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Algunas piezas del ave deben prepararse con cuidado, pues se cree que uno de cada dos pollos disponible en los mercados, pueden contener bacterias patógenas
Humberto Contreras
El pollo es uno de los alimentos más consumidos en el mundo, no solamente por la variedad culinaria que permite desarrollar, desde caldos y sopas, hasta ensaladas y filetes, sino también, porque es un producto económico, que permite su disfrute a un amplio sector de la población.
Sin embargo, en su entorno se ha generado información que obliga a no solo elegir un producto de calidad, sino a tomar algunas precauciones antes prepararlo en la cocina para el consumo. En ese sentido, FoodOboz través de su publicación Parenting presentó recientemente una información, donde informa a qué partes del pollo hay que prestarle atención cuando estén en preparación en las cocinas de nuestras casas.
De acuerdo con la nota informativa, las partes más perjudiciales del pollo son, en primer lugar, los órganos internos, como corazón, hígado, etc., pues aparentemente son las partes más afectadas con la presencia de algún parásito o algún producto químico utilizado en su crianza, especialmente de los de producción industrial. Por lo tanto no deberían ingerirse, indica.
En segundo lugar, menciona la piel señalan do que según los expertos, contiene altos niveles de colesterol y grasas. También puede contener residuos de cloro, si el pollo no se ve fresco, porque este va en algunos productos que se utilizan para dar a las carnes un poco pasadas, un aspecto comercializable.
Es una razón para quitarle la piel al pollo antes de consumirla. Sin embargo, el “desprecio por la piel del pollo no debe ser tan contundente, según otros expertos, cuando el animal viene de crianza doméstica.
Las alas se anotan en tercer lugar. Dice la nota que esta parte del pollo se compone únicamente de piel y huesos, no tiene vitaminas ni elementos útiles a nivel nutricional. Pero qué ricas son. Además, añade, en su preparación, se utiliza una gran cantidad de aceites, condimentos artificiales y grasas. Su consumo influye en el proceso de envejecimiento de nuestro cuerpo.
No se debe lavar el pollo
La en referencia señala que el Departamento de Agricultura de EE UU advierte sobre el lavado de la carne de ave. Según la subsecretaria de Seguridad Alimentaria, Mindy Brashears, refiere la información, puede ser muy peligroso porque se cree que lavar la carne de ave en la cocina puede transferir contaminación a la mesa de cocina, el fregadero y el agua comunitaria.
Para que no ocurra eso, recomienda, es muy importante asegurarse de que toda el área de servicio de la cocina quede luego completamente limpia y desinfectada. Esto también se aplica a todos los artículos que hayan estado en contacto con la carne de pollo cruda.
Tener presente que el hecho de lavar el pollo, no elimina por sí solo las bacterias que pueda contener, para lo que es necesario cocinarlo, pues dice, según las estadísticas, uno de cada dos pollos disponibles en el mercado puede contener bacterias patógenas, lo que supone un riesgo especialmente para las personas inmunodeprimidas y los niños.
Según datos ingleses, la intoxicación por la bacteria Campylobacter, habitual en las aves de corral, es la intoxicación alimentaria más común. Esto indica que hay que cocinar la carne de pollo a temperaturas y tiempos en los que a estas bacterias les sea imposible sobrevivir. De modo que un poco de cuidado no viene mal cuando se trata de nuestra propia seguridad alimentaria.
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