Mons. Luis Alfonso Márquez Molina, cjm
En febrero celebramos la fiesta de la Virgen de Lourdes. Se apareció a una joven de Los Alpes franceses el 11 de febrero de 1858. Se llamaba Bernardita. Diez años antes el Papa Pío IX había proclamado un dogma referente a María nuestra Madre del cielo. Y justamente así se presentó María a Bernardita, YO SOY LA INMACULADA CONCEPCION. En el lugar, cerca del río Gave la Virgen hizo brotar una fuente de agua que se convirtió en signos de curación. Yo comenzaba en la década de los años cincuenta los estudios superiores de Filosofía y Teología. Pero había un problema, yo sufría frecuentemente unos terribles dolores de cabeza. Aproveché el viaje de un sacerdote francés que iba de vacaciones y le encargué me trajera una botella de agua de la fuente de Lourdes . Fue mi profesor en Kermaría en La Grita. Se llamaba Padre Francisco Dardenne. Cuando me entregó el agua en Bogotá le dije a la Virgen, voy a tomar esta agua durante un mes para que me deje ese dolor de cabeza. Ya en la casa general de Roma se sabía del problema de este candidato venezolano. Al final de ese mes me sané completamente gracias a la Virgen madre de Dios nuestra Señora de Lourdes. En enero de 1959 pedí la entrada a la CONGREGACION DE JESUS Y MARIA (Padres Eudistas). Y de Roma me objetaron lo del dolor de cabeza. Gracias a Dios y a la Virgen en la advocación de Lourdes nunca más sufrí ese mal. Mi consagración como eudista fue el 19 de agosto de 1959, fiesta de mi fundador San Juan Eudes. Pedí esa gracia a la Virgen y ya hoy tengo casi 63 años de ser Sacerdote del Señor trabajando y evangelizando a tiempo y a destiempo. Pido a la Virgen para que ningún país en el mundo tenga dolores de cabeza y que sus gobiernos se preocupen de servir con un corazón grande y un alma generosa. Un buen gobernante viene a servir, no a ser servido.
San Cristóbal 11 de febrero de 2025