En el momento del ataque con arma de fuego, registrado este viernes 6 de septiembre en el barrio comercial de La Parada, en Colombia, Yampier Andrés Casorla Herrera, de 17 años, portaba una franelilla color blanco, un pantalón azul y botas blancas.

Faltaba hora y media para que cerraran frontera. Su cuerpo quedó tendido cerca de las 7:30 p.m., en una acera de la concurrida cerrera 7 de la localidad colombiana, la cual está bordeada por decenas de comercios que son visitados a diario por cientos de venezolanos.

Su proximidad con el puente internacional Simón Bolívar, hace del punto una zona donde, además, convergen decenas de vendedores informales y mototaxistas — la mayoría venezolanos –, que, al escuchar las detonaciones, entraron en pánico. «Contabilicé 10 disparos», dijo un vendedor a Diario La Nación.

Recientemente, un comerciante fue asesinado en la misma carrera 7 del movido y ajetreado barrio. Se habría negado a pagar una vacuna y los delincuentes decidieron segarle la existencia de varios disparos.

El pasado 22 de agosto, un hombre fue herido de bala también en La Parada. Se encontraba sentado en una acera cuando fue baleado por Kleiver Monsalve, delincuente capturado por la Policía Metropolitana de Cúcuta. La víctima falleció a los cuatro días en un centro de salud.

Grupos irregulares como el Tren de Aragua mueven sus tentáculos criminales en una zona que conecta con San Antonio del Táchira, y donde constantemente hay disputas de espacios por grupos al margen de la ley. Los «ajustes de cuentas» son frencuentes.

En esta oportunidad, varios de los disparos impactaron en una camioneta que se hallaba estacionada cerca del suceso. Afortunadamente, no había gente adentro del vehículo en ese instante. La mayoría de veces, los victimarios se desplazan en moto y se escabullen rápidamente de la escena el crímen. El caso aún está en investigación.

Jonathan Maldonado