Economía

“Los empresarios pueden ser los grandes enemigos de los mercados libres”

30 de septiembre de 2024

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El experto Alejandro Tagliavini ayuda a entender la diferencia entre un empresario real y uno falso

Diego Mendoza

Desde el Centro para la Prosperidad Global, creado por el The Independent Institute, Alejandro Tagliavini ha trabajado en el análisis intelectual, moral y práctico que ayuda a visualizar cómo los cambios institucionales que hacen prevalecer al mercado son los que realmente posibilitan salir de la pobreza.

En conversación sostenida con el autor del libro “Cómo ser ricos y felices”, explicó lo que es un empresario, el papel que este juega en la sociedad y cómo esta función se puede distorsionar cuando se crean alianzas con el poder para conservar una porción del mercado en detrimento del consumidor.

Además, ofreció opiniones que van desde las leyes de copyright (derecho de autor), hasta tocar el avance de la inteligencia artificial y la llamada responsabilidad social del empresario, cuyos argumentos al respecto contrastan con lo que comúnmente se sugiere y avala.

– ¿Qué es en sí un empresario y cuál es el papel que este juega en la sociedad?

R.: Un empresario básicamente es alguien que toma una iniciativa y la desarrolla. Su función es eminentemente creativa. Se la pasa investigando las necesidades reales y objetivas para intentar satisfacerlas.

Las empresas se crean cuando alguien descubre una oportunidad. Por ejemplo, descubrí que el vecino quiere comer pan, inmediatamente abro una panadería. Si obtengo muchas ventas seguramente otro de los vecinos me va a montar la competencia, lo que favorece a quienes compran pan porque van a ver cómo empezamos a trabajar en función de bajar los precios para vender más.

Siguiendo con este caso propuesto, yo podría considerar que una ventaja para mi panadería sea llevar el pan directamente a la casa del comprador, lo que vuelve a beneficiar al consumidor.

Y así es como se van produciendo los desarrollos tecnológicos, por el afán de competencia. Colocando otro ejemplo, si yo produzco teléfonos Samsung, y me doy cuenta que Apple hace uno mejor, entonces esto me debe llevar a invertir en investigación para ofrecer un móvil de mejor calidad y a un menor precio.

Es de esta manera como el empresario sirve a la sociedad, descubriendo las necesidades que tienen sus semejantes.

El verdadero empresario está permanentemente descubriendo información acerca de los desajustes que hay en el mercado para actuar en base a que exista una mejor coordinación entre el uso de recursos y las necesidades.

– Pero, no todos los empresarios trabajan en función de ofrecer mejores bienes y servicios; de hecho, algunos piden abierta o solapadamente al Estado intervenir o “colaborar” con ellos en función a un supuesto beneficio a la sociedad.

R.: Sí, y hoy en día el capitalismo tiene muy mala fama precisamente por lo que los empresarios no deberían ser.

Hay empresarios que suelen vivir de los privilegios que les da el Estado. De hecho, las fortunas exageradas de muchas multinacionales o empresas de las más grandes, son consecuencias de prerrogativas estatales como los controles aduaneros que impiden la competencia con el exterior, o las leyes para supuestamente fomentar la producción y el consumo de bienes nacionales, e incluso, las leyes de copyright. 

Esta última medida crea monopolios a partir de patentar ideas, como si uno pudiera adueñarse de algo como las ideas. En este caso puntual, las leyes de copyright lo que terminan logrando es crear incentivos para comprar patentes con la finalidad de impedir la competencia, es decir, para cerrar el mercado.

Otro ejemplo de intervención es cuando se obliga a usar algún producto, por ejemplo, vamos a suponer, el cinturón de seguridad, esto trae como efecto que el empresario no tenga que hacer su trabajo de investigar y coordinar los desajustes del mercado, porque ya sabe que van a tener una demanda obligatoria y artificial. Es decir, el Estado les estaría asegurando una ganancia.

Contrario a todo esto, en una economía realmente libre, se tiende a equilibrar las fortunas por la sencilla razón de que existe la competencia. Por lo demás, como vemos, cualquier intervención que hace el Estado termina generando desigualdades que se aprecian en los ingresos.

– ¿Y qué ocurre cuando otros países subsidian los productos, en ese caso no se debería adoptar algún tipo de política de protección a la producción nacional por estar ante una competencia que suele considerarse desleal?

R.: Aun cuando los productos externos estén subsidiados, nosotros deberíamos agradecer a esos países que nos los vendan porque lo que están haciendo es regalarnos dinero. Simplemente nos están pagando una parte del precio de los productos.

Ahora, ¿esto conlleva a la destrucción de la producción nacional? No, para nada. Puede que se cierren ciertas empresas dentro de ese sector que está importando mercancías subsidiadas, pero a la par, con la plata que los ciudadanos nos ahorramos, que sería mucho mayor que lo que puede ganar la empresa nacional, se van a abrir nuevas industrias cuya importancia en el mercado puede ser mucho más relevante.

– Y con respecto a la aparición de la inteligencia artificial u otras tecnologías vanguardistas, se ha sostenido que diferentes puestos de trabajo van a desaparecer ¿Sería, entonces, y hasta cierto punto, negativo el rápido avance de la tecnología?

R.: Ese es otro de los grandes mitos. Es todo lo contrario. Para verlo mejor, pensemos en el siguiente hecho: en 1830, en los Estados Unidos más o menos el 85 % de la población se dedicaba a la agricultura, y cuando empezó la industrialización, saltaron los agoreros de siempre a decir que las personas sin oficio se iban a amontonar en las ciudades y que se iba a despoblar el campo, trayendo como consecuencia la escasez de alimentos ¿Qué ocurrió? Que hoy en día solamente el 3 % de su población se dedica al campo, y eso basta para sostener y alimentar al resto de los ciudadanos.

La tecnología hizo posible producir muchos más alimentos en la misma cantidad de tierra, y ha provocado un estallido de empleos en compañías de aviación, telefonía, autos, entre un montón más.

Además, ahora los agricultores no tienen que sembrar a pala, van sentados cómodamente en sus tractores con aire acondicionado y escuchando música.

En otras palabras, lo que consigue la tecnología es potenciar la capacidad humana de trabajar, creándose mucho más empleo.

– Por último, hay un tema que se suele tocar mucho, y es la llamada responsabilidad social del empresario. Los ciudadanos y los políticos consideran correctas las leyes que obligan a estos a ceder parte de sus ganancias para de alguna manera indemnizar a la sociedad por laborar. ¿Qué opina usted al respecto?

R.: La principal responsabilidad social del empresario es descubrir las necesidades que tienen los demás y satisfacerlas produciendo. La segunda, es ir generando puestos de empleo a partir de las ganancias obtenidas por saber atender a las personas y, finalmente, al tener un mercado libre con una competencia entre trabajadores, hacer posible que aumenten los salarios y los beneficios, preocupándose además por cuidar de sus empleados.

Esto último algunas veces no se cree. Yo mismo trabajé para una empresa japonesa y puedo contar que la misma nos cuidaba a tal punto, que tiene como regla que cuando un empleado fallece, esta se encarga de la familia que ha dejado, brindando atención a la viuda (o) y a los hijos hasta que sean mayores de edad. Y eso es un resultado de la competencia.

Así mismo, la gente suele exigir que los ricos paguen más impuestos, pero no se dan cuenta que cuando eso sucede, cuando se gravan con más presión tributaria a las grandes compañías, ese incremento se transfiere bien sea vía un incremento en el precio de los productos, bajando los salarios, o dejando de contratar nuevos empleados, es decir, termina pagando el más pobre.

Mi recomendación es que debemos trabajar en hacer ver que el capitalismo y el libre mercado no son para favorecer a las empresas, son a favor del ciudadano común. Estos son los verdaderos héroes de un mercado libre, de un capitalismo bien entendido. De hecho, muchas veces, los empresarios pueden ser los grandes enemigos de los mercados libres porque no quieren competir, quieren es mantener sus privilegios.

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