Freddy Omar Durán

Desde el punto de Control de la Guardia Nacional hasta el Jardín Metropolitano El Mirador, se extiende una deplorable vía.

 Siendo uno de los cementerios privados más solicitados en la capital tachirense, los restos mortales que allí se depositaron podrían recibir más a menudo la visita de sus familiares, pero un mal estado de la vía frena tal deseo.

 Y con más visitas al cementerio, mayor la recurrencia a los vendedores de flores, que aunque luchan por la conservación de una tradición,  consideran que con una mejor vía su actividad tendría mayor empuje.

 Piden encarecidamente que sean aprovechados esos meses de verano para iniciar los trabajos de bacheo, antes de avecinarse un invierno que llena “piscinas” que dificultan aún más el paso de los vehículos, por no decir que casi que la frenan, ya que los vehículos no encuentran ni cómo esquivarlos.

— La gente viene cuando acompañan la carroza fúnebre en caravana, pero por el mal estado de la carretera se abstienen los familiares de los fallecidos a regresar o lo hacen en ocasiones muy especiales, y es ahí cuando sentimos un alivio económico— afirmó Danilo Sánchez, un vecino del sector y propietario de una de las siete floristerías que se encuentran a lo largo de la carretera.

Ya los vecinos habían recibido la promesa de las autoridades de realizar las labores de mantenimiento vial, previo arreglo de un bote de aguas blancas. Ya esa reparación se hizo, y ahora solo queda el cumplimiento de la promesa.

 Así como por fin la Alcaldía de San Cristóbal rehabilitó la parte del sector El Mirador ubicado en la vía hacia Rubio, los vecinos del “otro lado” esperan ser por fin bendecidos luego de años de descuidos.

Se quejan de que parte del daño en la carretera se debe a las reparaciones hechas a las tuberías, que apenas se cubren de relleno.

 Han tenido que sufrir el incremento de los apagones; pero también de un problema que ya lleva tiempo como es la falta del servicio de iluminación en las calles, que entre los vecinos han buscado solventar para no ser devorados por la oscuridad en la noche, cuando también las personas necesitan entrar y salir de sus casas.