El escenario se hace bastante lóbrego frente a comunidades que tienen que usar cocinas eléctricas por la escasez del gas
Jonathan Maldonado
Diciembre arribó en frontera con la agudización de los cortes eléctricos. De madrugada, mañana, tarde o noche las suspensiones del servicio alteran la cotidianidad de los pocos comerciantes que sobreviven en la frontera y de las familias en general.
Este viernes, en horas de la mañana, el centro de la ciudad de San Antonio del Táchira, en el municipio fronterizo Bolívar, llamaba una vez más la atención por el rugir de las plantas en algunas de las fachadas de comercios.
«Otra vez los apagones», es la frase que más se escucha entre los transeúntes, conductores y vendedores. «Uno se levanta bombeado, ya que no se puede descansar bien a causa de las fallas de electricidad y, para rematar, en jornada laboral nos tropezamos con otros cortes».
Cerca de las 10:30 a.m., en el barrio Simón Bolívar de la Villa Heroica, y en otra veintena de sectores, no había luz. «En estos momentos no tenemos el servicio», puntualizó Clara al lamentar no poder encender su cocina eléctrica para seguir con sus quehaceres.
Clara no tiene gas, razón por la que se reducen a la leña las opciones para cocinar cuando no hay electricidad. «Ahora cuál será la excusa, pues ha habido lluvias en las últimas semanas», subrayó con su niña de 6 meses en brazos.
Desde el lunes y hasta este viernes, no ha habido madrugada en la que no quiten el servicio: “Son tres horas o más sin poder conciliar el sueño, ya que, al apagarse el aire o el ventilador, es difícil seguir descansando”.
Ciudadanos de frontera ven con preocupación que el 2024 se despida con tantas fallas en servicios tan vitales como la electricidad, el agua y el gas.