Eduardo Marapacuto
En esta era de la Desinformación, los influencers se presentan (o más bien los presentan) como modelos a seguir, y hasta el aura, los hace ver en una tridimensión maniaco religiosa-virtual; es decir, los salvadores de las almas perdidas en la verdad y la realidad. Sus seguidores quedan conectados y consumiendo y comprando lo que le dicen sus influencers. Si se les ordena violencia, salen como zombis a cumplir la orden.
Hablamos de eucaristía porque las RRSS son como iglesias, donde el like es el amén, ¿cuántos dicen amén? En esa congregación, el compartir es la comunión y el consumo la redención. Allí no hay golpes de pecho, ni culpa por mi gran culpa; solo la libertad de causar el mayor dolor y sufrimiento con la yema de los dedos sobre la pantalla de sus teléfonos y un mensaje que se ahueca en unas palabras y en unas imágenes que distorsionan la verdad.
Siempre lo he dicho y lo he reclamado, ahora que estamos migrando a Telegram, vamos a convertirnos nosotros en influencers, pero para defender la verdad y la revolución, para defender a nuestro pueblo, a nuestra Patria y garantizar la seguridad de la Nación; porque ya basta que esos influencers tarifados por los poderes imperiales digan lo que le da la gana de Venezuela y los millones de militantes revolucionarios no le respondemos. Vamos nosotros a escribir nuestros propios mensajes y cada vez que salga un influencers le caemos todos para vencerlos con nuestra verdad, porque con la verdad ni se ofende ni se teme.
Su relato tarifado era hasta el final, pero todo se derrumbó, tanto a ellos como a sus financistas. «Hasta el final», resultó el comienzo del fin. De verdad, desde el comienzo todo comenzó a salir mal. Fueron por Maduro y éste se les transformó en Super bigote. Salió la Sayona para ver si lo asustaba y Maduro se les convirtió en el Gallo Pinto. En ese terreno no pudieron hacer nada, porque el gallo que ellos buscaron era pataruco.
La usurpadora de la campaña del señor pataruco, perdón del señor inmundo, tenía su Plan fascista bajo la manga. Se vanagloriaban que ganarían y perdieron. Lograron Hackear el sistema del CNE para que no transmitiera la totalidad de los votos, pero con el 80% se pudo dar un primer boletín. Prendieron el país y activaron los comanditos, pero estos fueron neutralizados, capturados y ya están en resguardo de la acción legítima del Estado. Dijeron que hubo un fraude y el fraude fueron ellos. Montaron un CNE paralelo y mostraron «sus» actas, pero las mismas eran chimbas. «Hasta el final» resultó siendo el comienzo de su gran derrota. Ahora tienen que asumir sus responsabilidades, sus consecuencias. La victoria es de la Revolución, del chavismo y del pueblo.
Quisieron hacer una contrarrevolución y también fueron vencidos. Aclaro que una contrarrevolución no es una revolución contraria, sino lo contrario de una revolución. En ese sentido, un partido político que no sabe cuándo está derrotado, ha de convertirse en una cosa de las más funestas para toda la sociedad. En el caso de la corriente fascista venezolana, nada puede convencer a esa corriente de la derecha de la imposibilidad de derribar la Revolución venezolana. Mientras más acciones hagan con sus puñales y sus cuerdas de la horca, se van enterrando a sí mismo y van rumbo a las cavernas de Platón.
En esta nueva arremetida quisieron conocer el poder del pueblo venezolano y lo conocieron, ese que se deja sentir, ese que lucha incansablemente para derrotar al fascismo y terrorismo de los grupos de la exterma derecha venezolana. El poder de la revolución es el poder del pueblo que brilla en el rostro de cada hombre y de cada mujer, cuando de defender la Patria se trata. Aquí está este pueblo, con su gobierno, con su FANB, con todas las instituciones, las fuerzas políticas y sociales, listos para garantizar y mantener la seguridad de la Nación. ¡Qué así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira