Opinión

Recordemos la hazaña de la Batalla de Mucuritas

15 de enero de 2025

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Alejo García

Según se profundizaba el proceso emancipador venezolano, en el período de la segunda década al iniciarse el siglo XVIII y de acuerdo a los resultados de las batallas, el general realista Pablo Morillo determinó que el Brigadier Miguel de La Torre, residente en ese momento en Pore, Nueva Granada, marchara por la cordillera de Los Andes y Casanare para llegar a la Provincia de Guayana. Enseguida continuó por el cauce del río Apure, logrando unirse al Brigadier Sebastián de La Calzada en la población de Guasdualito. El ejército español lo integraban 2.500 infantes y 1.500 jinetes venezolanos que formaban la división de vanguardia. Además, en reserva disponían de 5.000 soldados con la finalidad de defender a Coro y Caracas. En contraposición, el general llanero José Antonio Páez, veterano en la lucha amada de la región llanera, dispuso la ocasión para hacerles una emboscada. Enseguida abandona el asedio sostenido en San Fernando de Apure y provocó a La Torre. Esto exacerbó la persecución a su arriesgado y valiente enemigo hasta un hato que existía en la llanura de Mucuritas.

El ejército español estaba formado por dos escuadrones de lanceros venezolanos y uno de húsares de Fernando VII, a cargo del coronel Remigio Ramos. Asimismo, tenían una compañía de artilleros. La infantería la integraba una compañía de cazadores españoles del Batallón Victoria, además había dos del tercer Batallón de Numancia y de las fuerzas neogranadinas del Batallón ligero de Chachíret. En cuanto a las montoneras llaneras, a cargo del “catire” general Páez solo poseían como armas únicamente lanzas de albaricos. Dichas tropas estaban formadas de tres columnas: dos eran ligeras y la otra una de reserva.

La Batalla de Mucuritas presentó una estrategia que descontroló y decepcionó a los realistas. Las columnas ligeras desviaron el fuego de los fusileros al atacar por los alrededores a la caballería realista, lo que la provocó y al perseguirla logró separarla una buena distancia de la infantería. Enseguida las tropas patriotas al ver alejarse a los jinetes españoles, giraron una vuelta y atacaron rápido con las fuerzas en reserva, logrando ponerlos en fuga. Dada esta situación ventajosa para los patriotas, los llaneros prendieron fuego a las pajas secas a sus alrededores. La llamarada originada fue grande en su entorno, dando lugar prácticamente a una nube de humo. Los realistas soportan y aguantan cierto tiempo la carga de los criollos patriotas. Los monárquicos se vinieron rodeados de fuego y a fin de salvarse avanzaron hasta un pantano para sumergirse en el agua y así evitar su muerte. Este desenlace favoreció al General José Antonio Páez para capturar 300 caballos de carga abandonados por los españoles.

Transcurrida la Batalla de Mucuritas, el mariscal de Campo y Supremo Jefe Ibérico Pablo Morillo, le escribió al Rey de España: “Catorce cargas consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes, poca numerosa, como me habían informado, sino tropas organizadas que podían competir con los mejores de su Majestad el Rey”. Esta maravillosa victoria del General Páez y su tropa fue la primera derrota recibida por Morillo y su ejército. Dicho desastre llevó a las tropas relistas a continuar adelante y en escaso días fondearon a San Fernando de Apure y luego a Angostura. En esos momentos se habían iniciado las acciones bélicas en Guayana. El General Páez mandaba en los territorios comprendidos entre los ríos Apure y Arauca. Luego planeó e invadió la Provincia de Barinas.

A consecuencia de este desastre del ejército español y la victoria patriota, mermaban las ansias monárquicas de sus dominios en Venezuela y se incrementaba la pasión independentista de los criollos. El anterior desastre del militar de ultramar fue el resultado de la primera derrota del ejército comandado por Morillo en Venezuela. En ese momento el Catire se esforzaba en impedir que Morillo, Calzada, La Torre y Gorín, quienes se encontraban en San Fernando, se apropiaran de los escasos caballos útiles que existían al otro lado del Apure en los alrededores de Calabozo y San Juan: “Los cuales debemos ocupar a toda prisa.

De nuevo encarezco a V.E. Simón Bolívar la remisión de auxilio que pido, como único medio para salvar tanto ese ejército como el que está en esta plaza. El Capellán General del Ejército, ciudadano Presbítero Venancio Becerra, pasa cerca de V.E. para que le informe a la vez de las circunstancias y por menores que V.E. quiere saber sobre este ejército. Cuartel General en el Caño del Rosario”.

Al  recordarse el  28 de enero la fecha de la hazaña de la Batalla de Mucuritas, “ejemplo de fiereza y de determinación de un pueblo nacido para vencer”, rindamos amplio tributo a esos egregios patriotas, que aunque estaban en minoría de fuerzas con el enemigo de ultramar nos corroboraron una valerosa y estratégica planificación  bélica, lo que demostraron al doblegar el espíritu usurpador de los españoles en desmedro de los aires de emancipación, que comenzaba a reinar en ese tiempo en Venezuela.

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