Eduardo Marapacuto
El miércoles 28 de agosto, antier como decimos los orientales, se cumplió el primer mes de la Victoria revolucionaria contra el fascismo, contra el imperio y todas las fuerzas del mal. No se trató de cualquier victoria, sino la conciencia de salvar la Patria de las traiciones y avaricias de nuestros enemigos internos y externos que quieren arrasar con nuestros recursos y sepultar los cimientos de la República. No pasaron ni pasarán, porque andamos desplegados en la acción permanente; de allí los cantos, las alegrías de nuestra gente, de nuestro pueblo que anda en las calles de Venezuela y el mundo celebrando la reelección de Nicolás Maduro.
Empujado por la brisa fresca de las palabras, digo que tras cada amanecer inevitablemente la verdad se viste de victoria. Precisamente, cuando se lucha contra el fascismo, solo la victoria tiene sentido. Así lo entendió nuestro pueblo el pasado 28 de julio, cuando sin miedo salió a votar por la Revolución y por la vida. No solamente votamos, también defendimos nuestro voto y nuestra victoria.
Nosotros creemos en la Patria, y ese es el sentimiento más noble que puede tener un revolucionario, porque se trata de un compromiso con uno mismo y con la tierra que nos vió nacer. Por eso, hoy más que nunca, tal como lo dijo el camarada presidente Nicolás Maduro el 12 de enero de 2023: «Estamos llamados a unir todas las fuerzas para que la etapa del renacimiento nacional impacte positivamente al hombre y la mujer de a pie. El renacimiento de las fuerzas espirituales, de la vida económica, política y las libertades republicanas».
Independientemente de lo que digan los países enemigos del proyecto político y de la Patria venezolana, está claro y hoy más que nunca es evidente el potencial de resistencia, de lucha y de victoria que tenemos. La revolución venezolana no es un discurso, sino un lenguaje colectivo, una acción prospectiva con un potencial nacional de fuerzas internas que empujan hacia la transformación permanente. De esa manera, la militancia revolucionaria asumimos la revolución como un desafío que no se detiene ante los obstáculos y vamos mirando siempre hacia los horizontes de la verdad. Seguimos avanzando por los carriles constitucionales y agarrados del hilo conductor de la verdad.
Tal cómo lo dice mi amigo Luis Páez en un escrito titulado “Dialéctica de una victoria popular”, “el 28J tendrá en la historia de Venezuela la misma significación y trascendencia de otros sucesos que han marcado y dejado huella en las últimas décadas ( 28F, 4F, 5M). A un mes de esta épica batalla es necesario reconocer a los 6400000 ciudadanos que respaldaron al candidato del pueblo y la esperanza, en medio de un ataque feroz en todos los frentes, utilizando la mentira, el engaño, el inmenso poder mediático, comunicacional, cybernetico y financiero. El noble y valiente pueblo venezolano conducido por Nicolás Maduro le asestó una derrota a los poderes fácticos de la burguesía criolla y a su amo el imperialismo de EEUU. La victoria popular salvo a la Patria Bolivariana de una dictadura fascista y una guerra civil con las consecuencias nefastas para la sociedad en su conjunto. De haber triunfado la ultraderecha golpista, facinerosa, criminal, entreguista, el plan era inmediatamente tomar el poder por la fuerza y la violencia, propiciar un golpe de estado, derrocar la CRBV y los poderes públicos, perseguir y aniquilar el chavismo, reeditar el 11A y solicitar una intervención militar foránea en caso de que hubiese resistencia civil”.
A un mes de la victoria revolucionaria por acá andamos, prevenidos para la acción, dispuestos siempre a marchar al ritmo del tambor que toquen los acontecimientos, pero siempre con la mirada puesta en el palpitar de la conciencia. No sólo tenemos el compromiso de defender la revolución, sino también de derrotar el fascismo de la derecha y todos sus derivados ¡Qué así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira