Julieta Cantos
Las tradiciones culturales, en tiempos de globalización, se expanden como regadas por aspersores. Muchas contribuyen a fortalecer y expandir la conciencia universal y, por ende, la transformación de países diversos convirtiéndolos en estados plurinacionales, con visiones amplias e inclusivas. El problema se produce cuando se asumen como ciertas y propias tradiciones externas, cuyos orígenes son desvirtuados y absorbidos sin claridad de su contenido. Algo de esto es lo que he podido observar hace un par de años con fechas celebradas en Venezuela y países vecinos, y, ciertamente, sin tener ni idea de lo que significan y de lo que estamos apoyando o celebrando.
El “viernes negro”, para nosotros los venezolanos, tiene una vinculación pesimista en el plano económico, y se produce a raíz de una de las muchas devaluaciones de nuestro bolívar, ocurrida en el ejercicio de Luis Herrera Campins como presidente, quedando registrado en nuestra historia como el antes y el después. Sin embargo, hace unos días se celebró de manera festiva otro viernes negro, que no tiene nada que ver con Venezuela, pero si con una tradición norteamericana, incorporada al mercado actual: el Black Friday. Existen versiones diferentes en torno a su origen pero pareciera que todas, de una u otra forma, están relacionadas con el mercado: la oferta y la demanda, el acaparamiento, la explotación, y la usura; como un preludio de las fiestas navideñas… Lo sorprendente es que en un momento convulsionado como el que estamos viviendo, no solo en Venezuela, sino en la América toda y en el resto del mundo, se genere una expectativa desmedida, desde mi punto de vista, en la promoción de un día que no nos pertenece y cuyo alcance final es lograr incrementar las ventas, sin importar lo que se venda o se compre.
Pero creo que lo más sorprendente es que eso se dé en un país etiquetado con “índices de pobreza y necesidad de ayuda humanitaria”, en donde una parte de la oposición convoca a una cercana manifestación cuya imagen a resaltar es la de carnosos labios pintados de rojo sangre y que nos retrotrae al afiche de la otrora famosa película “Garganta Profunda”. Labial, que a lo mejor consiguieron en oferta del Black Friday.
Lo verdaderamente interesante es que en la semana pasada se realizaron 3 eventos importantes vinculados a lo productivo y cultural en nuestro Estado. Entre el 27 y el 30 de noviembre, se realizó el 1er Festival de Teatro en San Cristóbal en el Ateneo del Táchira, auspiciado por la Alcaldía de San Cristóbal a través de su Dirección de Cultura… totalmente gratis, abierto a todo público. Me sigue asombrando lo recurrente del tema tratado de la mujer, no como empoderada sino como doliente. Tienen todo un año para profundizar en los contenidos a seleccionar, para el festival del 2025.
La instalación de la Feria Internacional de Turismo, realizada entre el 28 de noviembre y el 1° de diciembre, con la presencia, nuevamente y a escasas semanas de la 80ª. Asamblea de Fedecámaras, de la vicepresidenta Delcy Rodríguez, resultó todo un éxito. Con lógicas medidas de seguridad debido no solamente a la vicepresidenta sino también por los diferentes embajadores presentes (24). El evento fue diverso, de alto nivel, con la participación de más de 47 países, muchos de los cuales eran conocidos solo a la distancia por su nombre, o a través de las noticias, como Indonesia, Santa Lucía, Irán, Rusia, China, Vietnam, Namibia, Egipto, Sudán, o Bielorrusia. La presencia de las diferentes regiones de Venezuela, con énfasis en el Táchira, mostrando sus atractivas rutas turísticas, logró un ambiente festivo, lleno de información y color. La organización de estas actividades y la gran afluencia de público incidieron directamente en la reactivación económica local. La sorpresa para mí fue descubrir a LYDIA NAKUPANDA, representante de Namibia y funcionaria del Instituto de Agroecología de su país. Gracias a ella me enteré del convenio existente entre diversos países y Venezuela, incluido el de ella, que permitió el intercambio y la formación de estudiantes en las Universidades Politécnicas Territoriales en diferentes ciudades de Venezuela. Lydia es Ingeniera en agroalimentación, graduada en la UPT Klever Ramírez de Mérida, con 5 años de estudios universitarios, y 3 meses previos para el aprendizaje del idioma español. Vivían en casas de familia, comían en los comedores locales, compartieron con venezolanos y conocieron nuestro país. Vino en el 2010 y se regresó en el 2016 a Namibia para transmitir los conocimientos adquiridos a sus congéneres y aportar al desarrollo y crecimiento en el área agroalimentaria.
Cuenta que una de las cosas que más le impactó fue el pensamiento político de Venezuela, ya que le sirvió para entender que la política no es algo separado de las personas sino que forma parte de su vida cotidiana. Ve a Venezuela como ejemplo de resiliencia ante el mundo. Esa visión la formó y la sigue modelando como profesional, entendiendo la importancia de aprender y participar. Al tener una visión basada en la participación y el aprendizaje, las cosas se aclaran.
Nangolo Mbumba es el actual presidente de Namibia, en suplencia por la muerte del presidente elegido Hage Geingob. Y justamente el día sábado 30 de noviembre se celebraron las elecciones presidenciales, resultando ganadora Netumbo Nandi-Ndaitwa, representante del partido Swapo, con más del 60 %, convirtiéndose en la primera mujer presidente de Namibia, ese país del suroeste de África que se caracteriza por el desierto del Namib a lo largo de su costa en el océano Atlántico, y en el norte, el salar del Parque Nacional Etosha. Poseedor de una fauna diversa que incluye guepardos, rinocerontes y jirafas, tiene una superficie (824.292 km²) menor a la de Venezuela, y una población cercana a los 3.000.000 de habitantes. Con un sistema de gobierno de democracia representativa, logró su independencia hace apenas 34 años en 1990. Mayoritariamente árido y escasamente poblado, adquirió valor estratégico con el descubrimiento de ricos yacimientos de hierro, plomo, zinc, cobre, diamantes y más recientemente manganeso, tungsteno, vanadio, cadmio y grandes cantidades de uranio. Mientras me actualizaba, sobre Namibia, no pude evitar pensar en la doble consecuencia de tener tantos recursos minerales: la posibilidad de facilitar y acelerar el desarrollo, y el peligro permanente ante la voracidad de foráneos. ¡Increíble lo que se aprende a través de una feria de turismo!
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