La tarde del viernes 1 de noviembre, el puente internacional Simón Bolívar, el que registra mayor dinámica de los cuatro tramos que unen a Táchira con Norte de Santander, registraba poco movimiento.
Lo que más destacaba en ambos carriles son las motocicletas, muchas de ellas usadas como «motocarga» o para prestar un servicio de transporte público como mototaxista.
A la par, algunos transeúntes cruzan por las aceras, ya sea con algún tipo de producto que hayan adquido en Colombia, o con algún costal repleto de plástico o chatarra que van a vender en La Parada.
La frontera es un escenario con múltiples matices que se extienden también por las trochas, caminos sinuosos por donde el movimiento es algo agazapado y a baja escala. La mayoría pasa ahora por los trayectos formales, como debe ser.
Jonathan Maldonado