Blanca Molina, habitante del sector El Tambor, en el barrio Rómulo Gallegos del municipio Pedro María Ureña, es un fiel reflejo de la crisis que vive la frontera por la escasez de gas. «Llevo dos semanas cocinando a leña», detalló.
A Molina, quien tiene problemas de movilidad a raíz de un accidente de tránsito que le afectó su cadera, se le hace difícil el manejo de la leña para poder preparar sus alimentos. «En un bajón de luz que hubo se me quemó la cocina eléctrica», razón por la que no cuenta con esa opción.
«Me toca acudir a la leña, pero yo no puedo caminar mucho, ya que en mi cadera tengo unos tornillos y los tengo sueltos… Me duele mucho. No puedo estar en un fogón cocinando a leña, mi condición no me permite estar mucho tiempo de pie», explicó.
La quincuagenaria precisó que el humo también le cae mal, pues le provoca inflamación en las amígdalas. «Necesito que me ayuden a conseguir una bombona de 10 kilos, tengo más de dos semanas sin gas», clamó.
Recordó que la última vez que llegó gas a su hogar fue hace aproximadamente cinco meses.
El concejal del municipio fronterizo, Carlos Taborda, instó recientemente a las autoridades competentes a evaluar si una empresa colombiana puede entrar a ofrecer el servicio, teniendo en cuenta la emergencia que hay en muchas casas por la falta de gas.
Jonathan Maldonado