Regional

 “José Gregorio Hernández, para mí, es ahora un amigo en el quirófano”

1 de marzo de 2025

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Lo define como un compañero que está en sus procedimientos médicos. “Cuando voy a entrar a quirófano, pues le pido que guíe mis manos y que me acompañe en ese procedimiento”, dice feliz por los acontecimientos de los últimos días

Bleima Márquez                           

En un mundo donde la ciencia y la fe a menudo parecen estar en lados opuestos, la historia de Yaxury Solórzano emerge como un poderoso testimonio de cómo ambas pueden coexistir y complementarse. En el Corazón de Venezuela, la historia de una niña guariqueña y un médico se entrelazan en un relato de fe, esperanza y milagro, que va más allá de la ciencia.

El médico neurocirujano Alexander Krinitzky, actualmente director del Hospital Central de San Cristóbal, el más importante del estado Táchira, formó parte de esta historia, y se convirtió en testimonio de un suceso extraordinario que no solo transformó la vida de una pequeña, sino que también contribuyó a la beatificación de José Gregorio Hernández, el Médico de los Pobres, como también se le conoce.

Hoy, cuando el Vaticano ha anunciado la canonización de José Gregorio, Krinitzky, un hombre de ciencia, ahora lo ve “como un amigo, un compañero. Le pido que guíe mis manos en el quirófano. El anuncio de su canonización es una certificación de lo que el pueblo venezolano ya sabía: es un santo”.

Todo comenzó en 2017

La vida de Alexander Krinitzki cambió para siempre. Lo que inició como un caso médico de extrema gravedad, se transformó en una demostración de fe que trascendió la ciencia. La protagonista: Yaxury Solórzano, una niña que sobrevivió a una herida por arma de fuego con una escopeta a corta distancia en la región craneal, específicamente en la región occipito parietal derecha. Un milagro atribuido a José Gregorio Hernández.

— Doctor, ¿cómo fue esa experiencia al atender el caso de la niña Yaxury Solórzano?

— Yaxury llegó al hospital con una herida de bala en la cabeza, tras un largo y arduo traslado desde un caserío en Guárico. Su estado era crítico, con pocas probabilidades de sobrevivir y altas posibilidades de secuelas neurológicas graves. Realizamos una cirugía de control de daños, pero su recuperación parecía improbable.

 ¿Cuándo se dio cuenta de que algo extraordinario estaba sucediendo?

 Diez días después de la cirugía, Yaxury llegó a mi consultorio caminando, sin secuelas. Fue un shock. Desde el punto de vista científico, no había explicación. Le hice una evaluación neurológica completa, y estaba perfecta. En ese momento, no pensé en un milagro, solo en un caso inexplicable.

— ¿Cómo se conectó este caso con José Gregorio Hernández?

— Dos años después, en una reunión con el padre Numa Molina, conté esta historia. Él me preguntó si la familia había pedido la intercesión de algún santo. Al preguntar a la madre de Yaxury, ella me dijo que era devota de José Gregorio Hernández y que le había pedido por su hija. Además, sintió su presencia en el quirófano, diciéndole que todo saldría bien.

 ¿Cuál fue su reacción ante esta revelación?

— Yo me sorprendí bastante desde el punto de vista científico. La ciencia no podía explicarlo, pero la fe tenía una respuesta. El caso llegó al Vaticano, y allí comenzó el proceso de investigación que culminó con la beatificación de José Gregorio Hernández y ahora el anuncio de su canonización.

— Doctor, ¿qué significa para usted, como médico y como persona, que este caso haya sido clave en el proceso de beatificación?

— Bueno, creo que nos da una enseñanza a todos. Como profesional de la neurocirugía y de la medicina en general, en lo personal, y para el resto de mis colegas, nunca dar un resultado negativo por sentado. Mira, siempre que hay vida hay esperanza, y algunos protocolos a veces nos dicen que hay un paciente que no tiene criterio para una cosa o para la otra, y realmente, si el criterio hace que hagamos un esfuerzo hacia mil y se salva uno, vencimos. Entonces siempre hay que hacerlo. La demostración de Yaxury superó todos estos obstáculos, y en contra de todas las estadísticas no solamente logró sobrevivir, sino que logró sobrevivir sin ninguna secuela neurológica hasta el día de hoy. Hoy en día ella tiene una familia, es una persona normal, una persona feliz.

Yo agradezco pues a Dios y a la vida haber tenido la oportunidad de formar parte del equipo que sirvió de instrumento para que el santo de los pueblos, nuestro querido Goyito, al fin haya logrado en ese momento llegar a los altares como beato y ahora que tenga la autorización papal para ser canonizado y podamos decirle san Goyito o san José Gregorio Hernández.

 –— Veo en su escritorio una bata y dos imágenes del doctor José Gregorio

— Han sido regalos de pacientes. Nunca he comprado una imagen de José Gregorio, y tengo muchísimas, porque me las han regalado mis pacientes, antes de la beatificación, antes de toda esta historia, y después.

— Doctor, ¿qué es lo que siente exactamente usted ahora y qué sentía antes de todo esto?

— No, ahora lo conozco mejor. Antes conocía de José Gregorio lo que, tal vez, la mayoría conocía antes de la beatificación: que era un médico muy humano, que murió en un accidente de tránsito en Caracas y que había mucha gente que decía que le hacía milagros. Eso era lo que conocíamos. Ahora que he sido parte de toda esta historia, puedo ver y sentir la grandeza de José Gregorio, y he sido también receptor de muchísimas anécdotas de muchas personas que aseguran haber sido beneficiarios de un favor y de un milagro de nuestro santo, el doctor José Gregorio Hernández.

 Doctor, usted mencionó que su hija fue quien encontró el CD, por lo que de alguna manera también es parte de esto, porque sin esa evaluación no continuaría el proceso, y ahora ella acompaña a José Gregorio, también por un hecho vial ¿En algún momento le reprochó al doctor José Gregorio?

— Eso es un designio que toca aceptar, no toca intentar explicarlo porque no se logrará.

— ¿Cree que la canonización de José Gregorio Hernández podría ser un mensaje para los pacientes o para los profesionales de la salud?

 — Yo creo que es más un título, o sea, de verdad para todos nosotros José Gregorio es santo desde hace 70 u 80 años, es algo así como certificarlo. Si usted tiene una partida de nacimiento y necesita que esa partida de nacimiento sea certificada, legalizada; entonces eso es lo que para mí, con el respeto de todos y de la Iglesia, lo que estamos recibiendo de José Gregorio, la certificación de la Iglesia católica de que nuestro José Gregorio Hernández, como siempre lo hemos sabido realmente, es reconocido como lo que es: un santo.

— ¿Cuál es su mensaje para los pacientes y profesionales de la salud?

— Siempre demos el máximo por nuestros pacientes, nunca perdamos la esperanza, nunca perdamos la fe, siempre la fe puede ir de la mano con cualquier otro oficio, en cualquier otra circunstancia que ejerza el ser humano. Lo decía Alí Primera, que Camilo había puesto el fusil y el evangelio en sus manos, y así pues la fe no tiene que estar en contraposición con la ciencia. Lo demostró José Gregorio, era médico, era científico, era bacteriólogo, era un hombre de ciencia y muy, muy versado para la época, y además de eso, era un hombre de fe.

— ¿Alguna otra cosa que lo haya marcado a usted en estos días del proceso?

— Siempre he dicho que no soy devoto de José Gregorio, y lo único que le he pedido desde que lo conozco, fue esa frase de que “mete tu mano para que aparezca la tomografía porque a ti te conviene”, y me lo cumplió en un minuto. Ahora me gustaría pedir de mi parte y decirles a todos que pidan a José Gregorio, que interceda por la salud de la mano quien le firmó su certificación, que interceda por la salud del papa Francisco.

Yaxury Solórzano:

Un Milagro de Fe y Ciencia

El neurocirujano Alexander Krinitzki recordó que en el año 2017, la vida de Yaxury Solórzano, una niña que residía en un humilde caserío del estado Guárico, cambió drásticamente. Un trágico incidente con un arma de fuego la dejó con una herida devastadora en la cabeza, específicamente en la región occipitoparietal derecha, “más o menos, así como detrás y por encima de la oreja”.

El largo camino

La gravedad de la situación era evidente. Desde su hogar en Mangas Coveras, Yaxury fue trasladada en brazos, luego en canoa y finalmente en el lomo de un caballo. Tras horas de angustia, llegó al Hospital Pablo Acosta Ortiz en San Fernando de Apure. El tiempo transcurrido desde el accidente superó con creces la «hora dorada» crucial para la atención de lesiones graves.

“En medicina hay una norma que contamos con una hora dorada, los 60 minutos siguientes a una lesión grave para poder ofrecerle, en un manejo adecuado, el mejor pronóstico al paciente. Para Yaxury esta hora se le convirtió prácticamente en dos días”.

La intervención del Dr. Krinitzki

El Dr. Alexander Krinitzki, neurocirujano, recibió a Yaxury en la unidad de cuidados intensivos. La niña estaba inconsciente y sangrante. La cirugía realizada fue una intervención de control de daños, que incluyó la limpieza de la herida y la extracción de fragmentos metálicos y óseos.

Un pronóstico reservado

El equipo médico, consciente de la gravedad de las lesiones intracraneales y el riesgo de infección, tenía pocas esperanzas de recuperación. Si Yaxury sobrevivía, se esperaban secuelas neurológicas severas.

“Para nosotros, como equipo quirúrgico, pensamos que si ella lograba sobrevivir, que no tenía muchas probabilidades, su evolución iba a ser tórpida, ya que había presentado muchas lesiones intracraneales, pérdida de masa cefálica y además el gran riesgo de infección por la cantidad de horas que tuvo el cráneo expuesto”.

 Sorprendente recuperación

Diez días después de la cirugía, Yaxury sorprendió a todos al llegar caminando al consultorio del Dr. Krinitzki. No presentaba ninguna secuela neurológica. El médico, asombrado, realizó una evaluación completa y documentó la recuperación de la niña.

“Sorpresa para nosotros cuando diez días después, Yaxury está totalmente recuperada. Acompaña a su mamá a mi consultorio caminando unos 300 metros desde el hospital. Estaba como si no hubiese sucedido nunca nada. Yo me sorprendí bastante desde el punto de vista científico, pues confieso que no tuve ningún pensamiento religioso en el momento. Le hago un video con mi celular haciendo una evaluación neurológica para demostrar que no tiene ningún déficit, como párate en una pierna, párate en la otra, saca la lengua, arruga la frente, muestra los dientes, etc. Una vez hecho esto, yo la doy de alta y ella se desaparece dos años”.

La intercesión de José Gregorio

Una bata blanca y dos imágenes de José Gregorio Hernández reposan en el escritorio del Dr. Krinitzki. (Foto: Bleima Márquez)

Dos años después, en el 2019, el Dr. Krinitzki relató el caso al padre Numa Molina, durante una reunión familiar. Fue entonces cuando se reveló que la madre de Yaxury era devota de José Gregorio Hernández y había pedido su intercesión. La mujer afirmó haber sentido la presencia del médico en el quirófano, quien le aseguró que todo saldría bien.

“Esto sucedió el sábado allá en La Guaira, yo regreso el domingo a San Fernando, y el lunes comienza la cadena de eventos extraordinarios. Yaxury se presenta con la mamá en mi consultorio como si hubiésemos coordinado una cita previamente. Allí le pregunto y me dice que sí, que ella es devota de José Gregorio Hernández, que ella pidió por su hija a José Gregorio, y que en el momento que nosotros entramos a quirófano ella sintió su presencia, que la abrazó, que le dijo que todo iba a salir bien, que se estuviese tranquila”.

 El milagro reconocido

El caso de Yaxury fue fundamental en el proceso de beatificación de José Gregorio Hernández. La recuperación inexplicable de la niña, sumada al testimonio de su madre, fue considerada un milagro atribuido al «Médico de los Pobres».

“Una vez que eso sucedió, le envió un mensaje de WhatsApp al padre Numa explicándole lo que había sucedido, y él a su vez le reenvía mi mensaje al padre Gerardino Barracchini, quien para ese momento era el postulador de la causa para la beatificación de José Gregorio, el postulador de la causa local por Venezuela, por ser el párroco de la iglesia de La Candelaria donde reposaban los restos de José Gregorio Hernández”.

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