Hogan Vega y Dorli Silva
En Venezuela, cada 5 de diciembre, desde 1958 se celebra el Día del Profesor Universitario, en conmemoración de la aprobación de la Ley de Universidades de ese año y para enaltecer la educación como un derecho humano. En tal sentido, se considera a la educación, por analogía, como un motor para el desarrollo y una de las herramientas más eficaces para la superación de la pobreza, mejorar la calidad de vida, la prosperidad social para todos, acceder a la salud, y lograr la igualdad de género, la paz y la estabilidad. Por tanto, el gran reto que ha de afrontar la organización universitaria consiste en recuperar el espíritu genuino de la universidad, al adaptarlo con creatividad al contexto del siglo XXI, sin obviar la excelencia en el camino de los saberes y de las competencias necesarias para cada profesión.
Es evidente que la educación, además de ser un motor, es una herramienta para elevar el nivel de vida de la población; como, por ejemplo, un nivel educativo que le permita al individuo razonar acerca de la condición en la que se encuentra. Si es una persona consciente, que evalúa que no tiene un empleo digno, que genere ingresos suficientes para solventar sus necesidades básicas de alimentación, salud y vivienda, entre otras, no puede salirse, fácilmente, de esa condición limitada llamada pobreza. Por ende, las enfermedades se mantienen, reproducen y perpetúan, dentro de los individuos que viven en ese contexto.
En consonancia con lo mencionado, se puede vincular la condición de pobreza con la falta de oportunidades y capacidades que se presentan, en los individuos de una población determinada. Es dicha carencia, la que ocasiona el deterioro en las condiciones de salud, trabajo y calidad de vida de los individuos que, en gran medida, afectan a los grupos sociales más desposeídos.
Desde la perspectiva de la pobreza, las personas tienen necesidades sociales que se pueden resumir en las siguientes: salud, nutrición, vivienda, educación, trabajo, recreación, además de la carencia de ingresos económicos, entre otros aspectos. Otros aspectos a considerar son las privaciones intrínsecas como la edad, sexo, lugar o región y otros factores que una persona puede o no controlar; no solamente la falta de pago o liquidez monetaria. En cualquier caso, la pobreza incluye la carencia de servicios básicos para sobrevivir. Asimismo, en pleno siglo XXI, con todos los avances científicos y tecnológicos que se han logrado, existe una realidad tan grande que no puede desaparecer, ni hacerse transparente. Es la miseria con la que vive mucha gente, que no tiene oportunidades para escoger la vida que quiere o desea vivir, ni la forma en que planea morir.
La estrategia de prosperidad social que contribuya con la reducción de los niveles de pobreza en el país, así como el fortalecimiento de programas dirigidos a mejorar las condiciones laborales y la calidad de vida, se articulan con la voluntad política de los gobernantes. Ello permitirá desarrollar políticas públicas dirigidas a disminuir la pobreza y las carencias en el ámbito educativo; asimismo, podrían contribuir al desarrollo del motor educación, como el camino a seguir para erradicar la pobreza y superar barreras sociales.
Para entender a la organización universitaria y su dependencia del Estado venezolano, es necesario conocer su clima organizacional. Litwin y Stinger, con su visión de nueve (9) factores y objetivos, presentan los niveles jerárquicos basados en el organigrama de la institución. Su funcionalidad se basa en normas, reglamentos, reglas, políticas, procedimientos, manuales, entre otros. Una estructura organizacional adecuada facilita o dificulta el flujo de la comunicación.
El factor espacial está constituido por la sede principal, los núcleos, extensiones y su dependencia con el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria (MPPEU); la responsabilidad va ligada con la función encomendada y los valores individuales; la recompensa se recibe a cambio del esfuerzo, dedicación y formación individual, así como los reconocimientos por méritos. Es decir, recibir un salario justo de acuerdo con el compromiso de la patria de Bolívar, la felicidad de la república es el fin político supremo. Pero, al mismo tiempo, la felicidad es la práctica de la virtud; quiere decir que el fin político tiene como condición la práctica moral.
Existen otros factores, tales como los desafíos, clima competitivo necesario en toda organización; relaciones que se fundamentan en el respeto interpersonal a todo nivel; cooperación, que es el trabajo en equipo en vías de lograr los objetivos; los estándares, parámetros que establece la organización en estadísticas en matrícula, porcentaje de aprobados y reprobados, entre otros.
El factor relacionado con los conflictos se forma con las desavenencias entre los miembros de un grupo, son consideradas normales, al ser subsanadas mediante el diálogo y la confrontación de los involucrados, se conoce como alta gerencia y liderazgo; la identidad es el sentido de pertenencia con la organización.
En consecuencia, para los autores mencionados, guiarse por los nueve (9) factores del clima organizacional es un reto para las organizaciones universitarias, en la búsqueda de la excelencia académica. Constituye un sello de garantía de una educación para todos, con un compromiso pedagógico, ético, social y la convicción de vivir en un mundo educativo cambiante. Allí, el profesor universitario se adapta a los cambios tecnológicos e incorpora los avances tecnológicos (inteligencia artificial, robótica, etc.) a los nuevos conocimientos, pero con valores y ética. Ahora bien, cada momento, situación y/o conflicto es una oportunidad para educar para la vida, al responder a las necesidades de los estudiantes. De esta manera, se crea una convivencia saludable, enriquecedora, que sirve de base para el aprendizaje más academicista.
La majestad de la profesión universitaria implica una felicitación por tan labor loable que transmite conocimientos, construye valores, vive el crecimiento personal de sus estudiantes, desarrolla la personalidad de ellos. Asimismo, despliega su capacidad para tomar decisiones, plantearse retos y desafíos, en la espera de la recompensa para obtener felicidad con el logro alcanzado. Para concluir, una frase de Carl Gustav Jung (1875-1961), psicólogo y psiquiatra suizo: “Uno recuerda con aprecio a sus maestros brillantes, pero con gratitud a aquellos que tocaron nuestros sentimientos”.