Eduardo Marapacuto
El día martes 8 de octubre se cumplieron 57 años cuando capturaron a Ernesto Che Guevara, en la Higuera, Bolivia. Lo detuvieron cuando andaba luchando por lo que creía y practicaba: ser revolucionario. De su utopía hizo una realidad cuando el proyecto revolucionario cubano se volvió una verdad resplandeciente que alumbraba el horizonte para el despertar de los pueblos del mundo.
Precisamente, esa fecha del 8 de octubre, me recordó que había escrito un artículo en el año 2010; de inmediato busqué en mi biblioteca personal el libro “Evocando al Che”, cuyo autor es el cubano Ángel Arcos Bergnes. El texto, interesante en todas sus páginas, me lo “prestó” el camarada y amigo Robert Bautista, a quien prometí devolverlo una vez realizada su lectura, pero todavía está por aquí. Y de verdad, quise revisarlo nuevamente porque el Che fue un hombre excepcional, comprometido, disciplinado, con espíritu y acción revolucionaria. En el libro de Arcos Bergnes están bien definidas cada una de esas cualidades que determinan la personalidad y grandeza del guerrillero heroico.
Por supuesto, hay muchos libros publicados del Che y sobre el Che; de los cuales he tenido la oportunidad de leer algunos, entre los cuales destacan: América Latina, despertar de un continente; el gran debate sobre economía en Cuba; la guerra de guerrillas; escritos por el puño revolucionario del Che. Igualmente, puedo mencionar otros, como: Che Guevara: una vida revolucionaria (Jon Lee Anderson); De Bolívar al Che (Luis Vitale); Che en la memoria de Fidel (Fidel Castro) y La infancia del Che (Luis Altamira). También debo mencionar la publicación realizada por PDVSA en el 2007, con motivo de los 40 años del asesinato del Che. Gracias a una camarada trujillana, quien me envió un ejemplar, también pude leer este texto de colección sobre la vida del Che, que además viene ilustrada con fotos inéditas, incluyendo la foto universal tomada por el cubano Alberto Díaz Gutiérrez, mejor conocido como Alberto Korda, donde el Che sale con su boina la cual fue difundida en millones de carteles con la leyenda al final: Guerrillero Heroico.
El Che extremadamente consecuente con su prédica liberadora y durante los años que ejerció funciones como miembro del gobierno revolucionario, fue ejemplo de entrega y de lucha permanente para el logro de la eficiencia; tanto así que impartió cátedra de trabajo voluntario y los fines de semana se veía cortando caña o trabajando sin descanso en alguna fábrica nacional. Esa misma energía le proporcionaba cada día el calor de la lucha revolucionaria y desde sus trincheras de trabajo sembró el fuego sagrado para que el pueblo cubano quedara impregnado de esa llamarada intensa.
Esa luz ya venía por dentro, porque si revisamos la bitácora del recorrido de la vida, vamos a encontrar que desde el viaje que inicia en Córdoba (Argentina) en diciembre de 1951, pasando por nuestra gran San Cristóbal (Táchira) un 14 de Julio de 1952 y llegando a Caracas 3 días después; le permitió conocer la realidad de algunos países latinoamericanos y la necesidad de emprender procesos revolucionarios para liberarnos del yugo neocolonialista impuesto por el imperio norteamericano.
El legado del Che Guevara no se perdió en la borrasca ni en el olvido de los tiempos, sino que sigue vivo. Hoy más que nunca los ecos de sus palabras nos hablan de la disciplina, de la constancia y la persistencia de los ideales. Por ello debemos ser consecuentes con nuestros ideales, sobre todo luchar por lo que se cree, inclusive hasta morir si es necesario, pero nunca traicionar ni vender los ideales. ¡Viva el Che y su legado revolucionario!
*Politólogo, MSc. en Ciencias Políticas.