Eduardo Marapacuto
Desde el mismo momento en que Hugo Chávez asume el gobierno el 2 de febrero de 1999, comienzan a plantearse una serie de cambios estructurales del Estado venezolano, para refundar la República, como se dijo desde el primer momento; cuestión que no fue bien vista por los sectores opositores y conservadores del país. De hecho, cuando se plantea la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en 1999, que redactaría una nueva Constitución, hubo reacciones diversas, donde incluso, el gobierno de los Estados Unidos se identificó con los intereses de la oligarquía conservadora venezolana.
A medida que el nuevo gobierno iba tomando decisiones, se fueron unificando las fuerzas de la derecha y una pequeña ala de la izquierda, con el apoyo de los Estados Unidos, pasó a oponerse abiertamente al gobierno de Hugo Chávez. Una vez entrada en vigor la nueva Constitución en 1999 , comienza la refundación anunciada, políticas que chocan con los intereses de los grandes grupos económicos y políticos del país, que junto con gobiernos extranjeros comienzan a conspirar contra el gobierno nacional, tanto así que, ante una serie de leyes promulgadas en 1991, los grupos opositores dan un golpe de Estado en abril de 2002 y derrocan por unas horas al presidente Hugo Chávez, golpe que contó abiertamente con el apoyo de los Estados Unidos. Luego vino el paro petrolero en diciembre de 2002, que causó grandes pérdidas y consecuencias graves e incidencias directas en la economía nacional, donde también hubo participación norteamericana, quedando en evidencia que los ataques tenían naturaleza interna y externa. Así que las amenazas siempre estuvieron presentes desde el mismo momento que Chávez llega al poder.
Una vez que fallece Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2013, los Estados Unidos arrecian su política contra Venezuela, comenzando así una escalada de sanciones y bloqueos, enmarcados en las medidas coercitivas unilaterales (MCU) de los Estados Unidos contra Venezuela, que impactan en los Derechos Humanos de la población; pretendiendo los Estados Unidos y sus aliados determinar cuál es el sistema político, económico y social que debe regir en Venezuela; pero somos país soberano que se organiza y toma sus propias decisiones, según más le convenga y ningún otro país debe intervenir en tales decisiones.
Tal vez, las causas de la política agresiva, hostil y de amenaza constante por parte de los Estados Unidos contra Venezuela, habría que buscarlas en la propia naturaleza del imperio norteamericano que, en su afán de dominación y sometimiento de los pueblos, ya han aplicado sanciones contra muchos países en el mundo, tal es el caso de Irán, Siria, incluso China y Rusia, actualmente. En el caso de América Latina, Estados Unidos mantiene sanciones contra Cuba, Nicaragua y Venezuela. En Venezuela, las sanciones o medidas coercitivas unilaterales han tenido consecuencias directas sobre la población venezolana, vulnerando sus derechos fundamentales como es el derecho a tener acceso a los alimentos y a las medicinas como garantía de la vida. Los Estados Unidos han bloqueado todas las instancias para que el Estado venezolano no pueda funcionar y comprar alimentos y medicinas en el mercado internacional. Por supuesto, esto ha tenido un fuerte impacto sobre los derechos humanos de la población.
Mas temprano que tarde, el imperio norteamericano tendrá que pagar por sus robos, sus saqueos, sus genocidios, por su terrorismo, por sus crímenes de Leasa Humanidad y por las criminales medidas coercitivas unilaterales que causan dolor y sufrimiento a los pueblos. Su política exterior es reincidente en cada una de estas cuestiones, pero tarde o temprano le llegará su hora. ¡Qué así sea!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.
Investigador RISDI-Táchira