunca trae algo bueno en sus visitas. –Pase adelante, Hortensia. -Y ¿ese milagro de verla por aquí ? –Ay, Pulqueria. Lo que pasa es que Eladio se arropa con tres cobijas y se le desordenan cuando duerme para amanecer desarropado y tiritando de frio. –¿Usted no tiene por ahí una aguja grande con pita Santander encebada para coserle esas cobijas y que duerma algo tranquilo? – Bueno, lave esas cobijas y tráigalas para que hagamos el trabajito aquí. –Deje la cobija vieja en remojo para que afloje y poderle meter la aguja porque parece un cartón piedra de lo tiesa que está, recomendó Pulqueria. Hortensia salió agradecida con mi tía. Sin embargo, quedó pensativa toda la tarde. –¿Por qué esta vieja conoce las cobijas de Eladio ?

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