El árbol de Navidad tiene origen en las muy antiguas tradiciones de civilizaciones europeas, y hoy es un símbolo de alegría y unión en todo el mundo
Humberto Contreras
El árbol de Navidad, es uno de los símbolos más emblemáticos de la celebración navideña. Tras su orgullo titilante y multicolor con el que orgullosamente se exhibe en cada hogar por esta época, esconde una rica historia que se remonta a tiempos ancestrales. Sus orígenes se entrelazan con antiguas tradiciones paganas y cristianas, dando lugar a una costumbre que ha evolucionado y se ha globalizado a lo largo de los siglos.
No hay sin embargo prueba de cuando y donde empieza la historia del árbol navideño, ni desde dónde estas tradiciones paganas se expandieron al resto del mundo. Aunque es un hecho que el origen del árbol navideño moderno, se remonta a regiones con abundantes bosques, especialmente en el norte de Europa, donde países como Estonia y Letonia se proclaman la cuna del arbolito navideño, desde 1441, el más antiguo. Pero no hay evidencias.
Lo que sí se sabe es que los árboles de hoja perenne, llamados “siempreverdes” desde la antigüedad, que eran decorados en los días del solsticio de invierno, que en aquellas tierras ocurre a mediados de diciembre, la temporada anual que registra menos luz solar, es decir más tiempo de oscuridad en el día, con el 21 de diciembre como día central, que es el día del año que tiene la noche más larga.
Adornar un árbol era el ritual que significaba entonces, la victoria de la vida y la luz sobre la muerte y la oscuridad. Justo esa temporada es la que posteriormente, el cristianismo adoptó para celebrar el nacimiento de Jesús, y por consiguiente, su conmemoración se convirtió en la celebración de la Navidad.
Del paganismo al Cristianismo
De modo que las primeras noticias sobre árboles decorados con luces y adornos se encuentran en las antiguas culturas europeas. Los celtas, celebraban el solsticio de invierno adornando robles con antorchas. Se creía que estas celebraciones ayudaban a asegurar una buena cosecha para el año siguiente. Los romanos, por su parte, celebraban la Saturnalia, una festividad en honor al dios de la agricultura, Saturno, durante la cual decoraban sus hogares con ramas de árboles “siempreverdes” como símbolo de vida eterna.
Con la llegada del cristianismo, estas tradiciones paganas se fueron adoptando poco a poco. Se dice que San Bonifacio, un monje anglosajón, fue el introductor del árbol de Navidad en Alemania. Alrededor del año 723 Bonifacio se encontró en ese país con unos paganos que preparaban un sacrificio en un roble dedicado al dios Thor. Entonces, Bonifacio clavó un hacha en el árbol y, al no ser abatido por su dios, proclamó que una planta de hoja “siempreverde” cercana, un abeto, era su «árbol sagrado», como símbolo de la vida eterna.
A lo largo de la Edad Media, la costumbre de decorar árboles se fue extendiendo por toda Europa. Se cree que en Alemania se comenzó a celebrar la Fiesta de Adán y Eva, el 24 de diciembre, donde se utilizaba un árbol decorado con manzanas (símbolo del pecado original), velas (representando la luz de Cristo) y nueces.
Con la emigración europea, la costumbre se instaló en otros países, especialmente a Inglaterra, donde el príncipe Alberto, de origen alemán, y su esposa, la reina Victoria de Gran Bretaña, popularizaron la tradición en el país. El auge ocurrió luego de que, en 1848, la revista Illustrated London News publicara una ilustración de la familia real reunida alrededor de un árbol de Navidad decorado.
Los colonos británicos y alemanes
introdujeron el árbol de Navidad en Estados Unidos. Al principio la costumbre no fue bien acogida por sus raíces paganas, pero luego, a finales del siglo XIX, fue ganando popularidad en distintas partes del mundo.
En la Modernidad
En la actualidad, el árbol de Navidad ha trascendido sus raíces religiosas y se ha convertido en un símbolo universal de la alegría y la unión familiar. Los adornos han evolucionado y se han diversificado, incluyendo esferas de colores, luces, guirnaldas, figuras de San Nicolás o Santa Claus, y otros personajes navideños.
Hoy día, cada diciembre, miles de personas en todo el mundo decoran su árbol para celebrar la Navidad, porque más allá de su tradición, simboliza esperanza, paz y unión familiar. Sus adornos, como las luces, las esferas y la estrella en la punta, tienen significados específicos:
Las luces representan la luz de Cristo, guía por el camino hacia la esperanza; las “bolitas” o esferas, simbolizan los dones de Dios y la alegría de la Navidad; la estrella, en la punta, nos muestra la estrella de Belén, que guió hasta el pesebre a los Reyes Magos. El arbolito nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad, un tiempo para compartir con nuestros seres queridos y celebrar el nacimiento de Jesús.
En Venezuela
El árbol de Navidad fue introducido en Venezuela durante la época de la explotación petrolera, con la llegada de inmigrantes europeos. La familia del comerciante alemán Max Göetz, residenciado en Barquisimeto, a principios del siglo XX, fue la primera en instalar un árbol de Navidad en Venezuela, según reseña cactus24.com.ve. El árbol, señala, causó gran curiosidad en una ciudad acostumbrada a ver solo pesebres durante las festividades decembrinas.