Economía
Perspectivas económicas para 2025tienen dos caras según su análisis
17 de enero de 2025
El año 2025 no se perfila aún económicamente, pues se presentan dos escenarios posibles, según el economista Dilio Hernández: 2025: Es un año con pronóstico bicéfalo
Humberto Contreras
Tras un 2024 marcado por un crecimiento moderado del PIB, entre 3 y 4 %, impulsado por las expectativas de cambio político asociadas al proceso electoral del 28-J como posible solución a la crisis de gobernanza, y las medidas de flexibilización de sanciones a la industria petrolera, el panorama para 2025 se perfila como incierto y dual.
Así lo señala el economista tachirense Dilio Hernández, director general del Centro de Investigación y Análisis Prospectivo, CIAP, quien ha elaborado un análisis técnico sobre las perspectivas económicas que nos depara este año, indicando que realmente ahora, repite, podemos decir que 2025 es un año con pronóstico bicéfalo.
El país, dice Hernández, enfrenta un escenario económico y político lleno de interrogantes, caracterizado por la complejidad y el conflicto derivados de las disputas sobre los resultados electorales y el retorno de Donald Trump al gobierno estadounidense, que podría implicar un endurecimiento de las sanciones a la industria petrolera, factor crucial para la economía nacional.
Ambos elementos – las tensiones políticas internas y las decisiones en política exterior de Estados Unidos-, serán determinantes no solo para la dinámica política de Venezuela, sino también para el desempeño de sus principales indicadores económicos y sociales durante 2025.
En el ámbito económico, explica el experto, la evolución de los principales indicadores macroeconómicos y financieros dependerá en gran medida de factores clave como el futuro de las sanciones internacionales en los sectores petrolero y minero, la reactivación del crédito, y la atracción de inversión extranjera, ambos vinculados a la legitimidad del nuevo gobierno y su reconocimiento por la comunidad internacional.
Además, agrega, será fundamental el diseño e implementación de una política económica expansiva y un plan coherente de estabilización macroeconómica que permita superar la recesión estructural, combatir la inflación, frenar la devaluación persistente, reducir el déficit fiscal y mitigar los altos niveles de pobreza y desigualdad que afectan a más de 80 % de la población.
La economía venezolana continuará
dependiendo en gran medida del desempeño del sector petrolero, tanto en términos de producción interna como de la evolución de los precios del crudo a nivel internacional. Sin una recuperación efectiva de la industria petrolera, la economía sufrirá impacto significativo, limitando el gasto público y frenando la inversión privada.
La meta de alcanzar una producción de un millón de barriles diarios, que parecía factible en 2024, será difícil de lograr sin cambios sustanciales en el panorama político, que permitan superar las sanciones internacionales y el déficit de gobernanza.
El año 2025 no se perfila como el escenario más propicio para una recuperación plena de la industria petrolera. No obstante, su desempeño seguirá siendo crucial para el resto de la economía, afectando de manera directa los principales indicadores macroeconómicos.
Se fue el Año de la Esperanza
Explica el economista que 2024 fue calificado como «el año de la esperanza para la economía venezolana», impulsado por la flexibilización de sanciones, promovida por la administración Biden, y el acuerdo para realizar las elecciones del 28 de julio. Estas expectativas de cambio generaron una respuesta económica positiva durante el primer semestre del año.
En ese período, el PIB creció cerca de 8 % según el BCV, o entre 4 y 5 %, de acuerdo con agencias independientes. El sector petrolero registró crecimiento entre 11 y 14 %, mientras que el sector no petrolero avanzó entre 3 y 5 %. La inflación cerró por debajo de 10 % según el BCV, aunque analistas independientes la ubicaron alrededor de 20.
El tipo de cambio oficial permaneció casi estable, con un incremento de 2.8 %, gracias a la intervención cambiaria del BCV. Además, la actividad crediticia mostró una notable mejoría, creciendo más de 100 % en comparación con el año anterior, y las reservas internacionales alcanzaron 10.300 millones de dólares.
Sin embargo, el segundo semestre marcó un punto de inflexión en esta evolución positiva. El PIB creció menos de 4 % según analistas independientes, aunque el BCV lo estimó en torno a 6 %. La inflación repuntó a 20 % según el BCV y a 60 según analistas externos. El tipo de cambio oficial aumentó en 40 %, y el paralelo subió 70 %.
Al cierre del año, el PIB creció entre 3.5 y 3.8 %. Las exportaciones petroleras aumentaron entre 10 y 15 %, mientras que la balanza de pagos mostró superávit en la cuenta corriente, cercano a 2 mil millones de dólares. Las reservas internacionales cerraron en torno a 10 mil millones de $ y la liquidez monetaria alcanzó 160 mil millones de bolívares. El déficit fiscal se situó en 14 %, mientras que el dólar oficial cerró en 51,76 bs y el paralelo en 66.
La demanda agregada creció entre 8 y 10 %, destacando el consumo privado, que aumentó entre 1.8 y 2 %. El gasto público creció entre 1 y 1.5 %; la Formación Bruta de Capital Fijo (FBKF) aumentó cerca de 3 %, y el factor externo contribuyó con un crecimiento cercano a 15 %.
El 2025 se presenta como un año de pronóstico dual que puede definirse como de “Incertidumbre, Expectativas y Oportunidades”, indica el profesor universitario, y explica: Incertidumbre: La crisis política interna, que parecía encaminarse a una solución tras las elecciones del 28-J, se ha intensificado, y es poco probable que se resuelva en el corto plazo.
Expectativas: Los posibles cambios en el entorno internacional serán clave para la recuperación de la debilitada economía nacional, marcada por una alta dependencia del sector externo, particularmente de la industria petrolera. Y, en cuanto a Oportunidades, si se logra superar la crisis de gobernanza, se abrirán las puertas para un crecimiento económico estable y sostenible, tanto en el corto como en el mediano plazo.
Primer escenario: crisis de gobernanza
y endurecimiento de sanciones
En un primer escenario, caracterizado por la ausencia de un acuerdo político para resolver la crisis de gobernanza y la reanudación de las sanciones bajo la nueva administración del presidente Trump, los principales indicadores económicos mostrarían un comportamiento negativo.
El PIB podría entrar en una fase recesiva, impulsada por una caída en la industria petrolera de entre 20 y 25 %. Esto ocurriría si se revoca la Licencia 41, que actualmente autoriza las operaciones de Chevron y otras transnacionales, lo que implicaría una reducción de entre 180.000 y 225.000 barriles diarios (b/d) en el mercado. En consecuencia, la producción se situaría entre 675.000 y 720.000 b/d, mientras que las exportaciones oscilarían entre 573.000 y 612.000 b/d.
Los ingresos petroleros disminuirían, ubicándose en un rango de 8.500 a 9.000 millones de dólares. El sector no petrolero, por su parte, apenas crecería por debajo de 1 %, generando entre 1.500 y 1.800 millones de dólares. La demanda interna se contraería entre 6 % y 10 %, afectada por la reducción del gasto público, la caída de la inversión privada y el impacto negativo del sector externo.
La inflación podría retomar niveles de tres dígitos, impulsada por factores como la política monetaria del BCV basada en la emisión de dinero inorgánico para financiar el gasto público, la flexibilización del crédito bancario, un aumento salarial moderado y la implementación de una política cambiaria de paridad móvil para fomentar el uso del bolívar. De no producirse cambios drásticos en estos elementos, se estima que la inflación acumulada al final del año podría situarse entre 120 % y 150 %, mientras que la interanual alcanzaría de 150 % a 200 %.
Con respecto al área de Empleo, Desempleo e Informalidad, Hernández dice que las expectativas de recesión tendrán un impacto negativo en la generación de empleo, especialmente en los sectores secundario y terciario. Esto podría elevar la tasa de desocupación formal mayor de 40 % de la Población Económicamente Activa PEA.
La informalidad, por su parte, podría alcanzar de 70 % a 75 % de la PEA, mientras que la tasa de actividad laboral se mantendría alrededor de 50 %. En cuanto a los salarios, en el sector público, incluyendo bonificaciones, podrían ubicarse de 100 a 125 dólares mes, mientras que en el sector privado oscilarían entre 200 y 250. La brecha entre ambos sectores se mantendría considerablemente amplia.
Déficit fiscal, oferta monetaria
y demanda interna
El déficit fiscal continuará negativo, la tendencia de los últimos años. Este desequilibrio estará impulsado por un gasto público mal gestionado, con un débil control fiscal que fomenta la corrupción y la improductividad. Además, se verá agravado por las demandas salariales de los trabajadores del sector público, las crecientes exigencias en materia de seguridad social de una población desprotegida, y la baja calidad de los servicios públicos.
En un contexto político interno complejo, las políticas gubernamentales buscarán estabilización y legitimidad mediante respuestas clientelares destinadas a minimizar la conflictividad social. Estas medidas, sin embargo, perpetuarán un déficit fiscal estimado entre 13 y 15 % del PIB, acompañado de una elevada presión fiscal, necesaria para cubrir aproximadamente 40 % del gasto del gobierno.
La oferta monetaria mantendrá su tendencia alcista de los últimos años, duplicando como mínimo su monto en comparación con 2024. Se proyecta una expansión cercana a 180 %, lo que llevaría la liquidez a situarse entre 250.000 y 300.000 millones de bolívares. Este incremento constituirá un factor perturbador para las políticas de control de la inflación y la devaluación.
En cuanto a la recaudación fiscal, pese a la contracción económica, podría experimentar un crecimiento de 15 % a 20 % en comparación con 2024, cuando superó 8.700 millones de dólares (incluyendo ingresos por hidrocarburos, Seniat). No obstante, si los ingresos petroleros disminuyen, se estima que la recaudación fiscal al cierre de 2025 podría alcanzar alrededor de 6.500 millones de $, excluyendo la tributación de hidrocarburos. Los impuestos regresivos seguirán representando la mayor proporción de los ingresos fiscales del país.
La demanda interna enfrentará un debilitamiento significativo en 2025. Se prevé que el consumo privado difícilmente supere 2 %, el gasto público se mantendría en torno a 1 %, y la Formación Bruta de Capital (FBK) crecería menos de 3 %. Las exportaciones caerían entre 20 y 25 %, mientras que las importaciones se contraerían de 25 % a 30 %. En consecuencia, la demanda agregada podría disminuir de 10 % a 15 %.
Crédito bancario
El crédito bancario se verá impactado por la recesión económica, con una reducción estimada cercana a 10 %, lo que llevaría el total a una cifra inferior a 2.500 millones de dólares. Esto representaría menos de 0.15 % del crédito otorgado por la banca en América Latina y menos de 3 % del PIB venezolano.
Las tasas de interés reales seguirán siendo elevadas, con tasas activas alrededor de 60 % y pasivas entre 30 % y 35 %. Esto será factor clave que desincentivará el financiamiento para el consumo privado, además de reflejar la baja propensión al ahorro que caracteriza al sistema financiero venezolano. A esto se sumarán las expectativas inflacionarias proyectadas, que seguirán siendo un elemento crucial en el comportamiento del crédito.
Sector externo
La balanza de pagos se verá afectada por la posible caída en la producción petrolera, especialmente si se reanudan las sanciones y se restringen las exportaciones hacia USA. Las exportaciones petroleras podrían generar ingresos entre 8.500 y 9.000 millones de dólares, lo que representaría una disminución cercana a 40 % en comparación con 2024. A estas cifras se agregarían entre 1.500 y 1.800 millones de dólares por exportaciones no petroleras, para un total de exportaciones de 10 mil a 10.500 millones de dólares.
Por otro lado, las importaciones podrían reducirse entre 25 y 30 %, para sumar unos 11.790 millones de dólares. Esto daría como resultado un saldo negativo en la cuenta comercial de 1.500 millones de dólares.
Las remesas seguirán siendo un importante ingreso para el país, con una proyección de 4.500 millones de dólares adicionales, lo que mejorará el saldo de la cuenta de transferencias. Sin embargo, la cuenta de servicios continuará en déficit, afectada por el alto costo de la deuda externa, que supera los 170.000 millones de dólares, con un atraso en los pagos de capital e intereses de más de 67.000 millones.
En el mercado cambiario, el BCV continuará la política intervencionista moderada para contener la devaluación del bolívar, aunque con un volumen de intervención inferior a los 5.600 millones de dólares en 2024, debido a un escenario de escasez de divisas.
En este contexto, se proyecta que el dólar paralelo podría fluctuar entre 120 y 150 bolívares, si se mantiene la actual política de intervenciones. Por su parte, el dólar oficial podría situarse entre 100 y 120 bolívares por dólar.
Finalmente, las reservas internacionales podrían experimentar una caída del 10 %, ubicándose en torno a los 9.000 millones de dólares. Este monto incluiría los Derechos Especiales de Giro del FMI (45-50 %), las reservas de oro (40 %) y el efectivo en divisas (10 %).
Indicadores prospectivos
Al igual que en años anteriores, los indicadores prospectivos estarán marcados por el mejoramiento de la imagen internacional de Venezuela como un actor económico y político confiable, así como por la reducción del déficit de gobernanza. Sin embargo, en un escenario económico recesivo y de inestabilidad política, el mercado bursátil enfrentará un debilitamiento. A esto se sumará la disminución de la participación del sector público en este mercado y la débil percepción de confianza por parte del sector privado, que no considerará el mercado bursátil como una alternativa viable de financiamiento, dada la debilidad del crédito bancario y las restricciones del financiamiento internacional.
El año 2025 no parece ser el mejor momento para el mercado bursátil venezolano, a menos que se produzcan cambios significativos en la política bursátil, con una mayor flexibilización que amplíe la participación en el mercado secundario y la custodia de bonos públicos. Se proyecta que la capitalización del mercado bursátil podría experimentar un retroceso de alrededor del 20 % en comparación con 2024, situándose en unos 2.500 millones de dólares.
Sector inmobiliario
El sector inmobiliario continuará afectado por el contexto económico recesivo, limitando las oportunidades de inversión tanto en el mercado primario como en el secundario. El bajo poder adquisitivo de los venezolanos y la falta de crédito hipotecario seguirán siendo obstáculos importantes para una expansión significativa del sector. Aunque existen precios competitivos y una sobreoferta de más de 200.000 viviendas, los precios se mantendrán estables o experimentarán incrementos muy moderados, atraídos por los precios altamente competitivos en comparación con otros mercados internacionales.
Si no se producen cambios significativos en las expectativas económicas, el sector inmobiliario continuará enfrentando bajas expectativas en 2025.
Segundo Escenario: Acuerdo Político
y Flexibilización de Sanciones
En este escenario, con un acuerdo político para resolver la crisis de gobernanza y la continuación de la política de flexibilización de las sanciones, se proyecta que el PIB podría crecer entre el 10 % y el 12 %. Este crecimiento estaría respaldado por el fortalecimiento de la producción petrolera, que podría incrementarse entre un 20 % y un 25 %, alcanzando entre 1.000.000 y 1.250.000 barriles por día (b/d), mientras que las exportaciones podrían situarse entre 850.000 y 1.000.000 barriles. En cuanto al sector no petrolero, se estima que crecería entre 6 y 8 %.
En cuanto a la inflación, se espera que retome la senda de desaceleración observada en el primer semestre de 2024, manteniéndose por debajo del 50 % en términos acumulados, y con una inflación interanual proyectada entre 60 % y 70 %.
Empleo, desempleo e informalidad
Con las expectativas de una recuperación económica, la tasa de actividad laboral podría superar el 55 %, mientras que la informalidad se situaría entre el 60 % y el 70 %. El desempleo formal podría mantenerse por debajo del 40 %.
Déficit Fiscal, Oferta Monetaria y Demanda Interna
El déficit fiscal podría reducirse a alrededor del 10 % del PIB, gracias a la mejora de los ingresos petroleros. Esto permitiría disminuir la presión fiscal y estimular la demanda interna. Los ingresos fiscales podrían alcanzar los 7.000 millones de dólares (excluyendo la tributación de los hidrocarburos).
La demanda interna podría crecer alrededor del 20 %, impulsada por un aumento en el gasto privado (3 %), el gasto público (2 %), la Formación Bruta de Capital (FBK) (5 %), y el sector externo (10 %).
Tasas de Interés y crédito bancario
Bajo un escenario de crecimiento económico, se anticipa una flexibilización de la política monetaria, con una reducción del encaje legal alrededor del 50 %, lo que estimularía tanto el crédito como el ahorro. Las tasas activas podrían situarse por debajo del 50 % para fomentar el consumo, mientras que las tasas pasivas estarían entre el 35 % y el 40 % para incentivar el ahorro.
Sector externo
La recuperación de la industria petrolera, con un incremento de entre 25 % y 30 %, podría generar ingresos de entre 20.941 millones y 21.779 millones de dólares. A esto se sumarían unos 3.000 millones de dólares por exportaciones no petroleras, lo que llevaría el total de exportaciones entre 24.441 millones y 25.279 millones de dólares. Las importaciones podrían crecer entre 25 % y 30 %, alcanzando un total de entre 17.500 millones y 18.850 millones de USD. Lo cual dejaría en saldo positivo, la balanza de cuenta corriente de más de 6.000 millones de $.
Las remesas podrían alcanzar los 5.000 millones de dólares, lo que contribuiría a mejorar la cuenta de transferencias.
Indicadores prospectivos
En un entorno económico con expectativas de crecimiento y la reducción del déficit de gobernanza, se vislumbra una recuperación significativa para el mercado bursátil venezolano. La flexibilización de las sanciones y la apertura al financiamiento internacional representarán un retorno de la inversión extranjera, lo que impulsará el crecimiento del mercado bursátil como una alternativa viable de financiamiento. Este crecimiento estaría apalancado en una mayor ampliación de la participación en el mercado secundario y en la custodia de bonos públicos.
Bajo estas condiciones, se proyecta que el mercado bursátil podría alcanzar los 4.000 millones de dólares en 2025, lo que implicaría un crecimiento superior al 30 % respecto al año 2024.
Por otro lado, el mercado inmobiliario podría romper el ciclo recesivo que lo ha caracterizado en los últimos años. Este repunte estaría respaldado por una mejora en el crédito hipotecario, lo que elevaría el mercado primario de viviendas. Además, la flexibilización del marco jurídico de alquileres contribuiría a aumentar la demanda en este sector.
(Humberto Contreras)